A PIE DE CARRETERA

PROSTITUCIÓN EL CAMINO QUE NO ES FÁCIL/ REPORTAJE PARTE 2
    •    “Tengo miedo de pedir ayuda, aparte no sé con quién ir, si los federales piden nuestros servicios, no creo que alguien me quiera ayudar”: Pamela


En medio de la nada, a pie de carretera, a unos metros del Motel Reforma, que fue clausurado hace unos meses, se pueden observar a dos mujeres, aparentemente jóvenes, una de ellas viste un mallón azul rey, suéter negro combinado con unos zapatos y una mariconera del mismo color, su rostro no se alcanza a apreciar, pues una sombrilla cubre su rostro, frente a ella se encuentra estacionado un automóvil Honda, parecen tener ya un rato negociando, al paso de unos minutos, baja su paraguas lo cierra, se sube al automóvil y este arranca.
Tan sólo unos pasos adelante en medio de unos postes de luz se encuentra parada Pamela, quién viste un mallón color rosa, combinado con un suéter color negro y coderas cafés; y unos botines en tono oscuro cubiertos ya de polvo, ella de complexión delgada, tez morena y una estatura de 1.65 cm, aproximadamente.
Nos acercamos a ella, le hicimos un llamado para pedirle una entrevista, luego de poner sus condiciones accedió, pues no le había caído nada en el día y con eso apenas se iba a “alivianar”, de ese modo nos dirigimos al Auto Hotel que ella índico.
“PAMELA”
“Pamela” de 20 años, originaria de Tlaxcala, se mudó a Pachuca porque en su estado su labor es pagada “muy barata”, allá les dan $150, de los cuales 30 pesos eran para el motel, quédandose con una ganancia de 120,  en esta capital cobra 300 por sus servicios.
Al entrar al Motel donde ella labora antes de pasar a la recepción pidió un adelanto de cien pesos, cantidad que le da al lugar para poder entrar a trabajar.
Entrando a la habitación, Pamela se sienta y se pone cómoda en la cama “yo soy sexo servidora, empecé en mi ciudad natal, donde se pueden encontrar mujeres rodeando las cuadras a plena luz del día”.
Ella refirió que llegó a la capital hidalguense, por medio de un “encargo”, estos son la forma en la que son llevadas a otras ciudades, “me trajeron hace ya cinco meses”. De acuerdo a lo narrado, las personas que se encargan de traer a las mujeres, las convencen por medio de engaños y relacionándose sentimentalmente con ellas.
El inicio al antiguo oficio, se va generando por medio de consejos e influencias de conocidos y personas cercanas, “yo empecé gracias a una amiga que a mis 17 años me dijo que le entrara, que ganaría mucha lana diario, de 2 mil a 3 mil pesos que sería algo fácil, que me gustaría y acepte”.
Fue así como ella entró a este ambiente laboral, en el cual con miedo enfrento a su primer cliente  “la primera vez en esto si gane más de 3 mil, pero sientes mucho miedo, porque por ejemplo a mí no me toco un muchacho, me contrato un señor, mis piernas temblaban, mis manos las sentía sudorosas, titubeaba al hablar, es algo muy difícil, te encuentras en la decisión de si lo hago o no,  pero después de hacerlo, al pasar dos semanas o más, te empiezas acostumbrar, te quitas la pena y hasta empiezas un mejor trato con el cliente”.
Fuera de su vida en este ambiente, ella es una mujer normal, que visita a su familia en cada oportunidad que tiene, disfrutando de su compañía, le gusta reír, ir al cine, navegar por internet y estar con su hija, aunque su familia no sabe a lo que se dedica, simplemente piensan que labora en una fábrica en el estado, cada fin de semana manda un dinero para sus padres y su pequeña.
EL DÍA A DÍA
Un día normal para Pamela es pararse a las afueras del Motel Reforma, el cual comentó que cerraron debido al asesinato de una de sus compañeras. Trabajando de 10 de la mañana hasta cinco o seis de la tarde, ofreciendo sus servicios sexuales con una tarifa de $300 pesos, a cambio de 15 o 20 minutos de sus servicios.
Refirió que este precio es el mismo que manejan las otras chicas “no puedes cobrar menos, aunque la chamba este muy jodida, es un precio único que se debe tener si no quieres tener problemas con las demás”. Con esta cantidad el cliente tiene derecho a la entrada a una habitación, a un desnudo de la cintura hacia abajo y a dos posiciones sexuales, durante el tiempo ya mencionado.
“Hay clientes que pagan por servicios extras, cada servicio así lo cobro a 100 pesos, que puede llegar a ser sexo oral, una posición extra, el desnudo completo ese se cobra en $500, trabajando en esto si le sacas, tan solo puedo tener hasta 10 clientes en un día de a $200 que es lo que me quedo, son 2 mil al día que en ningún otro lado te los ganas”.
