RELATOS DE VIDA
Hablemos al chile, es cansado, más bien es desgastante, estar escuchando chismes por todos lados, generados por viejas que no tienen nada que hacer en su casa y que por eso tienen tiempo para estar “chingando al prójimo”.
En verdad todos los rumores que están circulando, no tienen sustento ni tampoco sentido, ya no sé si me da risa o me provoca coraje, pero de lo que estoy segura es que esos mitotes solo son para “joder”.
Y si te estoy diciendo esto, no es porque esté “medio chiles”, sí me tomé unas cuantas frías pero ya tenía tiempo que quería decirte en tu cara, que en verdad es no tener madre que te creas tantas mentiras en mi contra.
Sobre todo porque provienen de una grupo de viejas mitoteras y, me atrevo a decir, que frígidas, que “ningún chile les embona”, y que disfrutan de estar de “cuenta chiles”, pues al tener una vida miserable, quieren que los demás también la tengan.
En tantos años de estar juntos, y después de tantas humillaciones aguantadas por tus tías, las brujas esas que tienen su aquelarre todos los lunes en donde despotrican contra todos, propios hijos, sobrinos, esposos, es decir barren parejo, ya no estoy de “enchílame otra”.
Porque si bien es cierto que todo lo he aguantado por ti, por mantener la armonía en nuestra relación y porque sé cómo es tu familia, que nunca cambiará y siempre tendrá de qué hablar, y ya estoy curtida… también es cierto que yo soy como el chile verde: “chiquita pero picosa”.
Así que ante toda esta red de mentiras y para que yo calme mis ánimos de mandarlas a la chinita con permanencia voluntaria, espero que deposites en mí la confianza que necesito y después de esos nos comamos un pollito con mucho chile, ese del que pica sabroso.