ALFIL NEGRO

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LOS PACTOS SON PARA CUMPLIRSE
 

El derecho civil tiene como un principio fundamental el cumplimiento de los contratos que se expresa en la frase latina “Pacta Sunt servanda”, igual a: “lo pactado obliga”, de tal manera y los que saben, señalan que se convierte en ley entre las partes.
Esto para los legistas da para reflexiones serias y formales, encuentra en la vida diaria de todos nosotros su equivalente popular de que lo comprometido por la palabra se cumple, porque la palabra empeñada adquiere, o por lo menos así fue hasta hace poco, un valor de compromiso en que se pone sobre la mesa del juicio y de la historia personal el honor y lo que uno es como persona.
Las frases “hombre de palabra”, “palabra empeñada”, “te doy mi palabra”, “palabra de honor”, eran las expresiones que hablaban sobre un compromiso que se tenía que cumplir por encima de todas las cosas.
Y se cumplía
Se debe entender que en política, que tiene en el acuerdo su camino de excelencia, los pactos se cumplen, como expresión de seriedad, en una actividad que se supone debe tener en el cumplimiento de lo acordado y pactado una manifestación de seriedad, profesionalismo y respeto por los pactantes y finalmente por los ciudadanos.
Eso se supone, pero no es así
Nuestros políticos hacen de la palabra empeñada y de lo pactado una bolsa de basura sin ningún valor. Y en Hidalgo muchas cosas caminan por esa senda.
Si se pacta que la Presidencia  de la mesa Directiva del Congreso será rotativa, como fue el caso, los Sosistas se hacen los amnésicos y le buscan la manera para no cumplir y quedarse tres años con el botín.
Había un acuerdo, pero no lo recuerdan y se aferran al cargo con uñas y dientes y también con el pico. Aunque después de la regañiza que les dio AMLO, a lo mejor le hacen caso y sueltan el hueso.
Puede ser, diría el clásico.
Si una diputada tenía un pacto con su partido el PAN, se le hace fácil apoyar a otro partido sin cumplir lo pactado y luego si le reclaman o la ponen quieta, dirá que lesionan sus derechos y argumentará lo que está de  moda, que es víctima de violencia de género.
Aunque en los hechos, cumplir o no con  lo acordado, no tiene que ver con géneros, sino con honrar la palabra  empeñada.
Pero estamos en un momento en que la palabra no tiene valor, está devaluada.
Lejos, muy lejos los tiempos cuando bastaba empeñar la palabra para cerrar compromisos  y adquirir responsabilidades que se honraban en los hechos .
Ahora por la ambición del poder y las ganancias se traiciona a los partidos para brincar al barco que mejor convenga y se desconocen pactos, ¡Da mucha pena!
Lo que se dice de palabra se contradice con los hechos.
La misma palabra ha perdido su valor en la política .
Lástima .