Un Infierno Bonito

“EL KALIMÁN”
Lucio “El Kalimán”, vivía en el barrio de Las Lajas, en Pachuca, hasta el cerro, donde las águilas se atreven; era un grandote, flaco, descolorido, siempre andaba montado en su bicicleta, no la dejaba ni un momento, cuando iba por el centro se subía y bajaba de las banquetas, librando a la gente, que le decían:

    •    ¡Bájese, viejo baboso!

    •    ¡Cállense pinches argüenderos! – Solía contestarles él.

Meneando con habilidad los manubrios de la bicicleta, para no darse en la madre, cada que frenaba o chocaba con alguien, le mentaban la madre, su vieja se llamaba Juana, como era muy lenta para caminar le decían la “Lenteja”.
“El Kalimán” no sólo andaba montado en su bici, si no también en su vieja, porque tenía muchos hijos. Trabajaba en la Hacienda de Loreto, de la compañía Real del Monte y Pachuca, por las mañanas bajaba hecho la mocha, por la calle de Gómez Farías, agarraba Morelos, pasaba por la iglesia de la Asunción y tomaba la calle de Venustiano Carranza, hasta llegar a su trabajo.
Salía a comer a las 12 del día y tenía que regresar a la una de la tarde, llegaba a su casa con la lengua de fuera.
    •    Dame de comer, vieja, que vengo tendido como bandido, los pinches jefes nada más me andan cuidando y si llego un minuto tarde me descuentan una hora, ya sabes que son muy cabrones.

    •    Sécate la cara, que te escurre el sudor, pareces perro mojado.

    •    ¡Es que la subida está pelada, tengo que cargar la bicicleta!

    •    Mejor te habías de venir corriendo, qué chiste que la tengas si en la subida la tienes que cargar. La deberías de dejar tantito, parece que tu jefa te parió en ella. 

    •    Ya cállate el hocico, deja de ladrar, sírveme que se me hace tarde,  eso a ti te vale madres, si ando todo el día montado arriba de mi bicicleta, es porque me hace falta, no seas pendeja.

    •    ¡Ya, ya, cabrón! no te chispes parece que te picaron la cola, luego, luego respingas.

“El Kalimán” comió rápido, se estaba tomando su pulque cuando escuchó el silbato de la mina, que anunciaba que faltaban cinco minutos para la una.
    •    ¡En la madre! Por estar alegando contigo se me hizo tarde, ahí nos vemos.

Se subió en su bicicleta, le dio a los pedales, bajó como alma que lleva el diablo, tocaba la corneta para que la gente se hiciera un lado y no se los llevara de corbata. Enfrente de donde ahora es la Presidencia Municipal, se le rompieron los frenos y entró derechito a un estudio fotográfico rompiendo el vidrio del aparador, tirando al fotógrafo, chocando con unos  recién casados que en ese momento se estaban retratando.
“El Kalimán” se paró todo apendejado por el madrazo, lo primero que hizo fue levantar su bicicleta, tratando de enderezarla, el dueño del negocio lo agarró de las greñas, y le dijo:
    •    Me vas a pagar todos los daños o de aquí no sales hasta que llegue la policía.

El novio no se detuvo y le puso un madrazo en el hocico al “Kalimán” hasta le brotó la sangre, y le tumbó uno de sus dientes. Al sentirse atacado respondió aventando campanazos a lo loco, estaba a punto de escapar cuando llegaron los gendarmes. El dueño de la fotografía le dijo al comandante todo lo que había pasado y se lo llevaron al bote, no dejaba de gritar.
    •    ¡Mi bicicleta! ¡Espérense, bueyes! Mi bicicleta.

Varios macanazos le dieron en la cholla y con el rifle, en el lomo, porque trataba de bajarse de la camioneta patrulla, una señora, vecina del “Kalimán” corrió con el chisme.
    •    ¡Juanita, Juanita!

    •    ¿Qué le pasa Mariquita?

    •    ¡Ya se llevaron a su viejo al bote!

    •     No sea chismosa, tiene unos minutos que se fue a trabajar, a lo mejor lo confundió.

    •    ¡No! Se fue de madre con todo y bicicleta, adentro de una fotografía, quebró los vidrios y lastimó a unas personas, quieren que les pague los daños, para mí que se va a quedar encerrado muchos años.

    •    ¡No la chingue, Mariquita! Ya me puso nerviosa, ¿qué no ve que estoy embarazada? Y no vaya a tirar al escuincle, no me engañe.

    •    ¡Verdad de Dios, yo vi, con estos ojos que se van a comer los gusanos, cómo le tronaban la cabeza a su señor, pinches policías, le pegaban para subirlo a la patrulla, como no quería, le dieron con la culata del rifle en el lomo,  hasta sonó como tambora! Si quiere la acompaño, llévese a todos sus hijos para que el Ministerio Público se compadezca y le haga una rebajita de la multa a su señor.

