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Un Infierno Bonito

EL REPORTERO:

Hace varios años, en un día como estos, había muchos periódicos; entre ellos El Sol de Hidalgo, El Visor, La Opinión y una veintena de periódicos más, un día estaba parado en la puerta el director, que mirando a sus empleados, los llamó a una junta. Les dijo muy enojado:

    •    Nosotros lo que queremos es que ustedes trabajen más, porque la verdad nos estamos yendo a pique, se nos está hundiendo el barco, pónganse a trabajar, lleven sus cámaras y retraten a todo mundo, si llega haber una bronca, yo me la echo encima, por eso hemos detenido las quincenas, porque no  hay dinero, yo no sé cómo le hagan pero ya, a trabajar. Y se los estoy diciendo en serio, si no ponemos corazón, cabeza y manos a la obra, nos va a cargar el diablo.

Todos salieron por distintos rumbos de la ciudad, ya les habían subido la categoría, ahora también eran fotógrafos, además de reporteros y al mismo tiempo.
Uno de ellos caminó sin rumbo fijo, no sabía por dónde ir, llegó a una calle que tenía cuatro caminos y no sabía cuál de los cuatro sería el mejor, se fue por la escuela Justo Sierra y por la parte de atrás escuchó muchas risas de niños, caminó con los brazos abiertos, buscando alguna ilusión. Vio a muchos niños parados que estaban muy contentos, viendo el espectáculo de un changuito.
Él pensó: “el dueño de este animal no paga impuestos y  con una nota en el periódico le podemos parar el alto”.
Con mucha atención, primero vio la función del changuito estaba chiquito y muy gracioso, echaba maromas para atrás y para adelante, el changuito vio al reportero y le “aventó sus cremas”, después de bailar, sacaba de un costal un pocillo grande, lo pasaba al centro, niños y grandes (que ya se habían juntado) daban una cooperación, el dueño echaba todo el dinero en un costal, lo amarraba bien y luego abría la reja de su jaula y el monito se metía a sentarse muy tranquilo.
Los pensamientos del periodista eran grandes, todos encaminados en molestar al chango, se acercó con él y le dijo adiós, le contestó su saludo, entonces el reportero aprovechó y sacó su cámara y amagó con sacarle una foto, el changuito lo arremedó y así estuvieron jugando, de momento se vino un remolino de tierra, el fotógrafo fue a taparse, pero no sabía cuál sería la reacción del changuito, cuando el periodista con sus manos se limpiaba los ojos, el changuito se salió de su jaula y se le fue a madrazos, al pobre reportero, que ya no sentía lo duro si no lo tupido.
El changuito le quitó la cámara y la quebró en su cabeza, el pobre se resbaló y ahí les llegaron las patadas, quedó todo desmadrado, con un ojo cerrado descalabrado y todo golpeado, se acercó al dueño del chango y le dijo:
    •    ¡Mire cómo me dejó su animal, es un peligro para todos los niños que vienen a ver la función!

El dueño del chango le dijo:
    •    Vamos a recordar lo último que usted le dijo o le hizo a Pancho el Changuito.

    •    Pues francamente yo no lo provoque, de momento me atacó. Para mí que su pinche chango tiene rabia.

    •    Mire, vamos a recordar qué movimientos hizo o porqué se enojó, si Panchito es muy querendón y le gusta que le saquen fotos. Recuerde, señor, recuerde.

    •    Ya me acordé, estaba yo con él jugando, cuando de momento me entró tierra en los ojos, dejé caer mi cámara que traía en el cuello y me los limpíe.

    •    Ya está arreglado, ya supe porque le pegó mi chango, tallarse los ojos en el idioma de los changos, quiere decir: “chinga tu madre” y los changuitos no son como nosotros, ellos sí quieren mucho a su jefa y esa mentada le dolió mucho a Panchito. Yo le recomiendo que se vaya a su casa o a alguna institución para que lo curen, y de pagarle su cámara está cabrón, yo no puedo señor, usted tuvo la culpa.

El camarógrafo – reportero, llegó a su casa y su señora lo desconoció y no lo dejaba entrar.
    •    Soy yo vieja, cálmate y con mucho dolor le dijo que lo curara, aparte del ojo cerrado tenía el otro volteado, estaba raspado de todo el cuerpo, hasta parecía que lo habían arrastrado de cara, de frente, de lado y de cola y con un agujero grande en la cabeza hasta llegó a pensar que por ahí se le iban a salir las ideas.

Pasaron varios días para que se aliviara por completo, fue al vapor para que se desinflamara y a la Cruz Roja para que lo curaran, aparte de los cuidados de su mujer, cuando estuvo bien, se bajó a buscar al chango para la venganza, su señora le dijo:
    •    Te voy a echar la bendición, no vaya a ser el pingo y te vuelvan a madrear.

Panchito El Changuito, al verlo, le dio la mano, con eso decía que todo había quedado en el pasado y que podían quedar como amigos. Esperó a que terminara su función, el chango hizo como siempre, sacó el pocillo de juntar la coperacha, amarrar el costal y meterse a su jaula, pero el reportero fue a saludarlo, el changuito salió de su jaula y lo saludó de mano.
El reportero le dijo:
    •    Pon mucha atención changuito, mira.

Panchito no le quitaba la vista al reportero, él sacó una zanahoria grande de buen tamaño, se la metió en medio de las piernas, donde salía un buen pedazo, luego sacó de entre sus ropas, un cuchillo y comenzó a cortarla en rebanadas, Panchito no le quitaba la vista ni parpadeaba con el fin de que viera todo lo que iba a hacer.
El reportero que le da el cuchillo al changuito y que le dice:
    •    Ahora tú haz lo mismo, 

El changuito que agarra el cuchillo, se talla los ojos y muy tranquilo se metió a su jaula.

El sábado 8 de febrero El Diario Plaza Juárez cumple 15 años de circular todos los días y como está la situación, no habrá pachanga, por eso le mandamos muchas felicitaciones a: 
Javier Peralta Sánchez, Director General.
Martin Peralta Sánchez, Subdirector Editorial. 
Adalberto Peralta Sánchez, Subdirector de Operaciones.
Vianey Tolentino Sánchez, Coordinadora de Diseño.
Oscar Raúl Pérez Cabrera, Jefe de Información.
Luis Antonio Monroy, Coordinador de Deportes.  
Rubén Mendoza Bermúdez, Coordinador de Barandilla.
Néstor Ramírez Castro, Jefe de Producción.
Alejandra Luna González, Contadora.
A Los Reporteros, especialmente a Ana luisa Vega, a todos los corresponsales, que sin ellos no llegarían las noticias, a todos los que trabajamos en El Diario Plaza Juárez, muchas felicidades. A los correctores, a las chicas que hacen la comida,  a mis compañeros de Radio y todas las personas que están atrás de un escritorio, los repartidores, los vigilantes, en fin, todos son Plaza Juárez.