ALFIL NEGRO

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QUE NO SE ME OLVIDE

Los recuerdos son el ancla

que nos afianza a la vida,

la presencia siempre fuerte

de lágrimas y dolores,

y en ellos se mantienen 

lo que ha sido nuestra vida,

todo lo que hemos soñado,

lo que hemos caminado,

son escalera de plata

para ser dagas de fuego,

espada de mil batallas,

corazón que no se para,

pañuelo de nuestro llanto

guitarra de peces rojos,

abrazo de noche fría…

Y en esta hora de viento,

le pido al señor del tiempo

que no pierda mis recuerdos,

la sonrisa de mi esposa,

su voz, mariposa blanca,

sus ojos, niños de ensueños,

lámparas de mi camino,

estrellas del nacimiento

colibríes de luz y cruces.

Que no se me olvide nunca

la ternura de mis hijos,

murallas ciudad de piedra,

sonajas de voces tiernas,

zapatitos de un estambre

que vuelan un papalote

de elotes y de ciruelas,

de duraznos y de trigo

para el pan de cada día,

que nunca falta en la mesa

donde crecieron mis niños

hasta ser robles de hierro,

voluntad de mil guerreros,

que no temen a la noche

pero capaces del llanto

cuando las horas lo exigen,

pero de sonrisa fuerte

niños, hombres con orgullo

de ser siempre en mi memoria,

corazón de cuatro salmos

en que con arpa y maracas

le doy las gracias al Padre

por el regalo de oro

de mis niños que crecieron

mientras los años pasaban.

Que no se me olviden nunca

Mis hermanos y amigos,

con ellos crecí en la vida,

compañeros del camino

hermanos de risa y llanto

guerrilleros de los años,

sin más armas que los versos

y un corazón de soldados

para hacer de nuestros pasos

oportunidad de estrellas

para sembrar mil cometas

que luego crezcan y crezcan

clorofila en nuestros bosques

peces de diamantes puros

en nuestra verde laguna.

Que nunca, nunca, me olvide

del rostro y voz de más padres,

de mi madre que en las  tardes

Me enseñó a rezar confiado

allá en la vieja capilla,

Y me dijo que en la vida

nos protege el nazareno

y María cuida la noche

que no lastime los sueños 

de quienes somos sus hijos.

Que no olvide la presencia

de mi padre generoso,

sus ojos que son preguntas

sus manos de campesino

orgulloso de sus milpas

de los elotes y trigo,

que me arraigo a la tierra

apóstol de surco y lluvia,

que sigue siempre presente

en la liturgia de casa

al partir y bendecir

el pan nuestro de la casa.

Que no olvide tantas cosas

que nos convierten en aves,

en cometas y en gorriones,

en recuerdos que nos hacen

vivir siempre en la memoria,

porque la vida se pasa

y al final todos seremos

si bien nos va, 

un recuerdo…