La historia del olvido

HOMO POLITICUS

 

Construir la vida sin explotación en el mundo actual parece poco menos que la “quimera del oro”. Hace siglos que la convivencia humana no establece a la igualdad como una prescripción del Estado; se habla la igualdad en términos de derechos pero no de oportunidades y mucho menos en torno a la distribución de la riqueza.

No es verdad que la desigualdad, pobreza o la injusticia se presenta en aquellos hombres que son estúpidos o menos hábiles que los demás. Habitualmente estas explicaciones sólo expresan el desdén de una historia olvidada, la de la inequidad sistémica.

Los hombres hemos creado sistemas desiguales, los hombres hemos generado esclavismos e impedido la autodeterminación de los pueblos; encontramos en la conquista y la dominación el usufructo indebido de la riqueza de pueblos no menos inteligentes sino menos preparados, hemos vulnerado la posibilidad de aquellos a los que pensamos y creemos débiles.

Lo hemos construido todo y destruido todo, la decepción y la desolación se presenta, incluso, en aquellas sociedades que se piensan así mismas como del “progreso”, aquellas sociedades que no han aprendido que la generosidad y bondad deben instrumentarse en el acompañamiento a cualquier legislación.

Al contrario, encontramos sociedades de la mentira y la patraña, de la verborrea indignante donde la demagogia se convierte en engaños que juegan con la esperanza humana y lo que es peor, de los que menos tienen. Así, los intereses de unos cuantos se protegen con la ley, al margen de la ley y a pesar de la ley, es el mundo maniqueo de aquellos que con dobles discursos vulneran a la humanidad.

Esto explica la sociedad de la megalomanía que todo lo consume y erosiona, esto explica porque es más fácil destruir que construir.

Los seres humanos nos hemos vuelto ajenos, incluso, ajenos a nosotros mismos, más allá de la alienación está la historia del olvido.

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