Un Infierno Bonito

JUANITO “EL QUIJOTE”

Juan “El Quijote” era un hombre alto, flaco, tenía los ojos de tomate hervido (verdes), piel blanca, barba y pelo rubio, Por ahí se comentaba que cuando se fueron los españoles, él era un niño y no se lo llevaron, al reírse, se le  caía la baba. Trabajaba como albañil en la Hacienda de Loreto, su maestro se llamaba Néstor y seguido lo regañaba, era un viejo de pocas pulgas y hacía muchos corajes, con él.

    •    ¿Qué pasó contigo “Quijote”? Voy a creer que seas tan burro, tienes muchos años de albañil y no sabes hacer la mezcla.

El maestro Néstor le dio una patada en las nalgas:
    •    ¡Cálmese, pinche maestro, porque un día de estos le voy a poner en la madre!

    •    ¡Atrévete y verás cómo te corren del trabajo!

    •     No, porque lo voy a esperar allá afuera, a ver si de verdad es usted muy macho, aquí se pone a rebuznar porque lo defienden sus jefes. A ver si como ronca duerme.

    •    ¡Ya dijiste! Nos vemos a la salida, pero antes tienes que trabajar, súbete al andamio y echas el aplanado.

    •    ¿Por qué no se sube usted?

    •    Porque tú eres el chalán y obedéceme, porque yo soy el que te voy a madrear por flojo.

    •    El flojo es usted, se va todo el día a tomar pulque con los de la fragua, pero voy a ir a rajar leña con los ingenieros, para que le den calle.

El maestro Néstor se regresó muy enojado, le dio un aventón que se fue para atrás, cayendo dentro de la mezcla, se levantó sacudiéndose la cola.
    •    ¡Ya sacó boleto!

El maestro se alejó y le mandó de ayudante al “Nahual”
    •    Ja, ja, ja. Ya ves pinche “Quijote” lo que te pasa por rezongón.

    •    ¡Cállate baboso!

“El Quijote” se subió al andamio, que tenía 6 metros de altura y le gritó a su ayudante:
    •    “Nahual” amárrame el bote de mezcla.

“El Quijote” de mala gana, trabajaba con la cuchara, aventaba la mezcla, quedando pegada la mitad y la otra iba para el suelo.
    •    ¡Órale “Quijote” estás tirando toda!

“El Quijote” le mentó la madre y siguió trabajando, en esos momentos iba a salir un camión de la compañía en reversa, el chofer hacía maniobras para no rozar el andamio donde estaba “El Quijote”
    •    ¡Échame aguas “Nahual”!

“El Nahual,” se paró en medio, a manera que el chofer lo viera por el espejo y con la mano moviéndola  hacia atrás le decía.
    •    ¡Viene, viene. Quiébrate tantito a la derecha!

Con chiflidos y señas el camión salía poco a poco, pero al “Nahual” le fallaron los cálculos y el camión pegó en una de las vigas que sostenían el andamio, tirándolo con todo y el “Quijote”. Por los gritos y el escándalo salió el jefe Andrés Hernández y se dirigió al chofer:
    •    ¡Mira lo que hiciste pendejo, ya mataste al “Quijote”

    •    “El Nahual” me echó aguas y me dijo que pasaba.

    •    ¡Para que te sirven los espejos, idiota!

Mientras alegaban llegó el maestro Néstor y el jefe muy enojado le dijo:
-¿Dónde andabas? Ya se lastimó uno de tus trabajadores.
– Andaba revisando el trabajo de los demás, ¡Caray! No los puede uno dejar solos porque se lastiman.
Don Ramoncito, el carpintero, les dijo.
    •    ¡No está muerto “El Quijote” ya abrió un ojo!

Por estar discutiendo se habían olvidado del “Quijote” que estaba tirado debajo de unas tablas, todo lleno de mezcla.
    •    ¡Llamen a la ambulancia!

    •    ¡No está el chofer, se fue a desayunar!

