Cuando regresemos como calaveras

LAGUNA DE VOCES
    •    “Sabe el hombre donde nace, pero nunca donde ha de morir”… 


Los difuntos partieron con puntualidad a sus lugares de origen. Si de algo podemos estar seguros es que el año entrante regresarán, y eso difícilmente se puede afirmar entre los vivos, porque más de uno de nuestros conocidos se habrá unido a la ofrenda para ser recordado con todas sus manías y gustos, “cuando en vida”.
    “Sabe el hombre donde nace, pero nunca donde ha de morir”, diría el poeta, y por eso es importante mirar con interés cada uno de los lugares donde la fortuna, o mala fortuna, nos lleva a través de la existencia, con el único fin de saber dar cuenta, llegado el momento, del lugar donde se le ocurrió agarrarnos a la Catrina vaporosa y sugerente.
    Hoy empieza la semana que apenas se abrirán los ojos y habrá terminado. Es decir un suspiro para los que no fueron a la oficina o a la escuela.
    Y lo que ahora viene es prepararnos para las festividades de fin de año, con lo que de un modo u otro nos acercamos a paso veloz, a la fecha no prevista –al menos por nosotros- en que decidiremos si seremos calacas catrinas o de pueblo, es decir sin traje y sombrero de copa.
    Para algunos resulta una angustia absoluta que de pronto el calendario aparezca con el año 2020, si apenas hace rato se hablaba del 2010, lo que quiere decir que sin darnos cuenta le agregaremos más años a la edad, y luego entonces todo empieza a complicarse.
    Acudimos a las letras sabias de Juan Gabriel, en que nos muestra con absoluta claridad, que Dios puede perdonar pero el tiempo a ninguno. Y en este asunto ninguno se escapa por más dinero que tenga, poder o gloria. “En petate o en petaca”, todos iremos a dar al panteón dice otra canción tradicional mexicana.
    Porque somos finitos es que aspiramos a un mucho de justicia divina, que implique si no castigos eternos para los malandrines, por lo menos un piso parejo para todos, algo así como lo que exigen los políticos que quieren ser candidatos a la Presidencia de la República, que por supuesto no se da en ningún plan terrenal, por el simple y sencillo hecho de que es un plan terrenal.
    Inmortales, acabaríamos por perder la certeza absoluta de que la vida es valiosa en cuanto se puede terminar en cualquier momento, y totalmente inútil si nos esperan siglos y siglos de existencia.
    Aunque quién sabe, dicen algunos, a lo que todos nos preguntamos qué haríamos con una vida que nunca terminara, con la terrible visión de ver morir a todos los que conociéramos en ese larguísimo trayecto sin muerte propia.
    Por lo mientras, y qué bueno, lo que pase o deje de pasar cuando hayamos sido alimento de los gusanos o para el horno de altísima temperatura, no lo sabemos, y si es asunto de cerrar los ojos y quedarse en un sueño sin sueños, ni hablar, porque ni cómo reclamar si todo se apaga.
    Así que al final del día todo se explica por lo que ya alguna vez anotamos: construimos una inmortalidad única y vital a través del amor, de recordarlos siempre que se pueda, siempre que llegan estas fechas y están con nosotros como este año lo hicieron.
    Esa, al menos hasta el momento, es la única posibilidad de trabajar por nuestra propia vida eterna. Si los recordamos, alguien hará lo propio en un futuro, que esperamos muy, pero muy lejano.
    Estuvieron en casa nuestros padres, hermanos, amigos, los que partieron con la profunda certeza de que en el amor vivirían.
    Y eso sucedió.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
twitter: @JavierEPeralta

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