OPINIÓN
No fue sorpresa para todos los que asistieron al evento de la presentación de la Academia de la Transformación, que la titular de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo, Ana Karen Parra Bonilla, no haya hecho uso de la voz, luego de que todos los demás funcionarios que estaban en el presidium hicieran lo propio, como bien dijeron algunos de los asistentes ¿para qué? si mientras con bombo y platillo anuncia “trabajo”, en la oficina prevalece mucho silencio.
Silencio ante el trato que ha dado a varios trabajadores que temen ser despedidos como sucedió con Josué Flor Romero, quien denunció maltrato, discriminación y la forma vil en que la ombusperson mantiene los estereotipos de la comunidad de la Diversidad Sexual, mientras por otra parte va y pinta de arcoiris un paso peatonal, que en realidad poco representa para todo el trabajo en la materia que se requiere en todo Hidalgo.
Silencio el que ha guardado por las acusaciones de deudores alimentarios y violentadores de mujeres, razón por la que le fueron a gritar afuera de las instalaciones un grupo de mujeres a las que no pudo atender personalmente, porque seguramente no la iban a aplaudir como es de su gusto y costumbre. Silencio que se guarda ante la ceguera de ver a personajes como Arturo Aparicio Barrios en las oficinas del gobierno estatal, silencio que guarda cuando denuncian a funcionarios por violentar derechos humanos.
Quisiéramos creer que las disculpas públicas recién hechas por diversos funcionarios son producto de un trabajo eficiente en la CDHEH, pero al ver los casos anteriores, queda mucho en tela de juicio, es fácil pedir disculpas por actos y violaciones a los derechos humanos que se hicieron en administraciones pasadas pero todo parece indicar que lo que no tiene la ombudsperson es la calidad ni el sentido humano para reconocer los errores propios, y quizá espere que en otra administración el o la titular de la CDHEH pidan disculpas por todo lo malo que ha hecho.
No por nada te rayan las escalinatas, no por nada van y te exigen que hagas tu trabajo, no por nada te ingresan una queja en tu propia oficina, no por nada algunos de los trabajadores murmuran en los pasillos lo nefasto que es trabajar contigo y no porque estés haciendo las cosas diferentes, porque al final ni siquiera es lo mismo es peor, quizá se le olvida que “toda persona tiene derecho a que su vida sea respetada”, esencia de una dependencia a la que dice representar.
Pero esto no es nuevo, el trato preferencial hacia grupos específicos y la supresión de atención, el ignorar a otros, el retrasar burocráticamente las quejas o denuncias, no son temas nuevos, desgraciadamente es una práctica que se hereda y que bien ha heredado esta Comisión, cuyo trabajo se hace para unos cuantos y no en favor de todos aquellos a los que les han sido vulnerados sus derechos humanos.
El simple hecho de asumir que un homosexual debe tener las uñas y el cabello pintado, es discriminación, el hecho de mantener el silencio ante funcionarios acusados en tendederos feministas y deudores alimentarios es una violación al derecho a la integridad, el correr a un empleado por no someterse a tus caprichos “institucionales” es una violación al derecho al trabajo.
Cuando personas han sido amenazadas, ultrajadas, amedrentadas como han denunciado los vecinos de la Ciudad Cruz Azul, y llegan a la CDHEH para que les digan que son “conflictos entre particulares”, no se está viendo el derecho a la justicia, ni el derecho a debida audiencia y proceso penal, cuando la autoridad no cumple con sus atribuciones se viola el derecho a la legalidad.
Se podrían enlistar más y más derechos humanos que quizá se desconozcan en algunas dependencias, y nuevamente podríamos preguntarnos ¿Qué hace la CDHEH? Claro, además de salir con banderas arcoíris como si con eso bastara para visibilizar a la comunidad de la diversidad sexual en todo el estado. ¿por qué no pintan arcoiris en los pasos peatonales de todos los municipios? Será que con una foto en Facebook basta para que la gente diga que “están trabajando” ese pensamiento retrógrada y mediocre ya lo hemos visto con otras administraciones en las que también, se vio que estuvieron “al servicio de unos cuantos”. Y ante esta situación, ¿qué se puede decir? Nada.