NÚMEROS CLAROS

Trump, ambición desmedida de controlar el comercio mundial  

 

En el planeta se está gestando un nuevo orden económico internacional en medio de un proceso de mutación del sistema capitalista mundial, cuyas fuerzas retrógradas se resisten aún al multilateralismo, al libre comercio, al regionalismo comercial, a la integración regional, a la regulación de los especuladores que desataron la crisis de 2008; en definitiva, que ofrecen resistencia a la globalización, etapa actual del proceso de internacionalización de los mercados nacionales, iniciada con el mercantilismo, en los albores del capitalismo y dinamizado con el descubrimiento de América.

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sólo es uno de los representantes retrógradas que están forjando las contradicciones económicas y sociales que se han venido acumulando en estos años. En Europa, en Australia, en América Latina, han surgido enemigos de la globalización, del multilateralismo y del libre comercio; los gobiernos de la izquierda socialdemócrata o de la izquierda radical, como el de Syriza en Grecia, han sido incapaces de capitalizar el descontento popular para diseñar un nuevo proyecto de desarrollo y la derecha ha vuelto al poder con las mismas recetas de siempre.

La integración regional y el libre comercio, no han sido capaces de liberar el potencial de las fuerzas productivas de la sociedad, a falta de reformas que permitan establecer nuevas relaciones de producción, capaces de impulsar el crecimiento. El crecimiento de la economía mundial y de las economías nacionales ha sido lento en estos años, a excepción de la economía china que durante años nos sorprendió con tasas de crecimiento superiores al 11%, luego al 9% y en los últimos años arriba del 6%, todos los países han registrado tasas inferiores al 3%, en promedio anual; incluido México, que desde 1994 sólo ha sido capaz de crecer a una tasa del 2.4%, en promedio anual.

El capitalismo sigue acumulando nuevas contradicciones, ahora no se trata de la deuda soberana, de la crisis migratoria, de la vuelta de las ideas racistas, xenófobas y fascistas, sino del surgimiento de ideas que ponen en peligro los equilibrios mundiales alcanzados y las instituciones multilaterales construidas para dirimir las diferencias entre las naciones. Se trata pues, del surgimiento de posturas imperialistas en el seno del gobierno de los Estados Unidos, quien pretende imponer su voluntad en los foros internacionales y cuando no puede hacerlo, sale de ellos, como en el caso de los Acuerdos de París sobre el calentamiento global o sobre migración.

Ahora el gobierno del presidente Trump no sólo aconseja al Reino Unido salir de la Unión Europea sin pagar su factura, sino que desatiende los llamados del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial (BM) y de la Organización Mundial del Comercio (OMC). En medio de una guerra comercial desatada por el presidente estadounidense, la OMC ha tomado una decisión el martes pasado; el órgano de apelación de la OMC ha fallado nuevamente a favor de China en una vieja disputa que ha enfrentado a los dos países desde 2012 y ello no hará más que echar leña a la hoguera de la guerra.

El presidente Trump en su campaña, señaló a México y a China como las naciones que han estado aprovechándose de su país y los ha enfrentado para ponerlos de rodillas. La disputa entre China y los Estados Unidos, ha sido objeto de varias decisiones a favor de Beijing, se trata de medidas antidumping estadounidenses denunciadas por el gobierno chino en varios de sus productos, tales como tuberías, molinos de viento o componentes de paneles solar; productos sobre las cuales los Estados Unidos han planteado que son la respuesta a los subsidios otorgados por Beijing a ciertas industrias locales, pese a que la OMC ha dicho que están fuera de sintonía con sus reglas y método de cálculo.

Desde 2017, los Estados Unidos han impuesto una infinidad de aranceles a los productos chinos importados a su territorio. Los Estados Unidos se quejan del apoyo de China y México a sus empresas, de recibir subsidios y dar un trato preferencial a los bancos, en detrimento de sus competidores extranjeros; México ha insistido recientemente que no da ningún subsidio a las empresas; sin embargo, eso no es suficiente para el presidente Trump y sus pretensiones de controlar el comercio mundial a su antojo; mientras que con México ha llegado a un nuevo acuerdo comercial, con China continúa discutiendo sobre un posible acuerdo sin éxito hasta ahora.

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