LA GENTE CUENTA
Julieta:
Alguna vez Nietzsche, en un momento de arrebato, le escribía a la mujer que tanto quería, y que en cambio lo despreciaba: “que yo sufra mucho carece de importancia comparado con el problema de que no seas capaz de reencontrarte a ti misma”. Elogiaba en aquella mujer su inteligencia y madurez, pero que tenía un pequeño defecto: era abrumadoramente atractiva.
Era inteligente porque tenía un nivel de pensamiento que no todas las mujeres en su época tenían, era una mujer de ideas y de conocimiento. Una mujer que escribía no por vanidad, sino porque sus ideas borbotaban de su cabeza como una fuente. Pero también era una mujer conocedora de su belleza. Tanto que usaba ese factor a su favor.
Hoy parece que Nietzsche te acaba de describir a ti tomando en cuenta lo que ahora siento: mi corazón quebrado, el alma igual de rota, y mi mente que no deja de repetir tu nombre a cada momento, solo para dejar constancia de que lo que me hiciste no tiene perdón de nadie. Ni siquiera de aquel que todos llaman Dios.
No tiene caso confesarte lo que sentía por ti antes de aquel día, me imagino que lo sabías de antemano, y por ello decidiste aprovecharte de mis buenas intenciones, solo para salvarte a ti misma, mientras que yo me hundía de la culpa; pero debo y tengo que reconocer que lo hice, a pesar de las consecuencias, porque muy dentro de mí hay algo que siente un poco de consideración hacia ti.
A pesar de que sentía por ti un amor infinito, el que con el paso de los meses lo guardé para expresártelo algún día, y a pesar que tu corazón pertenecía a alguien mayor que tú que ni siquiera te respetaba, preferí conservarte como una amiga, que en algún momento me necesitarías y yo a ti, y, no lo sé, en un momento dado cultivar todos estos sentimientos para crear algo muy hermoso. Qué equivocado estaba.
Por esto, y porque quiero rescatar algo de mi dignidad agrietada y vivir en paz, tomo la determinación de alejarme de ti, quizás para siempre, esperando de corazón que logres encontrar lo que desees. Aunque sé que para ello terminarás de romper más corazones en tu camino, hasta que alguien te ponga en el lugar que mereces. Es triste, pero sucederá.
Sinceramente:
Felipe.