Un Infierno Bonito

ROGELIO “EL MOCHO”

A Rogelio “El Mocho le faltaba un dedo de la mano derecha, llegó de la mina de Fresnillo Zacatecas, se trajó a sus vieja y a sus chavos, pensó en hacer fortuna en Pachuca, trabajando como minero, al principio presumía que era muy chingón como perforista, estaba grandote y bien mamado, apantallaba con su acento norteño.

Pero ya conociéndolo, lo que tenía de grandote, lo tenía de pendejo, cuando nos lo presentaron hablaba mucho, como pinche merolico, casi no comía por estar de presumido, no le paraba el hocico, decía que su tierra era muy bonita, y que las minas de esta ciudad son pequeñas a su lado.
Llegamos al lugar a donde íbamos a trabajar, al que le llamamos “Laborío”, le dijo el barretero:
    •    Como ya conoces el trabajo de un minero, súbete a la alcancía y jálale siete conchas de carga del rebaje.

Se subió, como estaba grandote levantó la puerta con facilidad, pero no le calculó y cuando la quiso cerrar, no pudo y se le cayó la carga. Todos al mismo tiempo protestamos:
    •    ¡Ponte abusado, pinche baboso!

    •    ¡Ahora la vas a levantar!

Se bajó de la alcancía y nos dijo:
    •    ¡Qué pasó compitas!, apenas me estoy acostumbrando al jale, denme un tiempo y les voy a demostrar quien soy, levantando carga y empujando conchas, no hay necesidad que me mienten la madre, mi jefecita tiene un buen que se fue para el cielo, vengo en son de paz, me habían dicho que en Pachuca los mineros son bravos, pero no rabiosos

Después de ese incidente a la salida lo invitamos a tomar pulque, al principio no le gustó al güey, pero así como se iba apendejando, abría el hocico como pelícano, y comenzó a platicar sus aventuras:
    •    Yo trabajé muchos años, en las minas de Fresnillo Zacatecas, soy de allá, pero luego me fui para Chihuahua. Estuve en Hidalgo del Parral, luego me pasé a las de Durango, San Luis Potosí, Morelia, Guanajuato, Guadalajara, Taxco, y ahora en Pachuca.

“El Chocolate” lo interrumpió:
    •    Aquí vas a valer madre, llegaste a la tierra de Dios

    •    ¿Por qué de Dios?

    •    Porque aquí las mujeres prefieren morir vírgenes que parir pendejos, aquí manda el pulque, lo tomaron desde Cristóbal Colón hasta los grandes monarcas, menos los españoles porque son putos, y a mí se me hace que los de Zacatecas también.

    •    No ni madres, en eso si toco madera, nosotros somos machines, y nos vamos al nivel de la Marcha de Zacatecas. Se los voy a demostrar hijos de la chingada.

Le dijo “ El Baldo”:
    •    ¿Qué pasó con esas groserías?, lávate el hocico con creolina cuando estés con gente decente como nosotros, los mineros de Pachuca.

Dijo “El Encargado”:
    •    Bueno ya está bien, vamos a brindar por el zacatecano, que viva muchos años, aunque como lo veo, este cabrón se va a morir de hambre.

Pasó el tiempo y lo vieron que las patas se le doblaban, y comenzó a echar mentadas de madre, insultando a todos los tuzos, lo dejaron porque sabían que eran para el equipo de los Tuzos del Pachuca.
Al día siguiente no se presentó a trabajar y cuando llegó lo pusieron como palo de perico.
    •    ¿Qué pasó contigo? ¿Por qué faltaste a trabajar?, a los habladores nosotros nos los empinamos, presumen de que son muy machos y a la mera demuestran lo contrario, faltando a su trabajo.

    •    Lo que pasó compañeros, fue que yo me levanté temprano y todavía no amanecía, me fui, a mi trabajo, pero no me dejaron entrar, me dijeron que esa mina se llama Tiro Tula, y que yo traía ficha de San Juan Pachuca, espere sentado a que amaneciera, me ganó el sueño y cuando llegué aquí, me dijo el velador que la entrada es la las 7 de la mañana y no a las 11.

