LOS ÁNGELES DE HIDALGO
Cuando Dios creó nuestro mundo
el día, la noche y la lluvia,
cuando del barro hizo al hombre,
llenó de peces los mares,
y encendió miles de soles
con luciérnagas cometa,
dibujó los gorrioncillos,
le dio color a las flores
y canciones a las aves,
seguro pensó en Hidalgo
y amoroso como padre,
le heredó a la tierra nuestra
cien mil legiones sagradas
de Los Ángeles guardianes,
que desde los primeros pasos
cuidaran Valles y Llanos,
nuestra sierra y la Huasteca,
pero con especial cuidado
a los niños y sus madres,
a los padres y ancianos,
aquí, allá y en todas partes.
Y Los Ángeles serenos
llegaron a nuestra tierra,
y han sido compañeros
del camino de la vida,
en ocasiones con llanto
como en la mina del Bordo
donde mineros de casa
se nos fueron de las manos.
Y en otras ocasiones
hasta bailan el huapango
o cantan con Don Nicandro
la canción del Cantador.
Los viejos de la comarca
cuentan que hace mucho tiempo,
allá en la tierra de Tula
cuidaban a los Atlantes,
y en Pachuca recorren
de madrugada las calles,
y van despacio checando
la vida del Arbolito, de la Palma,
del Tezontle y de la Raza,
de la Aquiles y las Lajas,
y en esta hora de duelo
vigilan los hospitales
porque lo ordena el Señor…
Tienen órdenes expresas
de cuidar a los enfermos,
y en las camas de hospitales
se disfrazan de doctores,
de enfermeras y asistentes,
para decirles quedito que no teman,
que ellos cuidan estos días todos oscuros
y estas noches de dolor…
Cuando vea reír a un niño,
si lo mira con cuidado,
verá que trae en la espalda
sus alas blancas de cielo,
de ángel que cuida al estado
a su gente y sus caminos.