¿CUÁL ES LA URGENCIA?
Las prisas por reiniciar las actividades en renglones como la educación,y las que tienen que ver con la economía y todas en general, sin tener certeza sobre cómo se debe proceder por una posible visión, para muchos, a ciegas y poco cierta de los efectos de la la pandemia, provoca la pregunta lógica: y entonces, ¿cuál es la urgencia de dar la voz de “arranque” para volver a la calle?
En este momento, los que quieren volver a sus actividades es por el dinero, que dicen estar perdiendo, por no tener funcionando al cien sus negocios.
Y suena lógico, pero sin entender el grave peligro en que se colocan por abrir sus puertas, se sabe que buscan con esa petición tener ganancia de dinero.
Es lo que ganarían al volver a la actividad
Pero volver a la escuela y regresar a la actividad normal, con todos los cuidados que se quieran… ¿a quién beneficia? ¿Quién es el que gana o quiere ganar algo (o mucho) con ese escenario? Posible, pero peligroso, por la posibilidad de que se fortalezca la pandemia con más contagios.
Con dudas muy fuertes y encontronazos, entre los que impulsan hasta con fechas señaladas ya para volver a las actividades y los que se oponen o ponen en entredicho esta posibilidad, la sociedad ve con inquietud estas decisiones.
¿Quién gana o quiere ganar con estas medidas?
Se supone que debe ser la ciudadanía, pero para muchos la pandemia con todo lo que se pueda prever de ella en su temporalidad, es el momento en que se conoce muy poco de ella, hasta el grado de que no se tienen medicamentos para enfrentarla y se trabaja a marchas forzadas para encontrar una vacuna.
Lo que sí es un hecho, es lo mortal que es con miles de fallecidos en todo el mundo,sin que nuestro país sea la excepción.
Sin embargo, en nuestro país parece ser que se le tiene tomada la medida o eso se quiere hacer creer, porque se dan hasta fechas de la mayor fuerza de la enfermedad, lo mismo que de sus efectos en contagiados y en los que perderán la vida y con ese reloj, se toman o anuncian medidas, como la vuelta a clases y la apertura de negocios, como si se tuviera un reloj de la pandemia y sus horas se fuesen agotando.
Si no se tiene información tan exacta o por lo menos eso se ve en otros países, la prudencia obligaría a mayor calma por el bien de todos.
Aunque no seamos ejemplo mundial de estrategias únicas y de una actuación gubernamental que merezca un reconocimiento universal, porque hay hechos que no nos pintan como tales, sino todo lo contrario.
El problema es de salud y médico por lo mismo y obliga a políticas públicas sensatas y responsables y no es, por lo mismo, un concurso de imagen, de crecimiento de popularidad o de clientela política y de poder, que se pudiera dar, pero como efecto natural de buenas decisiones en que la responsabilidad sea lo fuerte.
Exponer a la gente a contagios por medidas apresuradas no parece lo mejor .