A todos les dio risa y dijo el contratista dijo:
    •    Ya déjenlo en paz, que se vaya a barrenar “El chiflón” y  que se lleve al Petronilo.

Le  dieron lo necesario pero no pudo, le tuvo que ayudar “El Chocolate”, antes de que lo reportaran y lo corrieran. Así pasaron los días, y lo cambiaban porque no sabía de lo que se trataba el trabajo de la mina.
A base de mentadas de madre, patadas, y malos tratos se fue poniendo abusado, aprendiendo las mañas de un minero, barrenando  una frente, un chiflón, un rebaje, un plan, como levantar las toneladas de carga a pala, y llego hacer un buen minero.
Se juntó con “El Tapón y “El Jícaras que eran muy pulqueros, y también el zacatecano aprendió.
Era faltista, le pegaba a su vieja, se lo llevaban a la barandilla, porque lo encontraban tirado en la calle, el barretero trataba de cambiarlo.
Una vez se lastimó en la mina, en un rebaje le cayó una pegadura, estuvo dos meses en el hospital, cuando regresó al trabajo se lo llevaron a la cantina varios cuates, pero no para tomar si no para hablar con él:
    •    ¿así eras de borracho y faltista cuando estabas en las minas que cuentas?, pobre pendejo, con razón andas como mosca de caca en caca, no creas que nos importa si tomas, por nosotros ahógate en el pinche alcohol, lo que nos da tristeza es tu familia, pobre de tú señora, viene con mucho cariño a levantarte, cuando estás tirado de borracho, todo meado y cagado, y como pago le pegas, la tienes muerta de hambre, al igual que tus hijos, ¿Así son todos los mineros de Zacatecas? ¡Sácate a chingar a tu madre! ¡A dar lastima a tu pueblo!

    •    ¿O eres de raza mendiga?

Él nos escuchaba sin decir palabra, y nosotros seguíamos como cuchillito de palo:
    •    Te quieren cambiar a la mina del “Álamo” ahí si vas a valer madre, nosotros somos cuates, allá son culeros. Si eso es lo que quieres síguele como vas.

Las lágrimas se le salieron se levantó para irse. Yo le dije:
    •    ¡Espérate!, cantinero sírvele una teporocha a mi amigo que ya se va.

    •    Yo les juro por mi familia que voy a dejar de tomar, y cumplir con mi trabajo.

Agarro un vaso y lo aventó. “ Loco” le dijo:
    •    Por mí no jures nada, que te cargue la chingada. Si yo tuviera ese cuerpesote, seria el más chingón de la mina, pero se me hace que a lo mejor solo estas relleno de cajeta.

Al día siguiente se presentó a la mina, temprano y muy bien aseado, nos dejó sorprendidos.
    •    ¿Ya viste al pinche “Mocho” como viene?

    •    Se bañó.

Un día hicimos un enchilón en la mina, “El Mocho” calentaba la comida, nos servía de mesero y nos dijo:
    •    Les agradezco a todos ustedes la amistad que me dan, sus palabras me llegaron hasta la madre.

Cuando salimos nos invitó a comer a su casa, al llegar nos recibió y nos atendió a todo dar, tenía cervezas, botellas, curados de varios sabores, pero él no tomó nada, su señora muy contenta nos dijo:
    •    Que bonito es Pachuca, tiene cosas muy parecidas a Zacatecas, sus barrios altos, y sus tradiciones, ya nos estamos acostumbrando al clima, porque cada rato nos enfermábamos por el aire que hace. Mi viejo va ir a Zacatecas a traer a sus hermanos, yo soy muy feliz aquí.

Nuestro compañero “El Mocho” siguió trabajando duro y se cambió de contrato, al paso de los años, llegó a encargado, luego a sotaminero. A los mineros los trataba bien y era estimado por todos, como dice el dicho “este cabrón, llegó para quedarse”.
 

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