China, devaluación competitiva en serie sin escuchar a sus críticos

El Banco Popular de China, el banco central, ha actuado de manera independiente y pese a los reclamos de los países occidentales por mantener el yuan subvaluado (por debajo de su valor real), lejos de llevar a cabo la revaluación exigida de su moneda, ha hecho lo contrario.

 

Desde hace tiempo hemos señalado que China es ya en centro del mundo capitalista y hoy tiene es sus manos al planeta. La resistencia de los países desarrollados a un nuevo orden económico internacional, que se ha ido imponiéndose bajo la propia dinámica del desarrollo, es obvia; el estallido de la crisis en 2008 constituyó la expresión de que algo ya no marchaba bien en la economía capitalista y había que actuar.

 

No sólo se trataba de la crisis ecológica, impulsada por el calentamiento global del planeta y la industrialización, ni de la crisis alimentaria de la que había advertido alarmada la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 2006, tampoco de la crisis del Fondo Monetario Internacional (FMI) que en ese mismo año se declaró en quiebra por falta de recursos financieros. El plante en su conjunto estaba en crisis y exigía un nuevo orden económico y político internacional, un acuerdo global para actuar coordinadamente para atenuar los efectos de una crisis global.

 

Y en ese contexto, los países ricos del norte pensaron que podrían mantener su hegemonía mundial por los Siglos de los Siglos y no se percataron que mientras iban de foro en foro, de un conflicto a otro, China sigilosamente se metía en África, América Latina, Asia y en sus propios países; poco a poco se iba apoderando de sus empresas, de sus recursos y convirtiéndose en su principal acreedor.

 

Después del estallido de la crisis en 2008, la soberbia de los países desarrollados aglutinados en el Grupo de los 8 (G8), con su extensión en el Grupo de los 20 (G20) al que pertenece México, pesó más que el llamado que hiciera el padre nicaragüense Miguel d’Escoto Brockmann, Presidente de la Asamblea General de la 63º Sesión de las Naciones Unidas, a celebrar una cumbre de líderes mundiales, del 24 al 26 de junio de 2009, para analizar la peor crisis económica que había vivido el mundo desde la Gran Depresión de 1929.

 

El desprecio de los países del G20 por el resto de las naciones se evidenció al no darle la importancia a esa Conferencia de la ONU y enviar a ella a Directores Generales o Embajadores, sin buscar llegar a acuerdos ni compromisos que permitieran avanzar hacia un nuevo orden económico mundial y una mayor coordinación entre los gobiernos para enfrentar la crisis y lo que surgiría de ella.

 

Recordemos que la globalización, fase actual del proceso de internacionalización de las economías nacionales, ha puesto en una interdependencia inmensamente reciproca las decisiones de empresas y gobiernos, de tal manera que una decisión aislada de una empresa o de un país, termina afectando al resto; por esa razón es que la coordinación en la toma de decisiones se hace imprescindible hoy, sobre todo entre los gobiernos.

 

Esto es precisamente lo que no ha pasado hoy en el planeta, mientras los Europeos siguen viendo como imponen su normas a Grecia y lo obligan a pagar su deuda y los Estados Unidos enfrascados en el relevo presidencial, en la lucha contra el Estado Islámico, los acuerdos nucleares con Irán y otros conflictos en Medio Oriente como el palestino, sin olvidare la disputa de todos ellos con Rusia por su política anexionista; China ha decidido actuar por su cuenta, pensar en la salud de su economía sin importarle los reclamos de sus socios ni las consecuencias de sus decisiones.

 

El Banco Popular de China, el banco central, ha actuado de manera independiente y pese a los reclamos de los países occidentales por mantener el yuan subvaluado (por debajo de su valor real), lejos de llevar a cabo la revaluación exigida de su moneda, ha hecho lo contrario.

 

En esta semana el banco central chino ha realizado cuatro devaluaciones consecutivas del yuan, sin previo aviso ni consulta alguna con sus socios. Sin duda, se trata de una devaluación competitiva del yuan, en medio de una caída de sus exportaciones en el mes de julio en más de un 8.3%, la más alta en los últimos cuatro meses.

 

Pese a que el banco central de China, había dicho que los fundamentos de la economía china no justificaban una mayor depreciación del yuan, que ha perdido ya un 4% de su valor frente al dólar con las devaluaciones sorpresivas iniciadas el martes, la moneda china ha vuelto a perder terreno este jueves, y seguramente este viernes nos haya dado otra sorpresa.

 

Antes de esta devaluación, el Banco Popular de China había establecido una paridad de 6.4010 yuanes por dólar, por la tarde la moneda china se cotizaba en 6.4080, perdiendo -0.1%, una caída pequeña en comparación con los registrados en los últimos días. Desde marzo, el yuan fluctúe más o menos 2% sobre la cotización de referencia.

 

Como parte de una política para estimular las exportaciones y el crecimiento de la economía, el banco central chino devaluó el yuan en casi el 2% el martes pasado, pero el miércoles sorprendía al mundo con una nueva devolución llevándolo a su nivel más bajo en cuatro años, perdiendo en dos días prácticamente el 3.5% de su valor en el mercado chino y 5% en los mercados del planeta; y cuando todos pensábamos que el proceso devaluatorio había concluido este jueves China volvió a sorprender a sus socios al continuar devaluando su moneda.

 

En esta semana el banco central chino ha llevado al yuan de 6.2298 yuanes por dólar el martes a 6.3306 unidades china por dólar el miércoles, dejándolo deslizarse hasta 6.4010 yuanes por dólar para terminar en 6.4080. De este modo, el yuan pasó de una perdida de su valor de 3.5% del miércoles a una perdida adicional de 1% este jueves. Hasta hoy, durante la semana el yuan ha perdido el 5.24% de su valor, considerando su deslazamiento diario.

 

Pese a las justificaciones chinas y a su rechazo al inicio de una guerra de divisas, se evidencia que el gobierno chino es favorable al deslizamiento del yuan para defender la competitividad de sus exportaciones en los mercados. Algunos analistas esperan que el banco central chino permita una caída hasta del 10%, algo que el gobierno ha dicho que es un rumor infundado, pero ¿Cómo puede China lograr una tasa de crecimiento al menos del 7% si sus exportaciones se desploman?, en medio de una economía mundial atascada en una recesión no anunciada, con mediocres ritmos de crecimiento de las economías nacionales y una caída de su demanda agregada.

 

Por lo pronto, las exportaciones chinas han vuelto a ser más competitivas que las mexicanas en los Estados Unidos, pues mientras China deja que el yuan de devalué, el Banco de México sigue gastado las reservas internacionales para defender al peso, el cual se mantiene aún sobrevaluado en un 8% ¿Por qué no dejar que sea el mercado quien determine la verdadera paridad del peso frente al dólar ahora, en lugar de derrochar las reservas?

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