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Un Infierno Bonito

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EL GRILLO.

Todos los lunes, era un verdadero tormento para el minero, cuando entraba a la mina, se sentía un vapor húmedo mal oliente, el olor es penetrante a dinamita quemada, que produce un fuerte dolor de cabeza.

Lo caliente de la mina, y luego la pinché cruda hacen que el minero se arrepienta de haber chupado.
Nos habíamos ido de parranda varios cuates del contrato Llegamos al laborío a 480 metros de profundidad, de ahí nos llevaba un motor a la mina de Santa Ana, después de ahí teníamos que caminar kilómetros, y subir 70 metros de escaleras.  Me senté un rato a descansar junto a mi amigo “El Grillo” que cada rato se limpiaba el sudor con su franela, y arqueaba como perro cuando se le atora un hueso, y me dijo.
    •    Uuff, que pinché cuete agarramos ayer domingo, me cay que de chiripada estoy vivo.

    •    Yo Tampoco supe como llegué a mi casa, mira que chipote, traigo en la cabeza, ha de ver sido, que choque, con un poste, o alguna pared. dice mi vieja que me puse necio.

    •    Siempre te pones necio en la madrugada.

    •    No mames.

    •    Ya me tome un bote de agua y no se me quita la sed.

    •    ¿A que hora llegaste a tu casa?

    •    Sepa la chingada, le di de madrazos a mi vieja, en la mañana, que me vine estaba trompuda, ni me pelo. Me aventó los tacos y cerró la puerta.

En esos momentos llegó el encargado y nos dijo.
    •    Órale cabrones, a trabajar  ayer como reyes y ahora como gûeyes, 

    •    Que trabajen los burros.

    •    Tu Grillo, te subes al chiflón, de ayudante con el Chocolate, tu Gato Seco, y el Loco, se van a jalar conchas de la alcancía poniente.

    •    Pero el loco y yo, no vamos a poder vaciar las conchas, necesitamos alguien que nos ayude.

    •    Eso a mi no me importa, si no quieren trabajar los reporto con el Sota-minero, para que los mande a ver  a su madre. Tienen que llenar 60 conchas, y no se van a ir hasta que terminen.

Sin hacerle caso nos seguimos sentados y llegó con nosotros, el Loco, y el Chocolate, que también estaba súper crudos, nos dijo el Grillo.
    •    Les voy hacer una pregunta, pero no se vayan a ofender, yo traía mil 600 pesos, que era para pagar mi renta, y amanecí sin nada. Pensé que mi vieja me los había robado, para que me dijera la verdad, le apreté el gañote, y le di de madrazos, se desmayo y no me soltó la sopa, eso quiere decir, que no los agarró.

Le dijo el loco.
    •    No te hagas pendejo, los jugaste ¿verdad gato?

    •    ¿A poco no te acuerdas? Estuviste jugando chilitos con el Jarocho con los dados del cubilete, a cada rato te ganaba, luego llego el pinché sotaminero Ramón Jaén y te fuiste con el, de barbero, ya mero lo besabas, le compraste un cartón de cervezas, y entre los dos se lo chingaron, luego le disparaste unas cubas, que se fue muy borracho el gûey. ¿A poco no recuerdas, que te la mentó el Pelón?

Te reto a los madrazos, Te paraste muy madre.
Te paraste muy madre, al aventarle un madrazo que se te doblan las patas, y que te vas de hocico, por eso pareces oso hormiguero. Pinche Pelón, se puso en guardia, y te aventó un campanazo, que si no te agachas, te hubiera noqueado, nosotros lo sacamos a empujones.
    •    No me acuerdo de nada,  ahora como le voy hacer me dijo el dueño de la casa, que si no le pago, me va a echar mis cosas a la calle, préstenme una lana.

    •    Yo no tengo ¿Tu Gato?

    •    Tampoco, lo que tenía me lo gaste, como no le dinero a mi vieja me mando sin tragar. Me dijo que cuando saliera de la mina y llegara a la casa íbamos a hacer cuentas. Ya vamos a trabajar si no va a venir el encargado y nos puede reportar, con el capitán ya sabes que ese guey nos tiene apuntados en su lista negra.

Donde iba a trabajar el Grillo, con el Chocolate, era un chiflón de comunicación, tenía que subirse a poner unas trancas, a una altura de 20 metros. Como no había reatas, se tenía que subir escalando, como la roca estaba mojada, yo creo que ni el mejor alpinista podría subir. Le dijo el Chocolate al encargado.
    •    Le habías de decir al contratista, que mande unos ademadores que pongan una escalera, para subir, esto esta muy resbaloso. O súbete tu no es lo mismo ver que oler.

