Letras y Memorias
Al estar rodeado de páginas, palabras y letras, en uno siempre surge la intención de ser parte de ese mundo, de convertirse en el creador celestial de historias o el narrador de los pasajes cotidianos de esas personas que medianamente conocemos en las calles de esta y muchas más ciudades.
Es obviamente un reto hilar letras y palabras para que embonen entre sí, y con tal cohesión que terminen por deslumbrar a quien lee, no con la intención de jactarse por el texto concluido, sino con el objetivo de que quien nos conoce por los escritos, nos reconozca por aquello que sentimos, pensamos y creemos.
Hace casi seis años, tuve la oportunidad de conversar con un hombre llamado René Avilés Fabila. Desconocido para mí en ese momento, René resultó ser el sujeto determinante para aferrarme al sueño de ser escritor, en algún punto de mi vida, pues en la breve charla -de apenas tres o cuatro minutos- recibí uno de los consejos más valiosos que alguien me haya dado: “no dejes de escribir, escribe hasta cuando no tengas ganas de hacerlo”, me dijo el señor Avilés, antes de estrechar mi mano y sonreír.
“El Búho”, como le decían a René, dejó de ver la luz de este mundo el 9 de octubre de 2016, y ese día fue como si de pronto las letras mías lloraran, pues aunque él no lo sabía, yo me sentía un escritor en formación gracias a las tres conversaciones totales que tuvimos posteriores a eventos universitarios. Avilés Fabila representó pues, una suerte de mentor sin tener que serlo; así que este primer paso de este nuevo comienzo, quisiera dedicarlo a él.
Siendo más joven, soñaba con muchas cosas. Como cualquier muchacho promedio de este país, quise ser futbolista, incluso llegué a jugar en las fuerzas infantiles de la academia rojinegra del Atlas, pero nada más grande pasó. Quise también ser un brillante ingeniero, pero, vaya que lo mío no era mezclarme entre números, derivadas, ecuaciones y todo ese asunto.
En la mente de quien hace años fue más joven, desfilaron muchas ideas en torno al futuro: sacerdocio, el psicoanálisis, ser estrella de rock y tal vez hasta actor. Pero de entre todas esas opciones, había una que me llamaba la atención: la hermosa labor del periodista.
Gabriel García Márquez decía que en el periodismo se sufre como perro, pero que sin duda es el oficio más hermoso del mundo. Y no estaba equivocado. Para quien hoy les escribe desde la formación periodística que tuvo en la Máxima Casa de Estudios Hidalguense, vivir en el mundo del reportaje, las notas y crónicas, ha sido una de las experiencias más fascinantes que he podido tener.
Cuando yo pensaba en ser periodista, me imaginaba escenarios en donde estaría haciendo reportes televisivos desde lugares en conflicto, o realizando la cobertura de unos Juegos Olímpicos o, mejor aún, entrevistando al Jugador Más Valioso de un Super Bowl; pero al final no todo es lo que imaginamos, porque a veces puede ser aún más de lo que dibujamos en la mente, y henos aquí.
De cierta forma, escribir mucho me conectó con el periodismo y viceversa. Y es que uno nunca sabe cuando puede contar la historia del año, al narrar una peregrinación o al entrevistar a una floricultora; tampoco se sabe a ciencia cierta si en las calles de Pachuca podrán captarse relatos impensables al mirar los ojos de transeúntes que van apurados o relajados.
Es ahí donde radica la magia del periodismo y sus letras, en la increíble maravilla de creer que, una historia puede surgir prácticamente de cualquier lugar, justo como Ryszard Kapuscinski nos lo enseñara en sus crónicas, trabajo que me hace concluir dos cosas: la primera es que escribir siempre será una forma sublime de retratar realidades sin importar dónde estemos o qué veamos; la segunda, es que todos deberíamos por lo menos escribir un poco a diario, porque son las palabras el corazón de nuestra lengua, y el regocijo del alma.
Nos escribimos y leemos, el próximo martes.
Mi correo: esma.odh@gmail.com
NOTA DE LA DIRECCIÓN: Editor de la sección A de información general junto con Julio y Martín, Osmar se aventura a partir del día de hoy y cada semana en el mar de la creación. Su columna LETRAS Y MEMORIAS aparecerá los días martes de cada semana y nos ha prometido que ante todo buscará narrar, contar, acercarnos al mundo que ve y conoce. Nos congratula que un joven, muy joven editor del periódico que usted tiene en sus manos, dé sus primeros pasos en el terreno de la creación literaria aquí, en su casa, en la de usted que nos lee, en la de todos.
“Un viaje de mil millas, comienza siempre con un solo paso” – Lao Tse