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A propósito del Día Internacional de los Pueblos Indígenas

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SABER PARA CONSTRUIR
En Hidalgo existen ciertas lenguas que han sido usadas por muchos siglos, destacando la otomí—con su variante más utilizada, el hñähñú en el Valle del Mezquital–, la nahua y la tepehua. La primera está relacionada con un conjunto de experiencias afines como el mazahua, pame, matlazinca y chichimeca-jonaz.

En México, según datos recabados en 2010 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), existen 6 millones 695 mil 228 habitantes que hablan alguna lengua indígena. De ese número, 359 mil 972 son pobladores del estado de Hidalgo, lo que representa 15% de la población de la entidad.
La lengua, junto con los sistemas religiosos, permite dar sentido y significado a la realidad colectiva. En su caso la lengua indica pensar y construir el mundo. Cada lengua responde a una particular manera de concebir su entorno.
Las lenguas indígenas en México hacen del país un conjunto variado con múltiples opciones de entender la vida. Los grandes troncos lingüísticos han aflorado en una amplia gama de vehículos de comunicación, que permiten la reunión de los pueblos y la pertenencia de los individuos a una cultura y a una sociedad.
En Hidalgo existen ciertas lenguas que han sido usadas por muchos siglos, destacando la otomí—con su variante más utilizada, el hñähñú en el Valle del Mezquital–, la nahua y la tepehua. La primera está relacionada con un conjunto de experiencias afines como el mazahua, pame, matlazinca y chichimeca-jonaz.
En tiempos coloniales el otomí sirvió de lengua franca en la actual región de la Sierra Gorda, facilitando el entendimiento entre los chichimecas, los misioneros y los dueños de haciendas.
La persecución a los jonaces en tiempos coloniales daría al traste con su
presencia y cultura en tierra hidalguense, de tal suerte que su actual figura apenas está registrada con unos cuantos hablantes en Guanajuato. Tenemos así que la lengua Jonaz es apenas un pequeño reducto a punto de colapso, cuando en otros tiempos representaba a un pueblo con amplia influencia territorial dentro de la zona fronteriza mesoamericana.
Del total de hablantes de náhuatl, más de 90% se concentran en 16 municipios. De éstos, 14 forman un conglomerado al nororiente de Hidalgo en las regiones Huasteca y Sierra Alta, ubicándose en la primera los municipios de Huejutla de Reyes y San Felipe Orizatlán, los cuales destacan por su número de hablantes. Otro, Acaxochitlán, se localiza en la Sierra Tepehua. Además, en Pachuca de Soto reside un número importante de hablantes de náhuatl, y también de otomí.
En el Valle del Mezquital, así como en las sierras Alta y Gorda, se forma un bloque de 12 municipios en los que se localiza la mayoría, más del 60%, de hablantes de otomí, aunque también los hay en forma predominante en la Sierra Tepehua, entre otras regiones. Ixmiquilpan es el municipio con la mayor cantidad de hablantes de esta lengua, casi 30 mil personas.
Cerca de 90% de los hidalguenses que hablan tepehua se concentran en el municipio de Huehuetla, que se localiza en la llamada Sierra Tepehua, en el extremo oriente de Hidalgo; ahí se encuentra difundida también, entre sus habitantes, la lengua otomí.
La lengua nahua se ha concentrado aún en las ciudades estatales, compartiendo espacios con otras lenguas y el castellano. Ejemplos de ello son la cabecera municipal de Tulancingo y la ciudad de Pachuca, pequeñas Babel donde se congregan nahuas y otomíes, creando un ambiente cultural diverso, muchas veces reforzado por la vestimenta y ciertos hábitos sociales.
Las diferencias poblacionales de las tres lenguas indígenas guardan ciertas particularidades. En el caso del otomí, su presencia está vinculada a ciertas regiones: el llamado Valle del Mezquital y la Sierra Oriental, remontándose también hacia la Sierra Gorda con proporciones significativas de hablantes, cuya figura se puede
localizar en igual magnitud en sitios intermedios entre la Sierra y el Mezquital como Metztitlán, antigua cabecera político-administrativa de gran influencia regional a cuyo control estaban algunos sitios de Huazalingo, Yahualica y Xilitla en la Huasteca, y Eloxotitlán, Molango y Tlanchinol en la Sierra.
La lengua otomí se encuentra muy extendida, abarcando dos decenas de municipios, y sus mayores densidades de hablantes están en El Cardonal, Chilcuatla, Huehuetla, San Bartolo Tutotepec, San Salvador, y especialmente lxmiquilpan, municipio otomí por excelencia, tal como ocurre con Huejutla para el caso del náhuatl, aunque con diferencias notables en el número de hablantes.
De las tres más importantes, la lengua menos hablada en el territorio hidalguense es la tepehua. De acuerdo con la cantidad de sus hablantes, cuyo número apenas se acerca a los 2 mil individuos, representa un 0.5% respecto del gran conjunto étnico.
Su influencia como vehículo de expresión y significación del mundo está espacialmente restringida, pues se centra apenas en el perímetro municipal de Huehuetla, sitio montañoso en el extremo centro oriental de la entidad y en estrecha simbiosis social con los hablantes de otomí —y en algunos casos identificados como otomí de la Sierra—, concentrándose sus hablantes en los rangos de edad entre los 10 a 24 años y 50 años y más, dando a entender que, como en otros casos étnicos, jóvenes y viejos son los depositarios de la lengua, aunque los jóvenes al llegar a la edad adulta contraen su uso sin disminuirlo en forma extrema. El balance numérico censal de los últimos tiempos propone una tendencia hasta donde cabe, uniforme, respecto a la densidad lingüística tepehua.

Datos
A nivel nacional: De cada 100 personas que declararon hablar alguna lengua indígena, 14 no hablan español.
De acuerdo con el Catálogo de Lenguas Indígenas Nacionales, elaborado por el INALI en 2008, en México se hablan 68 lenguas que tienen
364 variantes lingüísticas pertenecientes a 11 familias.
* INVESTIGADOR DE EL COLEGIO DE HIDALGO