EN ESE MOMENTO
Ahora que la muerte
es canto diario
y que se cuenta por horas
y minutos,
surge tan natural
como la lluvia,
preguntarse al pie
de un árbol fresco
y el vuelo
y el canto de las aves:
qué es lo que se piensa
en esa hora,
cuando se sabe
que inicia otro camino,
en que se deja todo
lo que amamos,
y se estrena una vereda nueva
¿quién estará muy cerca
de nosotros,
estrechará la mano en despedida,
acariciará el rostro moribundo
y nos dirá palabras de consuelo?
¿Qué es lo que se dice
en esa hora?
¿Se llora?, ¿se reza?, ¿qué se mira?
¿cuál es el rostro que veremos
y qué se extrañará
porque se pierde?
Dicen que en esa hora de partida,
junto al lecho de sueros
y agujas,
se presentan como
ángeles guardianes,
el padre y la madre
si ya se fueron.
Y los hijos que son sólo recuerdos
para darte confianza en la partida,
y cuando todo parece solitario,
platican y sonríen con el enfermo
y le cierran los ojos,
y lo besan,
mientras ensaya sus pasos
peregrinos …
De seguro
habrá arrepentimiento
de no haber besado
tantas veces,
a la esposa
que estando tan cercana,
no la vimos estrella del camino
agua y cristal de vida
y sacrificio,
amor sin intereses
ni ventajas,
puerto seguro del dolor y pena
y mano faro de la vida entera.
Y con la luz de días,
veremos que de todo
lo vivido,
lo que valía la pena
no era el oro, ni los cargos, honores o los bienes.
Y que si bien
se miran necesarios
lo que de verdad vale la pena,
es la sonrisa de
todos nuestros hijos,
el correr del viento
por la tarde,
el canto milagroso
de las aves
y la magia increíble
de cometas.
Que a lo mejor
al presentar la cuenta,
nos faltarán palabras
y excusas
cuando el Creador pregunte
cariñoso:
cuántas veces
cantamos con las aves,
y miramos absortos a la luna
o leímos con ojos de pequeños
las cartas que mandaba
con las nubes,
lo que hicimos
de cada hijo nuestro,
que son nuestros pequeños
y amamos.
Y ojalá podamos contestarle
que reímos, cantamos y rezamos
que jugamos con ellos
y buscamos
que fueran más luceros
que monedas…
¿Qué se extrañará
en ese momento?
¿qué sentimiento pesará
ya en la partida?
Una cosa es segura
para todos,
las lágrimas
que tienen los que parten,
no son de pena, de dolor
o angustia…
Son llanto de alegría
y de mar tranquilo
oración y de gracias al Eterno,
son lágrimas que gritan
a los cielos:
Gracias mi Dios
de haber vivido.