• La chilena se contoneaba marcando sus brazos que portaron inicialmente guantes blancos y peluche rosa
Desde afuera podría parecer el lienzo de una escena de película, durante una velada de fiesta y romántica.
Mon Laferte mostraba movimientos histriónicos, con vestido rosado corto y pasos medidos para subir a la pequeña tarima donde estaban sus siete músicos, traje oscuro, zapatos claros.
Y como fondo, el escarlata de cortinas que caen hasta el suelo.
La chilena se contoneaba marcando sus brazos que portaron inicialmente guantes blancos y peluche rosa a la altura del codo, para acabar sentada en el suelo con “Ronroneo”.
Y varias veces previas, se sentaba en los escalones con las piernas cruzadas o estiradas, mirando continuamente al suelo mientras interpreta.
“Buenas noches, cómo están”, dijo durante su primer diálogo con el público asistente al Auditorio Nacional.
“¡Sé lo que cuesta comprar un boleto y la mercancía oficial y pirata!, ¡gracias por estar aquí!”, agregó.
Mon Laferte domina el escenario no solo como cantante, sino convenciendo al público de que ella está al pendiente de quienes la han elevado a vender más de medio millón de álbumes y ser nominada al Grammy.
Así que presentó “Bonita” como una canción que le pidieron a través de redes sociales. Y el “¡ah!” del público asistente al Auditorio Nacional fue la respuesta.
“¡Si se me olvida la letra me ayudan a cantarla!”, dijo.
Laferte bailó, saltó, se divirtió con sus músicos quienes le seguían los pasos. Hasta que ella misma, “se cansó”.