Dicho esto (escrito, quiero decir), podríamos pensar que cada uno tiene
una felicidad distinta, que lo que una persona necesita para ser o sentirse
feliz, a otra puede parecerte innecesario o banal, pero nada está más
alejado de la verdad, pues el camino de la felicidad nos lleva a objetivos
comunes
A Grisel, quien me ha motivado a hacer cosas nuevas y desear más de la
vida…
Estimados lectores (soy optimista y espero sea más de uno), no quiero
comenzar sin antes agradecer a este distinguido diario por brindarme la
oportunidad y el espacio para compartir con ustedes ideas, pensamientos
y opiniones acerca de temas diversos (se aceptan propuestas). Espero
seamos cómplices a través de la escritura y la lectura esta y muchas otras
veces.
El título elegido para hoy no se refiere a la película interpretada por Will
Smith (2006), cuya trama gira en torno a la vida del norteamericano Chris
Gardner; tampoco a uno de los tres derechos inalienables contenidos en la
Declaración de Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica (el
derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad), sino de la
legítima aspiración que todo individuo tiene por derecho de nacimiento,
pues no podemos negar que todos anhelamos ese “estado de gracia” o
“nivel de vida”: ¡ser feliz a plenitud! Ni más ni menos.
Sin embargo, seguramente hemos escuchado a muchas personas
preguntar: ¿qué es “ser feliz”?, ¿es posible ser feliz por completo?, ¿qué
hace que seamos felices?, entre otras interrogantes al respecto, y aunque
parece ser un tema trillado, este asunto ha sido abordado por gente de
todas las épocas, desde quienes han dedicado frases y pensamientos,
hasta quienes han escrito verdaderos tratados acerca del mismo; no
obstante, digan ustedes: ¿alguien por fin halló la fórmula de la felicidad?
¡Que la comparta! ¿O no? (o que la venda, porque actualmente no se da
gratis ni una mentada… todas se las gana uno).
Lo que parece ser un hecho, es que no a todos nos hacen felices las
mismas cosas, pues para llegar a tal nivel de bienestar hay quienes
necesitan del éxito, del reconocimiento o aprobación de los demás, de los
amigos, de la estabilidad laboral, de la opulencia, hasta de un animal
(mascota, que no chofer de transporte público),… en fin, la lista puede ser
tan larga como podamos imaginar.
Dicho esto (escrito, quiero decir), podríamos pensar que cada uno tiene
una felicidad distinta, que lo que una persona necesita para ser o sentirse
feliz, a otra puede parecerte innecesario o banal, pero nada está más
alejado de la verdad, pues el camino de la felicidad nos lleva a objetivos
comunes ya que, no lo niegue, todos necesitamos satisfacer tres factores
indispensables para ser, o al menos aproximarse a ser felices: el bienestar
físico, el bienestar económico y el bienestar emocional.
Explico: para disfrutar de lo que puede aproximarse a la felicidad plena es
necesario poseer un estado físico y mental saludable, pues la ausencia de
salud es algo difícil de sobrellevar; de igual manera, un estado financiero
que le permita satisfacer sus necesidades y caprichos (¿por qué no?)
ayuda a que viva libre de preocupaciones, caso contrario terminaría
perdiendo la paz y la tranquilidad (el dinero no trae la felicidad, pero
cuando éste se va, se la lleva, decía mi abuela, o dice, porque aún roba
oxígeno la señora). El tercer factor se refiere al goce pleno de las
relaciones personales (de familia, laborales, de pareja, etc.), algo que está
fuera de cuestionamientos.
Por otra parte, hay quienes sostienen que los métodos o filosofías
actuales para encontrar la felicidad y el éxito están basados en la idea de
que debemos concentrarnos solo en las cosas que salen bien, como lo
explica Oliver Burkerman, autor del libro “The Antidote: Happiness for
People Who Can’t Stand Positive Thinking” (El Antídoto: felicidad para
quienes no soportan el pensamiento positivo”.
Desde la perspectiva de este psicólogo, para aspirar a una vida feliz se
debe hacer precisamente lo contrario: disfrutar de la incertidumbre y ver
los fracasos como algo familiar, es decir, tendríamos que estar dispuestos
a experimentar emociones negativas, o por lo menos a dejar de huir de
ellas. ¿Qué les parece? Es algo como decir que se vale tropezar pero no
aferrarse a la piedra.
Otras personas, como el psicoterapeuta Barton Goldsmith, creen haber
descubierto el hilo negro y nos dan ideas o consejos para que
encaminemos nuestras vidas por la senda de la dicha (¡qué lindo! Suena
como película de Disney), ya que este señor comparte tres
recomendaciones que, según él, podrían ayudarte en tu búsqueda de la
felicidad: “Nadie es responsable de tu felicidad, excepto tú mismo”;
“Mantente abierto al cambio” y “No esperes que todo sea perfecto”.
¡Wow! (¿dónde lo había escuchado? Creo que en Lo que Callamos las
Mujeres o en La rosa de Guadalupe).
¿A qué conclusión llegamos? Cada uno decide lo que necesita y desea para
ser feliz, sea cual sea su concepto de felicidad.
Hago la aclaración que no pretendo vender esto como la verdad absoluta
(¡mi veldá!, como diría la ilustrísima Niurka Marcos), sino que es un
epílogo basado en las aportaciones de quienes, voluntaria o
involuntariamente, han compartido conmigo su opinión respecto a este
asunto. Quizá tú, querida lectora, estimado lector, sin saberlo contribuiste
a la elaboración de lo que hoy lees.
Así pues, cada individuo (e individua, por aquello de la equidad de género,
tema del cual hablaremos en otro momento) traza y anda su propio
camino en la búsqueda de la felicidad, y recorriendo esos caminos es que
nuestras vidas se encuentran, se cruzan, se entrelazan (¡cálmate, Adela
Micha!)
Para finalizar, ya que de caminos hablamos (y no de los caminos de la
vida… ni los caminos de Guanajuato), comparto con ustedes el siguiente
pensamiento:
El camino de la felicidad no es recto… Existen curvas llamadas
Equivocaciones, semáforos llamados Familia, y topes llamados Amigos;
sin embargo, el éxito de este viaje está asegurado si cuentas con una
llanta de repuesto llamada Determinación, un potente motor llamado
Amor, un buen seguro llamado Fe, abundante combustible llamado
Paciencia, pero sobre todo un experto conductor llamado DIOS…
Y tú, ¿qué necesitas para ser feliz?
¡Escrito está!
Comentarios: william_house77@yahoo.com.mx