
RELATOS DE VIDA
Lleva una semana llorando en su habitación a puerta cerrada, en ratos sale al baño o al comedor, sin cruzar palabra y con los ojos hinchados por dejar fluir los sentimientos entremezclados que carga desde hace siete días.
Jamás imaginó que decir la verdad a su padre, le traería como consecuencia la famosísima ley de hielo, y jamás imaginó que este berrinche saldría de su progenitor, quien se supone debería actuar como adulto.
Ya pasó una semana en la que la angustia, ansiedad y depresión está reinando en su cabeza y sentimientos, apenas si recibe un saludo de respuesta y los besos en el cachete solo son recibidos pero no correspondidos.
Además de su pesar, revolotea en su mente la pregunta si haber dicho la verdad fue la mejor opción, y con ello una serie de momentos en los que seguramente tendrá que mentir para no sufrir con ser ignorada por el padre que algún día juró cuidarla y protegerla de todos y contra todos, pero le faltó prometer que también la cuidaría de él.
Transcurre ya el día 15, su semblante es más calmado y ya dejó de derramar lágrimas, aunque algo cambió, ya no busca el saludo de ese hombre al que siempre mantuvo en un pedestal, ahora es ella quien lo ignora, se limita a responder sus cuestionamientos, lo respeta, sin embargo, la imagen del superhéroe se esfumó.
Sabe muy bien, que en algún momento tendrá que dirigirle la palabra y querrá recuperar la relación padre – hija, pero también se juró que ningún hombre, ni siquiera su padre, la haría sentir mal, solo por decir la verdad y no hacer lo que le había ordenado.