“Si morimos no perdemos nada”

Tragedia humanitaria

  • “Nadie quiere dejar su país, pero el IS nos está echando y nadie nos quiere”

Están exhaustas, tiradas a la intemperie sin ningún tipo de atención ni servicios. Esperan el tren que les llevará a su siguiente destino, Serbia. Son familias enteras tienen que pelear entre ellas para trepar hasta las ventanas y lograr hacerse con un hueco.

Gevgelija (Frontera entre Grecia y Macedonia).- Los faros del coche bosquejan a lo lejos siluetas que en instantes se tornan en multitud. Bebés dormidos en brazos de sus padres, niños asidos a las ropas de sus madres recorren en grupos los pocos metros que les separan de la estación de trenes de Gevgelija, una ciudad de apenas 15.000 habitantes. Llevan días andando desde Grecia, semanas o meses si contabilizamos desde que salieron de su país. Son las dos de la mañana y más de 2.000 sirios, pero también afganos, iraquíes, bangladesíes, paquistaníes y subsaharianos duermen en andenes e inmediaciones de la terminal. Durante todo el día no ha salido un sólo tren para Serbia, desde donde continuarán su éxodo a Alemania, Suecia o cualquier país que les acoja, después de atravesar Hungría.

«No nos dicen cuándo saldrá el próximo. La policía no firma los permisos que nos piden taxistas y en autobuses para ir a Serbia», explica un hombre desesperado junto a sus dos hijos que, como la mayoría de los entrevistados, prefiere guardar el anonimato por temor a las represalias que pueda sufrir su familia por los grupos armados y el régimen sirio si se localiza su nombre.

Decenas se agolpan contra la valla que protege la comisaría de policía colindante con la estación. Alzan sobre sus cabezas los documentos que la policía les entregó en Grecia mientras ruegan se les entreguen los nuevos que les permitirán coger un taxi o autobús. Alrededor, vendedores ambulantes locales ofrecen a los refugiados fruta, agua o té a precios que triplican su costo real. (Agencias)

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