La señora Juanita, llorando y rezando en silencio juntó a todos sus hijos, bajó como tlacuache, cargando a dos de los más chicos y los demás agarrados de la mano, parecía que jugaban a la rueda de San Miguel. Cuando llegaron, le preguntó a un policía:
    •    Perdone, señor gendarme, me dijeron que está detenido mi esposo, hace rato chocó con su bicicleta, dicen que lo trajeron unos policías vestidos de negro con casco de bacinica.

    •    ¡El caso del detenido está duro, señora, por lo menos se va a pasar aquí encerrado 72 horas y lo van a mandar a la grande, no conforme con los daños que causó, quería a huevo que le dieran su pinche bicicleta, le rompió el chaquetín a un compañero y se la mentó al Agente del Ministerio Público, solamente eso le va a costar cadena perpetua. Ahorita andan viendo el valor de los daños, los gastos del novio y de la novia, que quieren una indemnización, porque les botó un vidrio en la cara y van a quedar cuchos, mejor ya no le cuento porque le puede dar un infarto.

    •    ¡Pero mi viejo no tiene la culpa, señor policía! Fue un accidente, se le reventaron los frenos y como las bicicletas no tiene cinturón de seguridad, se fue de madre.

    •    El médico dijo que tenía aliento alcohólico y la verdad está borracho, tiraba campanazos y no se dejaba agarrar.

    •    ¿Borracho? ¡Que no manen! Mi señor no toma alcohol, se aventó cuatro litros de pulque, pero eso es del diario a la hora de comer.

    •    ¡Ya calle a esos pinches mocosos! Ya me pusieron nervioso, me cae que si no se los lleva, les voy a apretar el gañote.

    •    ¿Cómo quiere que se callen si saben que su padre está encerrado como pájaro? Déjelo salir y se evita de broncas.

    •    ¡La que se debe evitar de broncas es usted, sáquese a la chingada con todo y sus hijos chillones!

    •    ¡A mí no me va a correr! ¡Quiero hablar con un policía superior y no con un pinche gato vestido de azul!

El policía agarró a la mujer de un brazo y sus hijos chillaron, a todo lo que daban,  llegó el Agente del Ministerio Público, le preguntó qué pasaba. El policía le explicó que la señora pedía que dejaran libre a su esposo y le contestó el señor autoridad:
    •    Mire señora, pase por aquí por favor. Su esposo Lucio Hernández, ocasionó un desmadre en un estudio fotográfico, donde rompió un cristal de más de dos metros cuadrados, aparte averió una cámara fotográfica y lesionó a una pareja de novios que posaban para la foto, no es por nosotros, tenemos que cumplir con el deber, lo acusan por daños en propiedad ajena con una valor de 50 mil pesos, más la multa por golpear a uno de los elementos, por las mentadas de madre que le echó a uno de mis compañeros, yo por mi parte, se lo juro que lo sacaba de la cárcel con tal de que se fuera a chingar a su madre con todos y sus hijos chillones, que ya me pusieron los pelos de punta.

Por más que la señora lloró y suplicó, no le hicieron caso, “El Kalimán” se quedó en la cárcel, la señora le dijo:
    •    Permítame hablar con él unos minutos, ustedes lo tratan como si fuera un delincuente y como dicen los del Partido Verde, que pena de muerte a los delincuentes, no vaya a ser el diablo y no lo vuelva a ver.

    •    ¡Comandante de Guardia!

    •    ¡A la orden, jefe!

    •    Permítele a la señora que hable con su esposo.

    •    ¿Con todos los pinches escuincles?

    •     ¡No! Cuídelos un rato!

La mujer entró a los separos de la policía y vio a su viejo, que estaba todo desmadrado, con el hocico roto, chimuelo y con chipotes en toda la cholla, lo miró con tristeza y le dijo:
    •    ¡Mira nada más cómo te dejaron estos desgraciados! Le voy a avisar a tu jefa, para que entre todos hagamos coperacha y te saquemos de aquí.

    •    Se pasaron de pistola conmigo, vieja, pero cuando salga me cae que me la van a pagar.

    •    ¡Ya ni le busques ruido al chicharrón! Quieren que pagues 50 mil pesos por salir, yo creo que te vas acostumbrado a la oscuridad, porque para salir va a estar cabrón, antes de venir a verte hablé con el Secretario General del Sindicato Minero, le conté lo que te pasó y me contestó que te chingues, por pendejo.

“El Kalimán” se aventó un año encerrado, volvió a su trabajo, con el tiempo se compró otra bicicleta, pero ahora no bajaba por donde siempre, daba vuelta por La Surtidora, en la que estaba menos inclinada la bajada, a su nueva bicicleta le puso freno de mano, también frenaba con la pata, metiéndosela entre la llanta y la tijera trasera, cuando pasaba por la fotografía les mentaba la madre, y le daba duro a los pedales, otra vez chocó con un poste, nunca se le quitó lo pendejo, y ahora le dicen “Kalimán, el hombre inservible”.

Related posts