• La duda que mata
Necesariamente los tiempos que vive el país nos llevan a dudar de todo, incluso de nosotros mismos cuando creemos tener un juicio claro a partir de los elementos que nos ofrecen los medios de información que hasta por tradición pensamos pueden ser los más serios, y los que se difunden a través de las plataformas de internet. Descubrimos que el Presidente, Andrés Manuel López Obrador, vive lo mismo que en su tiempo padeció su antecesor, Enrique Peña Nieto, con campañas tan eficientes que llevan a dar por sentado que estamos a punto de un colapso nacional.
A estas alturas la imagen creada por las razones que usted quiera del Jefe de la Nación, lo ligan a la toma de decisiones desacertadas, sin un proyecto claro y con un mucho de necedad para no dar marcha atrás cuando se detecta un error. De alguna manera un buen porcentaje de la sociedad, no todo por supuesto, empieza a aceptar la hipótesis tirada al mar de las redes sociales, de que se equivocó al dar su voto a López Obrador.
A Peña Nieto lo llevaron al terreno de los ignorantes y corruptos, para nunca quitarse esos adjetivos que hoy mismo pareciera definen el sexenio que fungió como Presidente de la República.
Hoy AMLO enfrenta, a escasísimos meses de su mandato, un juicio que pretende descalificarlo por lo que resta de su administración, en que por sobre todas las cosas se le pretende situar en el grado mayúsculo de insensibilidad social, con lo que de acuerdo a medios informativos tradicionales (prensa escrita, radio y televisión) y los de “última generación” (portales, redes sociales, canales en YouTube), ya es parte de otro sexenio perdido.
La duda ya fue inoculada entre los habitantes del país, y por respuesta de quienes mantienen su fe en López Obrador, ha surgido una intolerancia que de poco puede servir por parte de quienes salen a dar la cara, al hacer realidad de nueva cuenta un campo de batalla con dos bandos que se creen poseedores de la verdad absoluta, lo que de arranque es un absurdo.
No creo en las actitudes de quienes ya exigen la renuncia del Presidente de México. Son actitudes beligerantes de quienes buscan revancha sin importar lo que suceda con el país. Tampoco a pies juntillas en las que colocan en el borde del precipicio la economía, el sistema de salud, todo pues. Generar alarma entre los habitantes del país es una estrategia trillada pero efectiva entre los buscan un objetivo político.
Sí creo que culpar de todo a la corrupción, o intentar escapar al problema mediante ese discurso también trillado, solo puede derivar en más y más dudas, y está claro que la esperanza de un pueblo como el mexicano merece que lleguen mejores respuestas que hablen de un titular del Poder Ejecutivo, que tiene un camino claro hacia el lugar donde piensa arriba con esta embarcación que se llama México.
Si aceptáramos todo, absolutamente todo lo que se publica acerca de las acciones del Presidente de la República, no tendríamos otra conclusión más que la que buscan imponer los que están atrás de las campañas negras: AMLO ha enloquecido.
Y no, en definitiva no va por ahí el asunto.
Deberá sin duda corregir errores, dar marcha atrás en proyectos inviables, y reconfigurar su plan para el combate a la corrupción sin dejar de combatirla, pero sin caer en la tentación de desmantelar todo instituto que piensa infectado por el robo de recursos, para luego volverlo a crearlo a partir de sus cenizas. Si como se dice la ola de despidos ha derivado en la muerte de pacientes, estamos ante un hecho criminal, pero es de suma importancia no creer todas las versiones que sobre esos hechos circulan en medios de información tradicionales y de “última generación”.
Sospechar, dudar, es un principio interesante cuando de pronto descubrimos que no podemos otorgar nuestra fe absoluta a medio alguno, por mucha tradición que tenga, o por mucha tecnología y supuesta “libertad” que goza, detectada siempre por la proliferación irrefrenable de groserías para tratar a quien eligen de enemigo de la sociedad a la que dicen representar.
Mil gracias, nos reencontramos el próximo lunes 3 de junio, luego de un descanso que espero sea merecido.
Hasta entonces.
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@JavierEPeralta