Los consejeros del Rey

DE CUERPO ENTERO
    •    El México de la 4T, se ufana de tener bajo control todos los hilos de la patria, parece que se acerca a un precipicio infranqueable


Hace mucho tiempo, pero presente lo tengo hoy, me contaron la siguiente historia:
“En una ocasión el Rey decidió ir a pescar, había soñado que el río, sabiendo de su prestigio, le proporcionaría un caudal de buena pesca, y que solo sería cuestión de sentarse a su ribera para que los peces volaran cual saetas a su caña.  Era un rey ingenuo y soñador.
Muy temprano, después de consultar a sus asesores respecto al clima, y que estos en forma categórica le dijeron que sería un día espléndido, no en balde sus estudios completos en Harvard, salieron en caravana con una descubierta de clarines que anunciaba el paso del Rey.
Con dificultad un súbdito campesino se acercó a la carroza de su majestad: “Disculpe su excelencia, sé que va de pesca, y debo decirle que va a llover muy fuerte, será mejor que desista de su empeño”. El Rey magnánimo le contestó casi sin mirarlo: “No es posible, mis asesores expertos me han dicho lo contrario, ve con Dios”.
La caravana siguió y no había iniciado la famosa pesca, cuando nubarrones llenos de manchas grises se fueron juntando, estaban decididos a hacerle una mala pasada al preciso.
Una tormenta con truenos y centellas oscureció el reino, y su majestad junto con sus asesores expertos regresaron como sopas al palacio.
De inmediato hizo llamar al súbdito que le predijo la lluvia, y más con curiosidad que duda le preguntó cómo sabía de la proximidad del aguacero. “Querido rey, no soy yo sino mi burro; cuando agacha las orejas por un buen rato es que va a llover fuerte, cuando es poco el tiempo es que solo se tratará de una llovizna”.
El Rey despidió a sus consejeros y pidió al campesino ocupara el puesto de los corridos. “Majestad, pero no soy yo sino mi burro”.
A partir de entonces el campesino, pero sobre todo su burro se convirtió en el principal asesor del rey, solo se trataba de agachar las orejas.
El México de la 4T, de la omnipotencia de un solo hombre que cual gacela en la montaña se ufana de tener bajo control todos los hilos de la patria, parece que se acerca a un precipicio infranqueable y con pocas salidas de emergencia. Es cierto, son apenas siete meses y podemos parecer exigentes y deleznables; sin embargo, al ver el aumento de la violencia sin cesar, el miedo que como araña macabra cunde en todas las comarcas, la economía que al decir del Presidente camina sobre rieles seguros pero que no se refleja en números alegres y saltarines, y la atención a la salud en caída libre, creo que es necesario que el Sr. Presidente escuche a sus consejeros.
Sería absurdo exigir que el Presidente conozca todos los resortes de la vida nacional, no es posible, ni éticamente aceptable; su función como Poder Ejecutivo es tomar decisiones justas y oportunas evitando, siempre que sea posible, la confrontación, ESCUCHANDO los dictámenes sabios de sus consejeros.
No es prudente descalificar todo aquello que no cuadre en su marco de referencia, y mucho menos “ipsofacto” asestar un golpe de fifís, o producto del neoliberalismo.
No puede seguir imaginando que el apoyo del pueblo bueno, el que no se equivoca estará siempre a su lado, no solo para proteger su integridad, sino para aceptar todas sus decisiones, sin imaginar que cuando la violencia golpea a una persona, como en reflejo de una piedra caída en el agua, se expande en olas haciendo que muchos tengan ya dudas de la veracidad del gobierno.
No es posible seguir negando la realidad con frases tan socarronas como: “yo tengo otros datos”, o lo peor, seguir utilizando la salida maestra: “fue la herencia maldita que me dejaron”.
Me queda claro que el barrer la corrupción de arriba para abajo, y acabar con la mafia del poder fueron solo referencias de campaña, y que ahora reinan las frases: “amor y paz”, “prefiero abrazos que balazos”, “borrón y cuenta nueva”, etcétera. Aun así, es menester que como el rey del cuento empiece a pensar que requiere de asesores.
La modernidad exige cada vez más gente experta en los diferentes campos del quehacer político, y ellos son los que deben plantear los lineamientos para el buen proceder de acciones que den certeza en un México que se desmorona, aún con las cifras alegres de su fiesta, con su baile en su primer aniversario de su triunfo, y aún con la aseveración de las ya casi cien promesas cumplidas.
Señor Presidente: como el Rey del cuento, escuche a sus asesores, y si no los tiene ¡búsquelos!, que cierto estoy que aún cuando solo agacharán las orejas, le darán rumbo y sentido a este tren que corre en estampida.
  

 

  

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