PACHUCA YA NO SOPLA
El viento tiene para Pachuca tal importancia que sin él no es Pachuca. Ya se sabe que es como el apellido de nuestra ciudad capital, y que tan convencidos estamos de ello que para conmemorar el bicentenario de nuestra independencia, el entonces gobernador, Miguel Ángel Osorio le encargó al escultor, Bernardo Luis López Artasánchez una escultura de la diosa del viento, tomando como base la leyenda escrita por María Yanín Salazar Castillo, hija del profesor Bonfilio (por cierto que se intentó robar la autoría a la autora, sin éxito afortunadamente).
El conjunto escultórico lo podemos ver cada vez que recorremos el bulevar Felipe Ángeles. Y es en esencia un homenaje al viento creador de esperanzas, vida, caminos y salud.
El ex alcalde Eleazar García en el 2015, inauguró lo que es hasta el momento el homenaje más grande que Pachuca le haya hecho al viento, con 5 esculturas sobre este tema, hechas por el artista Sebastián y que como se dijo en su inauguración del 19 de febrero 2015, en el cruce de los bulevares Colosio y Ramón G. Bonfil: “Cada una de ellas es un homenaje al viento que le da identidad ,alma y destino a nuestra Pachuca”.
Los nombres de las esculturas son un poema: “Rehilete de la vida”, “Galerna de Santa Catarina”, “Torbellino de Sueños”, “Céfiro de Gloria” y “Esfera Boreal”. Ojalá que la alcaldesa, Yolanda Tellería no deje que la falta de mantenimiento acabe con estas esculturas.
No por algo Nicandro Castillo ,el rey del Huapango, nacido el Xochiatipan un 17 de marzo de 1914 en “el Hidalguense” dice con su voz de frutas, café y ríos con pescados: “Pachuca la Bella Airosa, de mi tierra capital, de quién yo vivo orgulloso, por su rico mineral”.
Por cierto, acaba de cumplir sus primeros 105 años, porque vivirá muchos más, mientras haya alguien que entone con su guitarra “El Cantador”, ” las tres Huastecas” o cualquiera de sus más de 100 composiciones.
Xochiatipan lo honró anexando “De Castillo” al nombre del municipio.
El viento siempre será protagonista de la vida en Pachuca, viento histórico que ha acompañado a nuestra ciudad todos los días, con alma de minero que aúlla y llora cuando la desgracia sacudía a las minas y que se regocija, canta y baila en las fiestas del santo de Asís o baja cabizbajo de los barrios, cuando la ciudadanía lloró a los idos en la gran inundación.
Pues este viento se ha ido de Pachuca.
Por lo menos el viento original, el del génesis de Pachuca, ya no es el mismo.
Aquel viento que venía de los bosques del Chico y de Real del Monte, que barría con todo, dejando nuestro cielo limpio, para que luciera la luna hecha de la plata de nuestras minas, se fue.
Y esto es delicado y con efectos graves para la vida, tanto que Benjamín Rico, Secretario del Medio ambiente y Recursos Naturales de nuestro estado tuvo que activar la Fase 1 de Contingencia Ambiental, para salvaguardar la salud de más de 600 mil ciudadanos que viven en Pachuca y zona metropolitana, sin descartar que active la Fase II, si la contaminación no baja. (Por cierto, Benjamín Rico es el mismo que cuando era Secretario de Obras Públicas con Murillo Karam, estuvo a punto de morir cuando ordenaba el tráfico frente al estadio Hidalgo, junto con Eugenio Imaz, por un tremendo aguacero, un coche los arrolló, dejándolos con lesiones muy serias, sobre todo a Benjamín, que la libró y tuvo que andar con bastón mucho tiempo).
Eso no lo habíamos vivido y considerábamos que por el viento estábamos a salvo de estos fenómenos, pero el viento se fue por las agresiones que sufrió el medio ambiente, de actividades sin control que cambiaron las reglas del juego, en eso que se llama calentamiento global y que ya nos pega, sin dejar de considerar toda la contaminación que nos llega de la Ciudad de México, que no solo daña el medio ambiente sino toda nuestra vida social.
Hará falta mucho trabajo para que vuelva el viento.
De Benjamín Rico, las escuelas, los industriales, los dueños y usuarios de coches del transporte público, y finalmente de todos para que con acciones responsables logremos que nuestro viento vuelva por su novia pachuqueña, y el rehilete de nuestros caminos vuelva a girar como expresión de vida, salud y horizontes llenos de esperanza.