NÚMEROS CLAROS
• Las críticas de la oposición y de los adversarios al cambio democrático, al cual han apostado la mayoría de los mexicanos, no se han hecho esperar
Se ha cumplido un año de las históricas elecciones presidenciales en México, las cuales han marcado el inicio de una nueva transformación histórica en el país. Las críticas de la oposición y de los adversarios al cambio democrático, al cual han apostado la mayoría de los mexicanos, no se han hecho esperar; todas ellas califican las medidas adoptadas de populistas y carentes de objetivos claros para solucionar los graves problemas que enfrenta la nación.
Los críticos hablan de la llegada del populismo de izquierda en México. Sin embargo, se olvidan de la llegada del presidente Donald Trump en los Estados Unidos, de Bolsonaro en Brasil y de Macri en Argentina, todos ellos hombres de derecha opuestos al libre comercio, a la lucha contra el calentamiento global, a la preservación de los recursos naturales y los derechos de los pueblos indígenas, enemigos de los inmigrantes y con posturas racistas; cuyas posiciones contrastan con el resurgimiento de la ultra derecha y en fascismo en Europa.
Los críticos al presidente Andrés Manuel López Obrador tienen como referencia el caso de Venezuela y tratan de inspirarse en la historia reciente de ese país para denostar sus políticas, calificándolas de populistas. Después de las elecciones histórica del presidente López Obrador, pese a su insistencia por empoderar a los ciudadanos y llamarlos a acompañarlo a gobernar el país, a través de consultas populares y acceso a medios electrónicos, los cuales están en línea con la gobernabilidad democrática y participativa que promueven la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Banco Mundial, los críticos lo tachan de autócrata y populista, descalificando sus propuestas.
Evidentemente, Venezuela es un caso aparte y mis discrepancias con la visión de su presidente actual me han empujado a dejar de escribir sobre ese país. Sin embargo, no se puede olvidar lo que el presidente Hugo Chávez hizo por su país en su momento y en mi columna están expuestas mis reflexiones. El presidente Hugo Chávez dignificó la vida de millones de venezolanos y trabajó con los hombres de negocios de su país para impulsar su desarrollo, los errores del presidente Nicolás Maduro y la diáspora que ha provocado, de más de 4 millones de sus habitantes, la historia le pasará la cuenta en su momento, y no lo absolverá; pero México no es Venezuela, ni el presidente Andrés Manuel López Obrador se asemeja a caudillo alguno.
El presidente Andrés Manuel López Obrador está haciendo su propia historia junto al pueblo de México. El presidente ha sido duramente criticado por contribuir a mejoraría la vida del pueblo, de los más de 55 millones de pobres del país; por poner fin al despilfarro de los recursos de las arcas del Estado, por acabar con el clientelismo electoral de sexenios pasados, el cual llevaba a los gobernantes a regalar dinero a cambio de votos y favores; ha sido criticado por iniciar una difícil lucha contra la corrupción, por la cancelación de la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco y optar por hacerlo en Santa Lucía
Sin embargo, es muy pronto para hacer una evaluación del trabajo realizado por el presidente de México y responder a las críticas. Ayer se festejaron los resultados de las históricas elecciones presidenciales del 1º de julio de 2018, las cuales permitieron elegir a Andrés Manuel López Obrador como presidente de México; no obstante, siete meses al frente del gobierno es poco tiempo para ver los resultados de sus políticas, las cuales están siendo obstruidas no sólo por sus adversario, sino por servidores públicos que aún se encuentran dentro de las estructuras del Estado y por aquellos que, habiendo sido invitados a sumarse a su gobierno, no están convencidos de su proyecto de nación o tienen el propio que, desobedeciendo al presidente, pretenden materializar o sacar el máximo provecho de sus posiciones para realizarlo.
