Abajo y más abajo

Terlenka
    •    En México no hay izquierda ni derecha, sólo abajo, más abajo y todavía más abajo: hasta el fondo del platón. ¿Qué nivel ocupa cada quien? No me encargaré yo de medirlo ni en ser el recolector analítico de los bajos fondos


Bien, ¿en qué estamos hoy? En que estamos tirados; La comunidad está tirada, desmadejada y en consecuencia su rebeldía es poco eficaz y sólo causa mayor dolor. En México no hay izquierda ni derecha, sólo abajo, más abajo y todavía más abajo: hasta el fondo del platón. ¿Qué nivel ocupa cada quien? No me encargaré yo de medirlo ni en ser el recolector analítico de los bajos fondos. ¿Que en Michoacán se tiraron unos trabajadores agraviados sobre los durmientes y vías del tren para reclamar prestaciones no pagadas? Pues que les pase el tren encima y asunto acabado. Y que continúe el “progreso”. De todas formas, esos durmientes sobre durmientes ya están muertos, destripados, chupados y lanzados a la penuria. La corrupción y apelmazamiento de sus líderes, la displicencia de los continuos gobiernos locales y federales ante su pobreza y la debilidad de las instituciones que deberían ampararlos, la muerte que acecha ya cansada de tanto sonreír, todo ello los ha aniquilado sin que siquiera se percaten de su condición trascendental. Todos somos durmientes en una comunidad rota. Se encuentra allí el problema crucial, no la izquierda, derecha, socialismo, liberalismo, neoconsumismo, posvericueto, socialreligión, etcétera; sino el abajo y el más abajo
Me ha tocado la mala suerte de abordar un automóvil, pues la distancia a recorrer excedía mis tiempos y mi fuerza. En el camino nos encontramos con un vehículo detenido que interrumpía el tráfico fluido, el conductor de la máquina averiada hacía esfuerzos por echar a andar el armatoste, pero no podía. Mientras tanto recibió tantos denuestos y mentadas de madre, tantos golpes de claxon e insultos extravagantes por parte del resto de los automovilistas, que hubiera deseado desaparecer o echarse a correr. Nadie le prestaba ayuda; todos, como cerdos hozando en los residuos, en la basura, lo increpaban y comían de su indefensión y accidente. La conductora del auto en el que yo viajaba se detuvo, pero no pudimos auxiliarlo y sólo compartimos las mentadas, la desesperación, el vicio depredador de los alucinados. Cualquier cosa podría haber pasado con el vehículo dañado, no hay máquina perfecta: un fluido que no corrió por los conductos adecuados, una disfunción electrónica que sólo un experto puede reconocer, pero lo que sea que haya sucedido a nadie le interesaba, el gentío motorizado sólo deseaba levantar una hoguera en medio del viaducto: linchar, escupir, vejar. ¿Qué clase de izquierda, derecha o centro es capaz de resolver ese distanciamiento que proviene de la historia y el añejo deterioro de la cultura social, la inseguridad civil y de la educación? Nadie; la izquierda, derecha (o el ridículo mote que le pongan a la dirección ideológica) utiliza a todos esos seres bípedos para llevarlos a su corral y ganar escaños y privilegios, eso es todo, allí acaba el teatro de las promesas y oscuras representaciones.
Hacia el 20 de noviembre del año pasado en CDMXYZ, tres jóvenes y muy queridos amigos sufrieron un accidente en la madrugada ya que al chofer del Uber lo venció el sueño, se descuidó y el automóvil se volcó. De inmediato apareció la policía acompañada de una ambulancia que a la vez estaba coludida con los médicos y empleados encargados de un hospital privado cercano: los bandidos asuelan y asaltan por regiones muy delimitadas. A dos de mis amigas, una de ellas casi inconsciente, las trasladaron a la clínica citada en donde las asustaron con realizarles varias operaciones —innecesarias, como nos enteramos después—. Finalmente, el asunto tomo el cauce debido: la clínica cobró cantidades exorbitantes por un par de placas y diagnóstico, los policías y los camilleros (que además robaron el bolso y los zapatos de una herida) recibieron lo suyo por parte de la clínica privada, y mis amigos fueron trasladados al hospital en donde debieron ingresar desde un principio. Me cobijo en este ejemplo para reafirmar la noción de un horizonte social de abajo y más abajo: no se trata de casos aislados, ni de meras experiencias personales, ese es el pueblo que han alimentado desde la impudicia, el desorden, el entretenimiento idiota y la corrupción, y al que ahora deben dizque gobernar. Una comunidad dedicada a la rapiña en todos los grados: desde la rapiña feral hasta la sutil rapiña del vecino o funcionario menor. No podrán llevar por buen camino a una comunidad así, ya que se trata de una metástasis y de una enfermedad muy avanzada. Las sinapsis humanas del cuerpo social no están funcionando, por ello es tan sencillo para un “ciudadano” caminar hacia cualquier rumbo “político”. No es pesimismo el mío, sino observación actual y mirada hacia el pasado. Pasarán décadas, si tenemos fortuna, antes de que la mancha humana deje de expandirse y auto devorarse. No hay comienzo de una época dorada ni fin de la caída; más bien uno tendría que aprender a vivir en el enmedio, en el purgatorio, en el paraíso de los durmientes.

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