    •    Le voy a decir, pero no va a querer, no hay gente, y se tiene que ponerlas a huevo.

Al poco rato llegó el encargado y nos dijo.
    •    No quiso el gûey, dice que no vinieron sus ayudantes busquen la forma de subir, yo ya me voy.

    •    Yo me subo, para que no estén de piches chillones.

    •    No mames, pinché Grillo, te vas a dar en la madre. Si “El Gato Seco” que es alpinista no quiso.

El Grillo, se persigno, y comenzó a subir, escalando las paredes del chiflón, abría las patas, y pujaba, veces, cuando el chiflón se cerraba, lo escalaba poniendo la espalda en una pared y las patas en otra. Llevaba como 10 metros, cuando lo vimos, que no podía ni subir ni bajar.
    •    Hay en la madre, ya no puedo. 

    •    Te lo dijimos pendejo, trata de bajar poco a poco.

    •    No puedo, no puedo, ayyyy.

Que se viene de chingadazo, al caer sonó como bote viejo, ante la mirada del Loco, el Chocolate y Yo. Lo levantamos y gritaba como chivo, tenía una pata quebrada.
    •    Ya ves pendejo por sentirte muy macho. Para escalar se necesita escuela. ¿Cómo lo bajamos “Gato” 

    •    Ahorita lo cargamos en los hombros, lo llegando al tiro donde están las escaleras. Lo amarramos y lo vamos bajando poco a poco.

Así lo hicimos, lo amarramos con un lazo, dándole vueltas en todo el cuerpo
Poco a poco lo íbamos bajando soltando la reata, que tenía amarrada en la cintura.
¡Ayy¡ por favor no me muevan que me duelo mucho mi pata.
¡Cállate pinche necio¡
Llegaron los compañeros de seguridad y en él motor y se lo llevaron a la superficie, y de ahí lo trasladarían al Hospital de La Compañía, cuando iba en la camilla me dijo.
    •    Por favor  “Gatito” por tu santa madre, dile al dueño de la casa, que me espere, y cuando salga le pago la renta.

    •    Voy a decirle, pero el viejo se va a poner al brinco, Ya lo conozco de cabo a rabo.

    •    Le dices, que estas cumpliendo la promesa de un moribundo.

Saliendo de la mina fui a cumplir lo que me dijo Pancho “El Grillo” no fuera, ser  de que si muriera y me viniera a jalar de las patas, pero a don Pepe, el dueño de la vecindad, cuando le dije lo que me había pedido el Grillo, parece que le picaron la cola, y me contesto.
    •    Eso que se haya lastimado en la mina, me vale madre, ya me debe varios meses, y siempre me ve la cara de su pendejo, me dice, que para la otra y la otra, y nunca me paga, pero esta vez voy actuar con un licenciado.

Cuando salio el Grillo, del Hospital de la Compañía, le prestaron unas muletas, y poco a poco llego a su casa, se llevo la sorpresa de su vida, sus cosas estaban amontonadas afuera en la calle, lo lanzaron por no pagar la renta, busco a su vieja y no la encontró. Le dejo una carta,
 mentándole la madre, por borracho y se quedo solo, sin casa, sin mujer, sin hijos, y esa fue su perdición, se volvió teporocho, y diario estaba tirado en el Jardín Constitución, anda en el escuadrón de la muerte, quiere morirse pero todavía no le toca.
Un día lo fuimos a buscar, para sacarlo del vicio, nos costó trabajo anduvimos, en varios lugares, y fuimos a ver a su jefa, que vivía, en el barrio del Mosco y no dijo.
    •    Pobre de mi hijo, se tiró a la perdición, anda como Gabino Barrera, no entiende razones, tirado en la borrachera, es más terco que una mula, por las moscas, lo fui a buscar, y anda con los teporochos, del Jardín Constitución, que está enfrente del mercado Primero de Mayo. Por las moscas ya le eche su bendición.

Fuimos y lo encontramos, echándose sus tragos, de canela con alcohol del 99. Al vernos, fue alcanzarnos.
    •    Qué bueno que vienen, échenme la mano con un pisto.

    •    Ya deja de tomar, venimos para llevarte, con los Alcoholitos Anónimos.

    •    Ya déjenme de echar truenos y denme para seguir mi vida, ya toque fondo. Ya no hay remedio,

    •    Está bien te vamos a comprar una botella, y que Dios te acompañe.

    •    ¡Mas¡ vale solo.

Lo dejamos y se quedó sentado como chango empinándose la botella. Y esta es la historia de Pancho “El Chapulín¡