“EL MOJÓN”
Pancho “El Mojón” era un chaparrito tan chiquito que cuando lo sentaban en el suelo le colgaban las patas, era muy feo el cabrón, prieto como mojón, parece que sus padres lo hicieron de mala gana, cuentan que cuando nació, al verlo el doctor, en lugar de darle nalgadas para que chillara, se la fue a dar a su madre.
Se metió a trabajar a la mina de San Juan, donde todos piden pan y no les dan, su vida fue de puro sufrimiento, le daban de patadas, por pendejo y nadie lo quería como ayudante. Pero una vez al faltar la gente, lo mandaron con “El Coyote”, que era un desgraciado perforista de la mina de Santa Ana, grandote canilludo, con cara de diablo.
Trabajaba a 480 metros de profundidad, era muy experimentado para barrenar, muy chingón en cualquier terreno, pero hay veces que la naturaleza pone trampas y hace valer madre, hasta el mejor perforista, por ejemplo, al barrenar en un frente de roca dura, hay pequeñas grietas, al entrar la barrena en una de ellas, queda atorada y es muy difícil que salga. Cuando se queda atorada la barrena, le llamamos banderilla.
Otras veces se barrena en terreno flojo, con el agua se hace lodo y el fierro se atasca, para sacarlo es necesario usar la astucia, la fuerza y la suerte. Un día “El Coyote” no se persignó y las cosas le salieron mal, ya tenía dos fierros de banderillas y se desquitaba con su ayudante “El Mojón”:
• ¡Saca el fierro güey! Pégale duro con el marro.
• ¿Pues qué estoy haciendo?
• ¡Le estás pegando con cariño, pégale con ganas, como cuando le pegas a tu pinche vieja!
• ¡A ver, enséñame cómo! Haz de ser muy chingón.
“El Coyote” lo hizo a un lado, se echó saliva en las manos, agarró el marro y le dijo.
• ¡Aprende cabrón! El día que me muera no vas a saber hacer una salsa. ¡Mucho ojo, pendejo! Se agarra el marro de la parte de atrás, le das dos vueltas y sueltas el madrazo así.
Le soltó el golpe con todas sus fuerzas, como la barrena es de acero le rebotó el marro, pegándole en la cabeza, le abrió la gorra y se fue para atrás cayendo de nalgas, que hasta levantó las patas. “El Mojón” se moría de risa. “El coyote” se levantó muy encabronado y le dio un madrazo en el mero hocico, “El Mojón” se limpió la sangre mirándolo con coraje, no le dijo nada, con su franela se limpió la sangre, agarró una llave y trató de sacar el fierro, dándole vueltas.
• ¡A ver, déjame probar a mí, porque hasta para eso eres pendejo!
“El Coyote” hizo varios intentos para sacar la barrena, pero no pudo y le dijo su ayudante:
• ¿Verdad que no es lo mismo ver que oler?
• ¡Cállate el hocico y vete a conseguir una barrena!
Le dio una patada en la mera cola, “El Mojón” no podía protestar por dos razones, si le protestaba al “Coyote” lo podía cambiar por otro ayudante, o de contrato donde lo podían tratar peor. Por eso se aguantaba, aunque desde el primer momento estaba pensando cómo darle en la madre. Se subió al rebaje y le dijo al “Mayate”
• ¡Préstame un fierro!
• ¡Agárramelo!
• ¡Te estoy hablando en serio güey!
• ¡Yo también. Si quieres, agárralo!
“El Mojón” le mentó la madre y se regresó a su lugar de trabajo, le dijo al “Coyote” que no se le quisieron prestar una barrena, estaban peleando cuando llegó el barretero, a quien le decían “La Negra”
• ¿Ahora qué pinché “Coyote”? Pareces torero, ya dejaste dos banderillas.
• Este pinche ayudante que vale madre, viene todo menso, ya le di un madrazo por pendejo, a ver si así se le quita.
