ADIÓS A “EL MUNDO DE TEHUACÁN”

DE CUERPO ENTERO

    •    Hemos creído que el avance tecnológico de este siglo XXI es apabullante y por demás sorprendente… 


Este 1 de noviembre vio por última vez la luz el diario “El Mundo de Tehuacán” después de 36 años en forma ininterrumpida. Los argumentos son sólidos, reales e irrefutables: la inseguridad, la violencia, el desinterés cabalgante por tener en las manos un periódico, la falta de publicidad oficial (asumiendo la filosofía de la 4T), el incremento en la información al alcance de la mano mediante las redes sociales, etc.

Hemos creído que el avance tecnológico de este siglo XXI es apabullante y por demás sorprendente, que sí, cuando el hombre llegó por vez primera a la luna en 1969 lo hizo con una computadora equivalente a un iPhone de los más rudimentarios, de qué será capaz el hombre que ahora cuenta con supercomputadoras con inteligencia autónoma y que falta poco para que cuente con sentimientos.

Si no hace mucho, la comunicación era con carta escrita en papel, enviada por correo y que además existía la opción de: “entrega inmediata”, lo que significaba que podría llegar en menos de una semana (claro, en el país), porque las de larga distancia requería hasta un mes.

Si no hace mucho nos comunicábamos cara a cara, y nos bastaba con ver el rostro de la otra persona para ya tener mucha información, saber si estaba contenta o estaba sufriendo;
Ahora todo es diferente.
Toda la población joven pasa frente a un aparato electrónico –predominantemente-un teléfono celular 8 horas al día. Al moverse de cualquier sitio lo primero que busca no olvidar es su teléfono; le angustia de sobremanera cuando se le acaba el crédito y respira con infinita paz y alegría cuando acaban de depositarle dinero para tener más tiempo aire – el mundo se le abre nuevamente-; cualquier evento-el que sea- cree que debe guardarlo para la posteridad, aunque en pocos días lo esté borrando. Cualquier pausa que tenga en el trabajo, en la escuela, en la combi, será para abrir su teléfono buscando afanoso en el face, whatsapp o twitter, algo que le signifique una señal a su vida, disfruta con orgullo no oculto, cuando descubre que la fotografía que subió por la mañana tiene muchos likes y ya se siente un influencer de altos vuelos, le fastidian los textos largos, engorrosos y con palabras completas, porque lo de hoy, deben ser con pocas palabras y abreviadas, y claro, con sus respectivos emojis, se interesa en las noticias, pero sólo los títulos, y si son de nota roja, lee el resto siempre y cuando esté compacto, las plataformas de youtube se han vuelto las guías, los gurús, los padres de los jóvenes y de la población en general, sólo ellos tienen la verdad, porque la acompañan con imágenes y videos. Cientos de nuevos “periodistas” han surgido con sus respectivos canales, erigiéndose como los poseedores de la verdad, y por una extraña razón casi siempre protegiendo al presidente López Obrador, y aniquilando a los que se atreven a cuestionarlo.

Ante este nuevo panorama de comunicación rápida, superflua y desechable, donde la agresión y descalificación permea sin objeciones, y donde la aniquilación de la reputación se hace sin ningún reparo, cada vez tiene menos opción la prensa escrita. 
Un periódico se saborea con múltiples textos donde podemos ver LAS PALABRAS, descubrir cómo fueron armadas, y entender entusiasmados el mensaje que el reportero quiso decir; el periódico se huele, porque las letras bien formadas huelen a nuevas conexiones cerebrales, un periódico mancha los dedos, pero no se olvida. 

Vivimos, sí es cierto el siglo de las comunicaciones, pero estamos cada vez más aislados, el celular nos ha atrapado en forma inmisericorde. No es raro ver en un restaurante donde las familias y los amigos se reunían para PLATICAR, ahora en un silencio casi total, cada cual con su aparato entre las manos evadido del calor de la gente. Nos estamos quedando en silencio de voces, y llenos de mensajes inútiles y repetidos. Ahora nos da por decirnos: “buenas noches”, “buenas tardes” etc. En las grandes cadenas de chats, siempre con textos cortos y melosos; cuando son largos o son religiosos o de superación entendida.
Alguien pensará que no es malo, y claro que no lo es, lo que es dañino es el apostar toda la energía de la comunicación a esta forma repetida y fácil de establecer, nos estamos olvidando de leer un libro, una columna de un periódico, o un reportaje completo que nos da la ensoñación de ver con la imaginación.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte del enorme riesgo a la salud de estar muchas horas frente al teléfono celular, no solo por la miopía, sino porque genera insomnio, tendinitis (inflamación) de los tendones de la muñeca; contractura crónica del cuello, y muchos efectos que pueden suceder en el área cortical del cerebro.

Hemos perdido el uso racional y medido del teléfono celular, creando lo que se llama obesidad digital.
El mundo es como es, y nada lo puede cambiar; pero sí podemos reflexionar en que aún nos queda una oportunidad de poder mezclar la alta tecnología con la lectura, la reflexión y la comunicación cara a cara; es tiempo y debemos empezar ya.

EL MUNDO DE TEHUACÁN, único diario de Tehuacán se ha ido, y su ausencia viene a exhibir estos pasos en falso que hemos dado, porque una gran ventana para conocer nuestro entorno, nuestras fiestas, la labor de nuestras autoridades se ha cerrado. En hora buena que PLAZA JUÁREZ sigue pasando lista de presente, buscando en el bello estado de Hidalgo la noticia, el personaje o el momento que sólo escuchado el ruido de las hojas que pasamos nos debe generar deleite. Un diario es más que hojas impresas que dejan los dedos manchados, es una forma de integrar todos los sentidos y darnos la posibilidad de aprender, de imaginar y de transportarnos con la fantasía a muchos rincones de México. PLAZA JUÁREZ que tengas mucha vida, buena mar y mucha pesca.

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