LA LUNA DE COMPOSTELA
Me fue siguiendo la luna,
La luna de Compostela,
Por sus calles medievales y sus fuentes de cristales,
Mientras la gaita sonaba
Bosque de encinos y Robles,
Santiago en caballo blanco
Peregrino y fiel guerrero,
La luna de Compostela
Incensario y daga blanca.
Azabache en noche negra
Callejones de misterio,
Cocina de río revuelto
Pan de trigo con pescado.
La luna de Compostela,
Aceituna de oro y plata,
Caballeros con su yelmo
Peregrinos por caminos
Que cruzan montes y valles,
Años, siglos y milenios,
Caminando uno tras otro
En filas sin rostro y tiempo,
Y la luna de Santiago
Blanca como las gardenias
Que crecen en pontevedra,
Donde la virgen nos busca
Manos dulces, manos blandas,
Madre santa, madre buena,
Y la luna que nos mira
Brincando de plaza en plaza
En alcázar de Segovia,
Tanto monta, monta tanto.
Justicia para la niña
Sacrificada por buitres,
Lamentos de piedra y lodo
Rodando por ríos de peces,
Plata, bronce, oro molido ,
Que se amanece cantando
En las murallas que cierran
La casa de la Teresa,
La Santa que canta y reza
Que para consuelo nuestro
Nos grita y canta al oído:
“Nada te turbe,
Nada te espante,
Quién a Dios tiene
Nada le falta,
Sólo Dios basta”.
La luna de Compostela
No me deja, me persigue,
Y tiene los mismos tonos
Que la luna de mis bosques,
Los bosques de Real del Monte,
Del barrio de El Arbolito,
Es la misma hecha de hielo
En los bosques de Laponia,
Que juega con renos grises
Y con perros siberianos,
Para terminar rendida
Dormida en torres que miran
Con sus ojos de campanas,
Faros para el peregrino
Del camino de Santiago,
El mismo que recorremos
Cada doce de diciembre
Rumbo a la virgen Morena.
La luna de Compostela
Me acorrala con su espada
De luciérnagas vestidas
Carnaval de luz y fuego,
Y se llenan los caminos
Con la ilusión peregrina
De llegar con pies doloridos
Y abrazar con todo al santo.
La luna de Compostela
Es la misma de Pachuca;
Una está hecha de nieve
La otra de plata pura,
Una tirita de frío,
La otra nace en una mina
Con fuego y sabor a paste,
Y la otra de reno asado.
Las dos se duermen y arrullan
Con el cuento de la noche,
Y sueñan con niños buenos
Que juegan en parques viejos,
Mientras los cuidan y besan
Y en diciembre son piñatas
Que se rompen en cometas.
Luna que duerme en los pinos
Esfera de nieve y frío
Y apacible nos mira
Desde el cerro de Pachuca,
Y convertida en moneda
Baja rodando hasta el parque,
Donde juega en los columpios
Empujada por el viento,
Con carcajadas que suenan
Como tambor de hojalata.
La luna a mí me persigue
En callejones de piedra,
Y me acorralan sus luces
De bengala y de posada,
Y me gusta desde niño
Tanto que ya siendo grande
Quise robarla y guardarla
Como regalo de mi hijo,
Pero entendí que la luna
Pertenece a las familias,
Que los padres la regalan
A cada niño que nace,
Que camina con nosotros
Todos los días de la vida
y que al final como barca
Nos conduce al infinito.
Es puente de plata pura
Para llegar hasta el cielo,
Y es la misma luna blanca
La del chico y de Santiago,
La del niño y del anciano,
Presente en el día primero
También en el día postrero.
La luna de Compostela
Y la luna de Huejutla
Me conocen y me buscan
En cada esquina y vereda
Y me gusta que me busquen,
Y una noche sin quererlo
Subiré por su escalera
Para convertirme en plata
en luna de Compostela.