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Un Infierno Bonito

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LA POLICÍA SIEMPRE EN VIGILIA      

LE FALLARON LOS CÁLCULOS A UN POLICÍA

Un Policía Bancario de nombre Jaime Trinidad Paredes de Tulancingo, Hidalgo, echó en reversa la patrulla y apachurró a una mujer que llevaba a un señor en una silla de ruedas, se dio cuenta hasta que sonaron como claxon, se detuvo y se bajó, para mirar sus gracias, el señor Jorge Ortiz Gómez de 54 años de edad estaba tirado, y su señora María Cruz Hernández de 52, que empujaba la silla de ruedas para subirla a la banqueta, se llevó un buen madrazo.
El lunes pasado por la tarde, sucedió el accidente en el Boulevard Adolfo López Mateos, la gente que lo vio, le mentó toda su madre al Policía por baboso, le siguieron diciendo de cosas y él mejor se tapó las orejas y dijo: “botellita de vinagre”. Pidieron ayuda a la Cruz Roja y a los bomberos,  llegó la Policía Municipal y pusieron como lazo de cochino al chofer por burro. Declaró la señora ante el Ministerio Público de ese municipio, que a su señor le falta una pata, que se la cortaron porque está diabético, y es una bronca atravesar el Boulevard Adolfo López Mateos y la Calle Nayarit.
Los automovilistas se hacen güeyes y no les dan chance de cruzar.
De momento se detuvo la patrulla, ofreciéndoles que pasaran, cuando lo hicieron, se estacionó unos metros adelante, cuando la señora estaba pujando para subir la silla de ruedas a la banqueta, porque no hay rampas para discapacitados, la patrulla se echó en reversa y le pegó a la silla de ruedas, tumbó al señor y luego arrastró a la señora, hasta que una viejita le hizo señas al Policía Industrial, de que había desmadrados a los señores, fue cuando se bajó de la unidad.
El señor se quejaba, lo mismo que la señora, estaban los dos en el suelo con la silla de ruedas hecha charamusca; en el hospital dijeron que la mujer sufrió raspones en la cara y en brazo izquierdo, el señor fue solamente apachurrado con su silla, del susto quedó mudo, hacía señas señalando al bancario y le movía la mano hacia atrás. El chofer no quiso hablar para nada, lo llevaron a las oficinas de la Policía Bancaria, donde quedará arrestado según el estado de las personas que apachurró, la patrulla fue llevada al corralón, a la espera que lleguen a un convenio con los accidentados para pagarles los daños, el policía les hizo ver  que al señor le falta una pierna y esa no entra en el pago.

UN LADRÓN LO DESPOJÓ DE SUS PERTENENCIAS

El lunes por la tarde, Roberto García, un chavo de 16 años de edad, fue detenido por los cuicos, estaba acusado de haber asaltado a dos mujeres y a un repartidor de pizzas, aunque lo negó, según su versión iba corriendo porque hacía mucho frío, que el metereológico nunca le atina, dijo que iba  a hacer calor y le falló como siempre, porque la mañana estaba muy fría.
Pero eran las 4 de la tarde, como que algo no cuadraba.
Todo empezó cuando un repartidor de pizzas le gritó a una patrulla, por la calle de Arizpe, que se parara, que lo habían robado, iba con la lengua de fuera, su moto no le jaló y correteaba al que le robó su cartera, a pata.
Los oficiales lo siguieron, le cerraron el paso, agarrándolo de las greñas, para que no se les escapara, llegó con ellos el pizzero, lo identificó, el ladrón dijo llamarse Roberto García Reynosa, con domicilio en la calle de Palo Blanco, número 100 en el barrio del Mirador, les aseguró que el pizzero estaba loco y le gritaba “¿cuál cartera?”
Los cuicos le metieron mano y la encontraron. Dijo Agustín Hernández, que reparte pizzas, que en la cartera llevaba mil varos. Al abrirla, era cierto, pero debajo de los calzones, del lado del frente, el ladrón llevaba una bolsa negra de mujer, cuando le preguntaban de quién era, llegó corriendo la dueña, María Leticia Granados Hernández de 31 años, con domicilio en la colonia Centro, comentó que le había dado matanga dijo la changa. Los policías vieron que Roberto estaba muy nalgón, le metieron la mano y le sacaron otra bolsa color negro, llegó corriendo la dueña, María Geli Jiménez Serrano de 17 años de edad, con domicilio en San Juan Tilcuautla, Hidalgo, les dijo que estaba mirando un aparador  cuando pasó el ladrón y le arrebató la bolsa, echándose a correr, no lo pudo alcanzar, pero tampoco lo perdió de vista, había pensado en llegar hasta donde se parara, para darle en la madre, por rata.

NEGARON ATENCIÓN A UNA PARTURIENTA

Y tiró al chamaco en la calle,  Martina López Ángeles de 28 años de edad, acompañada de su madre, caminaban por el monte para llegar antes de que se le saliera el chamaco, era primeriza y gritaba como chivo por los dolores, cada rato se paraba y se agarraba la panza, su madre le daba ánimos, les faltaban 2 horas para llegar al Hospital Regional de Tlanchinol.
Le escurría el sudor por todas partes, se la habían aventado a pata desde la comunidad, eran como 10 kilómetros de distancia.
Llegaron arrastrando las patas de cansancio, cuando el médico le metió la mano a la señora le dijo que todavía le faltaban más de 24 horas. Agustina, madre de la parturienta, le comunicó al doctor que ya se la había roto la bolsa, que le viera las patas chorreadas, que no creyera que se había orinado en los calzones, el galeno, enojado, le dijo que se la llevara a su casa, le reiteró que le faltaba mucho para aliviara, dio órdenes a las enfermeras que las sacaran del hospital.
Caminaron unos metros, al llegar al campo de la Unidad Deportiva “El Ocotal” su hija no pudo caminar, comenzó a dar unos gritos tan fuertes que se escuchaban por todo el poblado, los perros no dejaban de ladrar y los niños lloraban, refugiándose con sus padres, mientras que las mujeres rezaban una plegaría, pensando que era La Llorona.
Los mismo lamentos despertaron a los Policías Municipales, que fueron con miedo a ver qué pasaba, se acercaron y una señora le hacía casita a su hija, que estaba dado a luz a un chavito, la mujer, por su ignorancia jaló al niño de las patititas y ese fue el último grito de Martina, que se desmayó. Los policías enredaron con lo que pudieron al niño y se los llevaron en su patrulla al mismo hospital, donde horas antes les habían negado el servicio. Los policías reportaron a sus superiores que ellos lo vieron con esos ojos que se van a comer los gusanos, que sobre un rebozo, a la intemperie, la señora, ayudaba a su hija a que diera a luz, la mujer llorando, explicó:
“Todo el domingo estuvimos pidiéndole al doctorcito que atendiera a mi hija, pero no quiso y nos echó fuera, en la madrugada le ayude a jalarlo”. La joven mujer recibió atención en el Hospital, le hicieron estudios junto con su recién nacido, estuvo a punto de morir desangrada por el parto, luego les dio gusto cuando la madre abrió los ojos y llamó a su mamá por su nombre, le habían dicho las autoridades al médico que si se moría, se lo cargaban, por eso tiene que aliviarla a huevo.