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RETRATOS HABLADOS

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* Calendarios de cartera

Al arranque de un año es costumbre que los comercios, clientes, proveedores, nos hagan llegar un calendario, una agenda, vaya pues algún elemento que permita llevar la cuenta del tiempo. Resulta una costumbre siempre necesaria, y en cada una de las páginas queda marcado el proyecto de vida que planeamos para los siguientes doce meses.

 

            Algunas personas gustan de anotar no solo citas sino sucesos especiales que intentarán recordar pasado el tiempo.

            Con la llegada de las agendas electrónicas, los teléfonos que todo saben y hasta mandan correos para recordar lo que debemos hacer, incluso el gusto de apuntar con bolígrafo y resaltara con marcador amarillo se han perdido.

            Sin embargo en algunos restaurantes modestos, comercios pequeños, se mantiene una sana costumbre: la de regalarnos calendarios pequeños en tarjetas tamaño credencial, donde solo con lupa es posible distinguir los día de los meses del año. No tiene otro objetivo que ese, hacernos saber que el 14 de marzo caerá en sábado y la nochebuena en día jueves.

            Por supuesto que en la pequeña tarjetita no hay espacio para hacer un proyecto completo de vida ni mucho menos. Pero por alguna razón pueden funcionar mejor que las agendas donde el día se marca en horas y minutos.

            Simplemente nos dicen el día que vivimos, sin apurarnos a construir un horario apurado y casi siempre imposible de cumplir.

            Son pues una lección a la sencillez de la vida, sin otro objetivo que disfrutar las 24 horas que pudiéramos tener por delante.

            No envían correos para recordarnos lo que debemos hacer, ni lucen marcadores amarillos por ningún lado. Son el día a día, las 24 horas en que algo podremos hacer o no.

            Y así no hay prisa de ningún tipo, tampoco desazón por no cumplir al tiempo. Simplemente es asunto de vivir y nada más.

            Eso es lo que olvidamos.

            Y eso es lo que hay que recuperar.

            Se trata de un día a la vez, no una semana, mucho menos un mes. Un día y con eso basta.

            Si logramos sentirnos satisfechos llegada la noche, habrá sido bueno. Si no, llegará otra oportunidad.

            Por eso son valiosos, por diminutos, porque no se pavonean por tener el poder de controlarnos. Eso no les interesa.

            En cada cartera, todavía y qué bueno, hay un calendario de esos tamaño tarjeta de crédito.

            Son clara seña de que cada día es el más importante.

 

Mil gracias, hasta el próximo lunes.

 

peraltajav@gmail.com

twitter: @JavierEPeralta