Mochilazo en el tiempo
Antiguamente conocida como “Escuela Correccional para Menores”
La historia de la antiguamente conocida como “Escuela Correccional para Menores” se remonta a principios del siglo XIX; que en esa época pertenecía a la Secretaría de Estado y del Despacho de Relaciones Interiores y Exteriores. Tiempo después, se creó la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública y la “correccional” quedó a su cargo.
Este lugar tiene sus antecedentes en el siglo XIX, en la zona que hoy conocemos como Tlalpan esquina con Viaducto, se encontraba junto al antiguo Hospicio para Pobres; sin embargo, esta institución no hacía diferencia entre los castigos dictados a infractores a menores de edad y a adultos.
Ese hecho generó preocupación entre las personas interesadas en la calidad de vida de los niños y jóvenes, por lo que en 1841 Don Manuel Eduardo de Gorostiza -dramaturgo, periodista y diplomático-, un consagrado filántropo, estableció la Casa de Corrección para Jóvenes Delincuentes, convirtiéndose en la primera institución en América que tuvo este propósito; la casa estaría anexada al Hospicio de Pobres -Calzada San Antonio Abad casi esquina con Viaducto, hoy cuartel de Guardias Presidenciales- y funcionaba con fondos del propio Gorostiza y también de la administración municipal.
El 7 de diciembre de 1871, el Congreso expidió un decreto que ordenaba que el Hospicio de Pobres fuera destinado para la educación y corrección penal de los jóvenes delincuentes por lo que fueron ingresados en el sistema penal y para 1884, comenzaron a ser enviados al Ex-Convento de San Pedro y San Pablo -actualmente Museo de las Constituciones de la UNAM en el Centro Histórico- aquellos que cometieron delitos menores y quienes violaron gravemente la ley, eran enviados de inmediato a la Cárcel de Belén.
El Ex-Convento de San Pedro y San Pablo funcionó como correccional por poco más de dos décadas y por con un sobrecupo constante, por lo que a inicios del siglo XX fue necesario plantear una reubicación y la gestión de una nueva sede.
Tal cual solía hacerse, se pensó que el lugar estuviera en la periferia de la ciudad, para que tuviera dos características esenciales: un predio con espacio y aislamiento suficiente. Estas características se encontraron en un terreno conocido como “Quinta de Tesorero” en el pueblo de Tlalpan, cercano a la estación de tranvías, lo que facilitaría la comunicación entre la correccional y la capital.
La construcción de la nueva sede comenzó casi de inmediato, tomando como referente la estructura del Ex-Convento de San Pedro y San Pablo; sin embargo, la correccional tendría un terreno de 40,000 m2, el doble de capacidad para internos y contaría con grandes extensiones de campo, donde se enseñaría a los reclusos a sembrar y cultivar variedad de frutas y verduras que serían utilizadas para la alimentación al interior de la correccional.
El 22 de octubre de 1908, se inauguró la correccional de San Fernando -hoy popularmente conocida como “Tribilín”- con amplios dormitorios, aulas de clases, talleres de música, panadería, talabartería, imprenta y banda de guerra.
En un principio, la correccional recibía a menores infractores y también a niños abandonados o que eran muy cercanos a criminales; además de que se estableció que ningún policía podía remitir a un menor si estaba teniendo una pelea “simple” o si había cometido un robo menor por primera vez.
“El pasado jueves fueron trasladados al nuevo edificio, que en Tlalpan se ha destinado a la Escuela Correccional para Menores, los que ocuparon por mucho tiempo el edificio del Ex Convento de San Pedro y San Pablo, que a pesar de las reformas que se le hicieron hace 10 años era poco adecuado para su objetivo, por razón de su vetustez y de hallarse en el centro de la ciudad, donde por razón natural el aire que se respira está viciado por la misma ciudad (…).
Se construyó el edificio nuevo desde sus cimientos y bastante amplio para contener el doble o más de los corrientes confinados actualmente en la escuela. La distribución que se ha dado al edificio responde perfectamente a las exigencias de la moderna educación penal. Las dependencias de que consta están distribuidas en dos pisos, en el primero están los talleres y las aulas de clases, estas últimas son de orfeón, de orquesta y de banda y las necesarias para impartir a los reclusos la instrucción primaria elemental y superior.