    •    ¡Me lleva…Llévenselo al hospital, no me importa en qué, pero rápido. “Nahual” ve avisar a su casa que se accidentó.

El Nahual” llegó a la casa del “Quijote” pero su vieja no estaba, se había ido al mandado y le dejó el recado con una vecina.
    •    ¡Por favor señora, le avisa a la vieja de Juan que se cayó de un andamio y se lo llevaron al hospital de la compañía!

    •    ¿Está grave?

    •    ¡Si! se cayó de cabeza de una altura de 6 metros.

    •    ¡En la madre! Gracias joven, yo le aviso.

Cuando llegó Panchita, la vieja del “Quijote” y le dieron la noticia,  se le doblaron las patas y cayó de madrazo al suelo, sonando su cabeza como calabaza. Otra de las vecinas gritaba:
    •    Denle a oler alcohol. Está desmayada.

La señora “Pancha” se levantó llorando, como la llorona  no sabía qué hacer, daba vueltas y se tapaba la cara. Comenzó a gritar como loca, le tuvieron que dar una cachetada, para que reaccionara.  Al llegar al hospital tuvo muchos problemas, ahí no dejan entrar a nadie, se metió a huevo aventando a las enfermeras y llegó hasta la cama donde estaba “El Quijote”, vendado de la cabeza, parecía momia, lo abrazó y gritó a todo pulmón:
    •    ¡No te vayas a ir Juan, no me vayas a dejar con tanto hijo!

Todos los enfermos de la sala levantaron la cabeza a ver quien chillaba tan feo, que hasta los había espantado. Entró la jefa de enfermeras acompañada del velador y del jardinero y cargándola la echaron a la calle.
    •    El señor está delicado, no está agonizante, cállese y váyase a su casa, mañana son las visitas a las 11 de la mañana. Al día siguiente, la señora entró a verlo y le dijo:

    •    ¡Ay viejo, que sustote me diste! Me cae que pensé que ya te ibas a ir con los diablos!

    •    Me salvé de pura chiripada, pero me duele todo el cuerpo, no me puedo mover,  ya tengo todas las nalgas agujereadas de tantas inyecciones y tengo mucha sed.

    •    ¡Ahorita les digo a las señoritas que te den un vaso de agua!

    •    ¡Agua! Si no soy rana, ve con las señoras arriba del Mercado Primero de mayo y me traes un litro de pulque, ya tengo el hocico seco y de por ahí me traes unas gordas de tripas y de carnitas, aquí nada más me dan atole y gelatinas.

    •    ¡Eso va a estar más pelón que salinas! ¿Cómo las voy a traer si en la puerta revisan todo, no dejan entrar las bolsas?

    •    ¡No seas gacha vieja, es mi último deseo, me voy a morir de sed!

    •    ¡Bueno, no te preocupes ya pensaré cómo le hago para meter lo que quieres, mañana vengo.

Al día siguiente “El Quijote” esperaba con ansiedad a su vieja y cuando entró, le preguntó:
    •    ¿Me trajiste lo que te pedí?

    •    ¡Cállate! Que por ahí anda una enfermera, traigo una botella de pulque metida en el sobaco, a ver si no está tibia.¿Pero cómo la vas a agarrar si tienes las manos enyesadas.

    •    Levántame tantito y me lo echas en la boca.

“El Quijote” abría el hocico como cocodrilo y la señora le echaba el pulque, cuando veía a una de las enfermeras, se guardaba la botella donde la traía. Entró la enfermera y olió algo raro, movía la nariz para oler mejor, le dijo a la señora:
    •    Se sale un momento, porque lo voy a inyectar.

La señora se levantó  nerviosa y se le cayó la botella del pulque, se armó un verdadero desmadre, la sacaron a empujones, la cajetearon y dieron orden de que ya no la dejaran entrar. “El Quijote” sufrió mucho, no por las dolencias sino porque estuvo internado un mes sin probar pulque.

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