¿RICARDO BAPTISTA DEBE RENUNCIAR?
El Presidente de la Junta de Gobierno del Congreso del estado Ricardo Baptista, debe renunciar a ese cargo y dejar que otro diputado lo ejerza, porque hasta el momento no ha mostrado la capacidad que debe tener quien tenga esa responsabilidad, principalmente porque no tiene credibilidad en lo que dice y hace, porque no ha logrado un discurso en que privilegie el bien común, como parece que debe ser la meta de toda buena política y porque lo que ha conseguido es una gran desconfianza en su actuación, que provoca ya una confrontación absurda, pero cierta, con el gobernador del estado, con las bancadas de los partidos que no son de su color y con los que se supone son compañeros de colores, pero que ajenos al Grupo Universidad pintaron su raya para caminar por su lado, hasta el grado de que es evidente la división de la bancada en dos grupos, el de Sosa y el del partido Morena.
Lo más lamentable de su actuación, que le resta autoridad hasta moral, para su encargo es que se le señala como alfil, como empleado obediente, hasta lo absurdo de un jefe que a través de su grupo de diputados, que él preside, pretende imponer políticas públicas en el estado .
El Grupo es el de la Universidad y el jefe, el licenciado Sosa.
No obstante, como parte de su forma de actuar en que así como dice una cosa dice otra, cuando presentó su iniciativa para reformas de la ley Orgánica del Congreso dijo que era para que el poder Legislativo tuviera una verdadera autonomía y se ejerza sin presiones, lo que suponemos se refiere a que no haya manos extrañas en el trabajo del Congreso.
El señor no cuida sus juicios, pues para nadie es secreto que este congreso sufre no sólo presiones sino agendas de trabajo, de mucho rencor y venganza, así como de ambición política, de un patrón que no es el pueblo de Hidalgo, sino el dueño de la UAEH.
Es cierto que el poder Legislativo debe ser un contrapeso de los otros poderes y que esto le conviene a Hidalgo, pero contrapeso que seguramente significa hacer valer los intereses del pueblo ante decisiones que no tengan la noble intención de servir a los ciudadanos, sino servirse del poder para intereses ajenos a la comunidad. Pero no es un contrapeso de actos de gobierno, hacer del poder legislativo una oficina de un grupo político que no representa los intereses de los hidalguenses sino de un grupo muy bien ubicado, que ha dado muestras una y otra vez de la ambición por el poder y el dinero.
Por esta forma de actuar ha perdido credibilidad porque no actúa como personaje público como es la política, haciendo que esta práctica pierda integridad y honorabilidad con la pérdida de la confianza, que le deja como un personaje sin valor político.
El último hecho, retrata a un presidente de la junta de gobierno sin verdad, con afirmaciones preocupantes pues pretende justificar la intención de quedarse tres años al frente de la junta y erigirse en policía de la Auditoría Superior del estado a través de una Unidad de Evaluación y Control, algo así como una auditoría para la auditoría y así tener en un puño y ajusticiar a los funcionarios que les resulten incómodos, para lo cual de acuerdo a un medio electrónico habría declarado que eran parte de los acuerdos políticos establecidos con el gobernador Omar Fayad.
El día de ayer Simón Vargas, secretario de Gobierno, negó que hubiera tal acuerdo para las reformas a la ley orgánica del Congreso.
Como quien dice, le dijo a Ricardo que mintió y que no dijo la verdad.
¿Así o más claro?
Se le olvida a Baptista la doctrina de Obrador de no mentir a la gente.
Parece la hora de hacerse a un lado, de dejar el cargo, por el bien de su mismo grupo y sin duda de la gobernabilidad en el estado.
Eso parece… Con todo respeto, como dice aquel.