DE CUERPO ENTERO

Abismo a la vista

 

  • “El barco está abollado, con agujeros en proa y popa, con mástiles dañados y con un timón que suele manejarse en forma automática”

 

 

México es policromático y bello, con música que se conjuga al ritmo de olas siempre nuevas como en Tlacotalpan, donde saben hacer su nido de amor, y donde el Maestro Agustín Lara caminó por el parque saboreando helado de guanábana; México es como un gran barco que se hizo a la mar desde hace 80 años con capitanes que han hecho el mayor esfuerzo por hundirlo. El barco está abollado, con agujeros en proa y popa, con mástiles dañados y con un timón que suele manejarse en forma automática; sin embargo, el abismo del no retorno está cerca, muy cerca…

De acuerdo al CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la política de Desarrollo Social) la pobreza en 2008 era de 44.5% y ya para el año 2014 ascendió a 46.2%.

La OCDE afirma que México es el único país latinoamericano que presenta una tendencia regresiva en materia de reducción de pobreza.

La Geografía de la pobreza marca con claridad esa INMENSA DESIGUALDAD en nuestra patria, veamos:

 

POBREZA

Chiapas 74.7%                              

Guerrero 64.5%                             

Puebla 61.9% 

Oaxaca 64.5%                           

***

Ciudad de México 28.9%

Coahuila 27.9%

Nuevo León 23.2%

 

Aunque México es un enorme barco con promesas no cumplidas, es tan diverso que ha aguantado tormentas, ciclones y temblores, pero el abismo está cerca.

De acuerdo a informes recientes, la pobreza extrema, donde una familia vive al día con menos de 60 pesos, y sin accesos a más satisfactores, es decir los más pobres entre los pobres, OAXACA, CHIAPAS, HIDALGO, ESTADO DE MÉXICO Y PUEBLA concentran el 60% a nivel nacional.

Cada año ingresan millones de compatriotas a este rubro de muerte y desolación.

Un país que se mueve solo en los rieles de la impunidad y la corrupción no puede tener otro destino. 

La pobreza permea por cada rincón de nuestra patria, porque aunque los “apoyos” generosos del Presidente López Obrador llegan a las manos de los viejecitos, los jóvenes que van a construir su futuro o las madres solteras, el hambre se deja ver en cada esquina, en cada bocacalle donde la gente camina esperando un milagro. La realidad cruenta es que no existen nuevas fuentes de trabajo, las que hay son mal pagadas y lo demás es solo un sueño que el Presidente quiere creer, o que caen en su paquetería que siempre lleva consigo y que corresponde a otra información, a otros datos.

Lo hemos sabido siempre: el camino más justo y solidario es crear fuentes de trabajo, lugares donde nuestros miles de nuevos profesionistas encuentren no solo lugar digno de trabajo, sino espacio para conjugar los conocimientos que adquirieron y que saben bien le dará paz y gratificación; el dinero regalado no sirve al ser humano, aunque sí puede enarbolar votos seguros al futuro, porque hasta eso, existen los que piensan que ya hay que ver hacia el futuro.

El barco esperaba con ansías inauditas un nuevo capitán, y posiblemente por ese miedo a la zozobra, es que la exigencia es estridente; el barco ya está torpedeado y con abolladuras por doquier, los marineros de antaño no merecen ni un recuerdo y menos digno, pero aunque sea apenas siete meses de travesía, la urgencia exige que nuestro capitán no titubee, no pretenda ser la única voz que clama en el desierto, o que imagine, y de eso me preocupa, que solo su voz es la efectiva y su dedo índice el único que señala.   

Me inquieta la falta de autocrítica, de poder aceptar que se ha equivocado, o de que la decisión debe pensarse más o ser revisada por los expertos, y aunque el voto del pueblo bueno, el pueblo sabio –como él dice- no debe ser la sentencia a mano levantada, para tomar conductas que se revelan como inexactas.

Desde el punto de vista psicológico la negación es una forma de autoprotección ante lo que en el fondo atormenta al ser humano; el presidente arguye siempre como defensa inicial el negar, el argumentar en falso que su verdad es la certera, o que la culpa se arraiga a muchos años atrás.  

Cierto es que el ahora que al presidente López Obrador le toca es de corto plazo y sin posibilidades de ensayo y error, ya otros gastaron estos caminos; ahora el barco se acerca al abismo, porque no es suficiente en repetir mil veces que la economía es boyante, cuando los economistas aseguran que estamos en recesión técnica, aunque leve. El barco navega con torpeza y el abismo se ve en el horizonte. 

El tiempo aún es corto, y aunque la mar esté brava sería de gran algarabía el que el barco donde navegamos todos encuentre buenas aguas y mejor tiempo, que el timón sea dirigido con sagacidad y visión amplia, para que realmente podamos entender en toda su magnificencia la Cuarta Transformación. 

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