Pamela un poco ya relajada y con algo más de confianza explica que el dinero que gana por día, se lo entrega a su pareja y ella solo se queda con lo que gana de los servicios extras, “así se maneja esto, más adelante hay una chava, su pareja no trabaja y ella lleva siete años en esto, se mantienen de lo que ella gana, aparte de eso ya le trajo a otra muchacha que tiene 15 años, aunque dicen que  tiene 18 pero eso es mentira”.
RIESGOS E INSEGURIDAD DE ESTAR A PIE DE CARRETERA
“Aquí te expones a muchos riesgos, como son enfermedades, que alguien te quiera golpear o te vengan a querer matar, a introducirte a las drogas, en mi caso solo me ha tocado uno que otro señor que han sido agresivos y mañosos, se quitan los condones o los rompen a propósito, penetran sin que te des cuenta, cuando me pasa algo así me hecho agua y un poco de alcohol, el miedo más grande es que me levanten (la policía), me fichen y no pueda seguir trabajando”.
Levantando la cara hacia la ventana de la habitación, Pamela suelta un suspiro, acompañado de unas cuantas palabras que dan explicación a otros tipos de riesgos que ha corrido, “en la calle me ha tocado muchas cosas, dese un taxista que viene a sacarme fotos y a decirme de cosas, hasta una persona que llego con su pene de fuera”.
“Aquí te quieren bajar la luna y las estrellas, pasan muchos carros, solo se te quedan viendo se acercan te dicen que estas guapa que eres hermosa, pero simplemente quieren que les des un servicio más barato”.
Día a día Pamela tiene que trabajar sin descanso, ya que si no acude a trabajar su pareja y las otras chicas la regañan, y aunque como a cada mujer le llegue su periodo, ella no tiene permitido faltar “aunque me encuentre en mi menstruación no paro de chambear, es muy incómodo por el sol, lo único que hago es ocupar toallas húmedas, yo ocupo dos, las exprimo lo más que se pueda, las hago bolita y me las meto en la vagina, aunque duele mucho al ponerlas y al quitarlas mi pareja me dice que tengo que trabajar”.
En este trabajo se debe tener cuidado en muchos aspectos y sobre todo en cuestiones de salud, Pamela trata de realizarse chequeos mensuales, para cerciorarse que no tiene ninguna enfermedad, aunque dice que tiene alrededor de dos meses en los cuales no ha acudido y presenta molestias en sus riñones, “tengo mucho dolor, llevo ya algo de tiempo que me duelen mis riñones, pero esta persona con la que estoy no me quiere dejar ir, pues me dice que solo son gastos y que lo único que debo de hacer es tomar agua, hubo un tiempo que orinaba sangre y por esas razones me corrieron de un motel en el que trabajaba, diciéndome que no me dejarían meter a clientes si no llevaba mis estudios médicos”.
 “Aquí llegan desde albañiles hasta policías federales a pedir servicios, hay muchas personas que se acercan, algunas quieren pagar poco y otras que te ofrecen cantidades fuertes de dinero solo por hacerlo sin protección, una ocasión andaba una camioneta dando vueltas y acercándose, proponiendo a las chicas de aquí que nos daba 10 mil por hacerlo sin protección, pero nadie quiso, la cantidad de dinero que nos daban no nos quitaría más adelante la enfermedad que nos pegara”.
Sin embargo añadió que hay gente que sólo busca los servicios para cumplir un fetiche, “me han contratado parejas que quieren cumplir sus fantasías, una chava que quería ver como su wey me cogía es lo que me ha tocado, y un federal que siempre que pasa nos saluda y de vez en cuando nos pide servicio, pero siempre es el mismo”.
SALIR DE ESA VIDA NO ES FÁCIL
Pamela desea dejar esta situación que vive, a ella no le agrada el estar en este trabajo “no me gusta estar trabajando en esto, quiero salirme pero es muy difícil, ya le dije a mi pareja que no quiero estar en esto, pero siempre me dice que me espere que ya está buscando algo mejor”.
“Mi sueño es buscar un trabajo, que aunque me paguen lo que ganó en un día a la quincena sería feliz, cuando crezca mi hija no quiero que se entere de quien fui o a lo que me dedique, quiero que ella estudie y tenga una carrera, no quiero que pase lo mismo que yo estoy pasando ya que es algo muy feo y mi pequeña no lo tiene que vivir”.
Pamela aunque es consciente de que es víctima de trata de blancas, tiene miedo de salir del negocio puesto a que no sabe a qué dependencias dirigirse para pedir ayuda, ya que piensa que se encuentran coludidos con las personas que las manejan y no le harán caso “tengo miedo de pedir ayuda, aparte no sé con quién ir, si los federales piden nuestros servicios no creo que alguien me quiera ayudar”.
 Temor a que tengan represalias con su hija, o sus familiares es otra de las razones por las cuales a Pamela se le dificulta el dejar el oficio más antiguo.

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