En la planta alta hay ocho salones, dormitorios grandes y bien ventilados y dos más pequeños que se dedican a enfermería y servicio médico, este cuenta además con departamentos para botiquín, cuarto de practicantes y demás dependencias necesarias para un servicio médico completo”.
Desde su apertura en 1908 y hasta finales de 1920, los internos llevaban un uniforme de franjas blancas y negras que cambió para la década de 1930, cuando el gobierno decidió cambiarlo a un uniforme café claro. Imagen cortesía Manuel Iván Valdespino Jaimes.
La Secretaría de Justicia se hizo cargo de la correccional hasta 1917 y a partir de ese año la responsabilidad pasó a la Secretaría de Gobernación y actualmente Subsecretaría de Sistema Penitenciario de la Ciudad de México. A lo largo de su historia, la institución ha tenido diferentes nombres: Escuela Correccional, Correccional para Menores, Escuela de Orientación para Menores, Tutelar para Menores de San Fernando, Tribunal para Menores de San Fernando y en hoy en día, lleva el nombre oficial de Comunidad de Tratamiento Especializado para Adolescentes (CTEA).
Fue hasta noviembre de 2017 que se pudo rehabilitar el inmueble sede de la Comunidad de Tratamiento, ya que desde su creación no se le había dado un “mantenimiento profundo” -a excepción de la una pequeña intervención superficial que se realizó en 1936-. Nuestro compañero David Fuentes, informaba a finales del año pasado que los internos habían sido trasladados a otros centros para adolescentes para facilitar las obras, que se declaraban como “urgentes” por autoridades capitalinas.
El proyecto contempló la rehabilitación de “áreas comunes como patios, baños y aulas, se hace el cambio de pisos, aplanado y se sustituyen las instalaciones eléctricas, sanitarias e hidráulicas por nuevas”; asimismo se colocó un área de visita íntima para los internos, a solicitud de la Comisión de Derechos Humanos de Tlalpan.
Rebeca Peralta, entonces presidenta de la Comisión Especial de Reclusorios de la Asamblea Legislativa, le explicaba a David que en esta ocasión, también se reduciría el tamaño de los dormitorios, con cupo máximo para doce personas, ya que anteriormente había de ocho a diez literas por habitación, lo que ayudaba a la gestación de motines o atrincheramientos.
En marzo de este año la Comunidad de Tratamiento Especializado para Adolescentes San Fernando reabrió sus puertas y con él una Casa de Medio Camino, un sitio donde se pueden quedar los jóvenes que obtienen su libertad que no tengan un hogar al cual llegar o al que consideren tóxico o inadecuado para su total reinserción social. Ahí pueden continuar con sus estudios o con sus labores dentro de los talleres, para poder seguir generando algún ingreso.
Diana Villavicencia reportó para “El Gran Diario de México” que “cada una de las adecuaciones hechas a la comunidad fueron pensadas de acuerdo con los estándares de la Asociación de Correccionales de América (ACA). El lugar integra infraestructura para personas con discapacidad y que por años carecía este tutelar”.
Jorge Apaez Godoy, titular de la Dirección General de Tratamiento para Adolescentes San Fernando, rechazó que era una pequeña cárcel ya que, al implementar una nueva metodología de enseñanza en mancuerna con la UNICEF y la UAM Xochimilco, se pretendía que cada chico tuviera un plan personalizado para mantenerse activo, con estudios básicos y los talleres de panadería, tortillería o carpintería.
En 2016, antes de la remodelación, había un total de 93 internos en San Fernando, aunque su capacidad es para 170.
Los delitos más frecuentes por los que los menores son internados en la Comunidad de Tratamiento Especializado para Adolescentes (CTEA) son robo a transeúnte, narcomenudeo y violencia intrafamiliar.
La imagen principal es el interior de la Comunidad en Tratamiento Especializado para Adolescentes en San Fernando, Tlalpan. Varios internos toman clases de música en sus patios. Año de 1922.