ALFIL NEGRO

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MI SALÓN SE QUEDA VACÍO 

Hace unos días me llamaron

para decirme en voz baja,

que Emilio, mi compañero

de estudios y de aventuras

ya no estaba con nosotros,

y que en una de sus bromas,

se fue como tantas veces.

Se nos perdía en el camino

de risas y de canciones,

siempre fuerte, siempre canto,

que parecía sin temores

capaz de vencer el tiempo,

y sin embargo se ha ido;

y en alma se hizo un hueco

y en estos ojos cansados

lágrimas de pena rodaron,

porque Emilio en su partida 

mucho se lleva de todos. 

Pero miro mi salón 

de la facultad vacío,

porque antes de Emilio se fueron

Daniel, Félix y Severo,

Miguel, Odilón y Filo,

el poeta de la luna.

Y se fueron los maestros

Roberto, Eleazar y Trini,

y se quedó mi salón

casi vacío de estudiantes,

que se fueron para siempre,

y se apagaron las voces

las risas y las canciones, 

porque el reloj de la vida

se detiene cuando quiere,

y sólo quedan recuerdos 

y los vacíos que se llenan

con el eco de las risas,

de esos tiempos de estudiantes

cuando la vida era un verso

y una oración de confianza.

Después el silencio fuerte,

golondrinas de cemento,

peces de piedra y de mármol,

canciones sin voz ni tono,

lágrimas por los ya idos,

y un salón en silencio

sin alumnos ni maestros,

con un aviso que grita: 

“las clases son arriba,

preparen tesis y libros

habrá examen y muy fuerte”,

todo como en ese tiempo.

La vida corre y se aleja,

y el camino se termina,

y como Emilio y  Lezama,

como Lupita y Rubén,

como Paco y como Huesca,

Don Martín y doña Aurora,

que la vida nos permita

decir en ese momento:

“gracias señor por mi esposa,

por mis hijos y hermanos,

amigos y conocidos”,

mira que vengo cansado,

y que con brazos abiertos

como a ellos nos reciba,

y nos diga el Nazareno:

“Hijo llegas a tu casa,

pasa y descansa mi niño,

la vida no se termina

tu salón no se ha cerrado,

adentro están tus amigos

tus maestros y tus clases,

como entonces y como siempre

y yo seré su maestro

para que juntos cantemos

con los soles y estrellas

que puse para mis hijos,

mis niños que son ustedes”.

Y entonces seguramente 

entenderemos razones,

Porque el salón queda solo,

y parece que se pierde

y nos llena de tristeza

sin pensar que es sólo un paso

para que la vida siga.