Libre comercio sucumbre frente a la guerra comercial proteccionista

Números Claros

La locura mesiánica del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump está paralizando la recuperación de la economía mundial. La economía capitalista mundial está tocada de muerte, así lo señalaba Tony Brear, el primer ministro británico durante la crisis de los “Subprime” de 2008, opinión que compartía el presidente de Francia de entonces, Nicolas Sarkozy; pero pese a que los esfuerzos por reanimar la economía mundial en el seno del Grupo de los 20 (G20), a la larga la coordinación de las políticas económicas ha sido un fracaso y la crisis de la deuda soberana en los países ricos terminó por darle una estocada más al corazón a la economía de mercado.
Nadie imaginó entonces que llegaría a la presidencia de los Estados Unidos un hombre sin visión que trabara el desarrollo de la economía capitalista, que prefiriera retroceder en lugar de avanzar, que prefiriera el proteccionismo comercial al libre comercio, a hacer de la economía capitalista del planeta una gran unión aduanera, tal como lo deseaba la Organización Mundial del Comercio (OMC). Ahora la economía mundial se encuentra estancada, el comercio mundial se ha trabado al enfrentar aranceles y cuotas, la producción industrial se ha detenido y con ello, la demanda de materias primas, la creación de empleos y el aumento de los ingresos de los hogares.
Pero eso no parece preocuparle al presidente de los Estados Unidos, más interesado en su campaña presidencial rumbo a la reelección y en el juicio político promovido en su contra por los demócratas, que en la reactivación de la economía mundial. Todo lo contrario, en los Estados Unidos se preparan las armas comerciales para lanzar una nueva andanada de aranceles contra la economía china este 15 de diciembre; ahora serán 160 mil millones de dólares de importaciones chinas, algo en que los hombres y mujeres de negocios de Beijing y de Washington no tienen ningún interés, quienes continúan apostando por un acuerdo comercial.
El 15 de diciembre próximo entrará en vigencia la última andanada de aranceles disparados por la artillería comercial estadounidense sobre las importaciones chinas, así lo anunció el Donald Trump. Pero esta nueva ola de aranceles no será la última seguramente. Ahora, se establecerá una tasa del 15% a más de 160 mil millones de dólares de importaciones chinas, en productos de suma importancia para las dos economías más grandes del mundo, tales como teléfonos móviles, computadoras, juguetes o ropa deportiva, que intensificarán la guerra comercial y pondría inclinarla a favor de China, provocando la ira de muchos empresarios estadounidenses que no respaldan al presidente Trump.
Si bien la presión está aumentando en ambos países para avanzar hacia un acuerdo comercial, prometido en octubre pasado por el presidente Trump, el respaldo de los Estados Unidos y las declaraciones de Washington a favor de la democracia en Hong Kong, bien podrían hacer que ahora China movilice su artillería contra la economía estadunidense.  y en contra de la represión de la minoría uigur, el diálogo no se ha roto con Beijing. Larry Kudlow, asesor económico estadounidense, señalaba el viernes pasado que el acuerdo comercial aún estaba cerca de concluir; sin embargo, esta vez bien podría ser China quien presione a los Estados Unidos para modificar su postura y avanzar.
El presidente estadounidense, como ha ocurrido con las negociaciones con México y Canadá con las negociaciones sobre el acuerdo comercial con aranceles (T-MEC) que pretende poner fin al libre comercio en América del Norte y eliminar el TLCAN. Pekín no escucha a los empresarios estadounidenses y los chinos no tiene ningún interés en imponer nuevas tarifas y minar las negociaciones con Washington.
Las compañías de los Estados Unidos que están produciendo masivamente para el mercado chino podrían ser las afectada y los mejores aliados de Beijing en esta Guerra. Apple, será, sin duda, una de las empresas más afectadas y los consumidores chinos verán subir los precios de sus productos o verse imposibilitados de acceder a ellos, si China impone nuevas medidas comerciales para defender sus intereses.
Los primeros resultados de una guerra absurda, Durante los primeros diez meses del año, las importaciones estadounidenses de productos chinos cayeron 14.4%, con respecto al mismo período de 2018, unos 382.1 mil millones de dólares, mientras que las exportaciones estadounidenses también cayeron 13, 6% a 87,6 mil millones de dólares, según la Oficina del Censo de los Estados Unidos. Pero ahora China se prepara para eliminar todos los softwares extranjeros para 2022, de acuerdo a una directiva oficial; por lo que, a partir del próximo año, el 30% de las computadoras y software extranjeros utilizados por la administración china deberán ser eliminados.
Ello constituye una respuesta contundente contra el presidente Trump, que ha prohibido por completo a Huawei y ZTE en sus mercados. Los planes de Beijing son eliminar el 30% del equipo extranjero en 2020, el 50% en 2021 y el 20% restante en 2022; con ello, la guerra comercial apuntaría sus baterías contra el sector de alta tecnología estadounidense. Con ello, China demuestra que asumir una posición proactiva contra el presidente Trump y sus políticas es más rentable que sucumbir al miedo; por lo que, más que desear ver la aprobación de un tratado comercial con aranceles del T-MEC, el gobierno mexicana debería esperar a que lleguen los demócratas al poder, para profundizar el libre comercio dentro del TLCAN.

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