• ¡No mames! ¿Para qué le pegas? Ya lo dejaste con el hocico parado, parece que me quiere dar un beso. ¡Pobrecito “Mojón”! Ya sólo falta que se lo coma un puerco. Vete a ayudar al “Galgo”, cuando terminen se van.
“El Mojón” llegó con “El Galgo” y le preguntó:
• ¿Qué te pasó en el hocico?
• Me pegó “El Coyote”.
• ¡Hijo de su coyota madre! Abusa porque es perforista.
• ¡Déjalo! Un día le voy a dar en la madre. Ya también lo tengo apuntado en la lista negra.
Trabajaban subiendo anillado, que son troncos de árbol, pesan más de 50 kilos, hay que subirlos a 100 metros de altura, jalándolos con una reata o cargándolos en la espalda. Sirven para tapar el rebaje, haciendo un cubo para que por dentro se meta una escalera, ya habían subido varios y le dijo “El Mojón” al “Galgo”
• ¡Ya sé como le voy a dar en la madre al “Coyote”. Se me acaba de ocurrir una idea!
• ¿Cómo? Yo te ayudo.
• ¡Tiene que pasar por aquí a huevo y le voy a dejar caer un anillado!
• ¿Cómo vas a saber que es él?
• Se dio un marrazo en la cabeza y se le abrió la gorra, la lámpara la debe de traer en el pescuezo, porque no se la puede atorar. Desde aquí lo vemos.
• ¿Y si lo matas?
• Les digo que se me cayó accidentalmente el anillado, tú estás de testigo.
• Ya dijiste, pero vamos a ensayar para que no nos falle.
Subieron un anillado y lo dejaron caer varias veces, hasta que quedaron seguros de que le cayera en la cabeza. Mientras tanto, el barretero le dijo al “Coyote”:
• ¡Deja los fierros! Nada más te estás haciendo pendejo, ponte a limpiar el túnel, mientras llega el capitán, a ver que te dice, ya no tarda en venir.
El capitán de la mina es un jefe que cuida todo el trabajo, era muy enojón y castigaba a los trabajadores, cuando llegó y vio las banderillas, mandó traer al “Coyote”
• ¿Qué pasó aquí?
• ¡Una de malas Jefe, no quiso salir la barrenación, se atoró el fierro, por más que le hice la lucha, no lo pude sacar.
• ¡Chinga tu madre, pendejo, baboso! Me dan ganas de agarrarte a patadas, pero de mi cuenta corre que te van a descontar las barrenas y te voy a castigar dos días.
• ¡No le haga capitán, apenas me alcanza para comer!
• Eso me viene valiendo madres, nos vemos afuera.
• Vamos a hacer legales capitán, la culpa es de mi ayudante, como no vino, me mandaron a un cochero.
• La culpa es tuya, hay que tratarlos bien, como se debe, enseñarles para evitar lo que hiciste.
• Bueno, pero ya que se va usted, cámbieme la gorra, no puedo trabajar así, se me vayan a caer unas piedras.
• Lo voy a hacer, a ver si no se me pegan los piojos.
Cambiaron de gorra, el capitán se puso la lámpara en el pescuezo, y se fue caminado por el túnel, “El Mojón” le dijo al “Galgo”
• Ahí viene, ponte abusado. Cuando le caiga el anillado, me voy corriendo a avisarle al barretero, que se me resbaló accidentalmente.
Apagaron su luz, cuando pasó el capitán, le dejaron caer el anillado en la mera cabeza, solamente se escuchó un quejido, quedó tirado. “El Mojón” corrió al laborío y le dijo al barretero:
• Barra, barretero, se me cayó un anillado y madreó al “Coyote”
• ¿Al “Coyote”?
• ¡Sí! Está tirado donde estamos trabajando.
• ¿Qué te pasa? Si “El Coyote” está aquí. Míralo, anda limpiando el túnel, para mí que el madrazo que te dio te llegó al cerebro.
“El Mojón”, muy preocupado, le dijo al barretero:
• ¿Entonces a quién me chingué?
• ¡A tu madre! Porque si es lo que me imagino, te van a correr de la mina.