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A un año

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RELATOS DE VIDA

Ha pasado un año, y aún no lo entiende, son 365 días en los que su mente se encuentra bloqueada, buscando una luz para salir en medio de un muro de preguntas, recuerdos, penas y lamentos, pero el tiempo no ha usado su magia para que pueda liberarse.
En los 12 meses transcurridos ha evadido su aposento, a pesar de que su quehacer cotidiano la obliga a dirigirse a su cuarto y descansar de las tareas, el estrés, las preocupaciones, las ideas y la pesadez.
Las cuatro paredes que en algún momento cobijaban sueños, ilusiones y amor, se ha transformado en un cuarto de tiliches, en una bodega en donde se acumulan triques, fotos, ropa y zapatos viejos, algunos floreros e incluso plantas marchitas, que por un lustro embellecieron su humilde hogar.
Lucía, aún no alcanza a entender que la vida sigue, que necesita dar vuelta a la página y comenzar a escribir una nueva historia, en donde la protagonista sea solamente ella. La energía se torna negativa.
No logra comprender que necesita quitar el escombro emocional, desenmarañar los recuerdos dolorosos, adentrarse en la maleza absurda de su habitación y cortar de raíz la esperanza que obstaculiza su camino.
La única y última vez que intentó conciliar el sueño sobre su cama, se convirtió en un barco a la deriva, un bote que se inundaba de lágrimas, una escena de terror en la que las imágenes producidas por su mente la hundían hasta casi dejar de respirar.
Desde entonces el encontrar al colchón, reposando tranquilamente, genera una cadena de sentimientos malintencionados, odio, rencor, coraje que le animan a sacar todo el relleno y dejarlo  deshecho, sensación con la que se identifica a la perfección.
Fue en víspera de su cumpleaños, una noche de mayo que se convirtió en tragedia cuando al llegar descubrió a su amado esposo con su incondicional amiga y vecina, retozando libremente, como una pareja de equinos en el prado.
Escena que nubló su visión, apagó los sueños, desgarró las ilusiones y rompió en millones de cachitos su corazón; y aún más el hígado, órgano que recibió las sustancias tóxicas, esas que se producen con la desilusión.

La pareja huyó aún desnuda, pero dejó una cama confundida, uno de los cuerpos no embonaba en el hueco que había sido formado por el amor; así también quedó la mente de Lucía. Hace un año que vive por inercia, en espera de sepultar la historia pasada; quizá algún día se despida de su mundo zombi y emprenda una aventura nueva y entonces sí, le dé una oportunidad más a su cama.