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Mochilazo en el tiempo    

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Tanto el país como la Ciudad de  México están siendo parte de un movimiento a nivel internacional que busca terminar con el uso de plásticos, unicel y los popotes para disminuir el daño que causan al medio ambiente.

De acuerdo con un reporte de Greenpeace México, en nuestro país se consumen 650 bolsas de plástico por persona al año: “su promedio de uso es de 12 minutos para después ir a parar a los cuerpos de agua generando una severa contaminación plástica y provocando la muerte de miles de animales marinos” porque las comen o se enredan en ellas.

La organización internacional reportó que cerca de ocho millones de toneladas de plásticos acaban en los mares y océanos cada año.

Desde hace décadas varios productos fueron elaborados para contener mercancía y aún siguen en el mundo como canastas de diversos materiales, trastes de vidrio o bolsas de papel, mismos que aparecieron a fines del siglo XIX y tal como pasa hoy, resultaron un invento que sorprendió y fue de utilidad.

La bolsa de plástico -que según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, nació en Suecia en 1965-, resultó un invento extraordinario para su época, la bolsa de papel dejó de utilizarse ya que la segunda tenía mayor resistencia y para 1990 ya predominaba en los comercios y supermercados del mundo, resultado de su producción masiva.

En la capital mexicana -y en otras partes del país- hay una práctica que ha logrado subsistir en un mundo lleno de envolturas de plástico, principalmente en los mercados: el cucurucho de cualquier papel y el papel de estraza; la palabra viene del italiano cucurucho que significa “capullo” y sirve para transportar mercancías.

Platicamos con tres locatarios del Mercado Obregón, en la alcaldía Venustiano Carranza, sobre su uso.

Margarita deja que su hijo Gerardo atienda su puesto de chiles secos.

Este puesto familiar es de los pocos que siguen empaquetando sus mercancías en cucuruchos, los barquillos de papel periódico o de estraza. Margarita dice que lo hace como sus padres y que en otros puestos dicen “que así duran más las cosas”.

“Cuando alguien compra chiles secos no siempre los utiliza todos, entonces es mejor guardarlos en periódico para que se mantengan a temperatura o no se llenen de polvo, aunque claro, la gente los guarda en el recipiente que quiera”, comenta.

A pesar de que a ella le resulta más barato comprar papel que bolsas de plástico, no podría guardar todo en el cucurucho. “Con las semillas siento que es más complicado, porque la gente luego se lleva mucho y pues envolverlo ahí está difícil”.

Recuerda que “hace unos años había una señora que vendía trigo para pajaritos y todo lo daba en periódico, rara vez lo vendía en bolsa y sus clientas eran igual de mayores que ella, entonces o traían sus bolsas de tela o se llevaban poquito en su cucurucho”.

Otro personaje del Mercado Obregón que entrega los productos de su mercería en este tipo de empaque es Don Nacho quien envuelve tanto alfileres como agujas, metros de listón, lentejuelas o botones en pequeños cucuruchos, pero siempre pregunta a sus clientes si quieren bolsitas de plástico: “mi papá lo hacía así y pues yo sólo seguí la tradición, aunque con eso de que ahorita ya no es tan común que entreguen la Sección Amarilla. ¡Yo creo que lo seguiré haciendo así hasta que se me acaben!”.

Por otro lado, Doña Mary es una locataria que utiliza papel periódico en su frutería, pero no en tipo cucurucho, sino como envoltorio de papayas y manzanas. Explica que así las frutas llegan envueltas en papel para que no “se quemen” y las ayuda a madurar. Para ella la bolsa de plástico es indispensable, pero “a veces las clientas traen sus propias bolsas”.

Gerardo, hijo de Margarita, comentó que en el mercado se corrió la invitación para que los locatarios ya no dieran bolsas de plástico. Considera que la instrucción es fácil de seguir, pero que hace falta que se diga en las casas, por eso “tampoco las podemos desaparecer de un día para otro”.

Las tlapalerías también son sitios donde el cucurucho es un empaque ideal para vender clavos, tuercas o derivados, aunque con productos más grandes se dan bolsas de plástico.

Hace un par de semanas, el Congreso del Estado de Hidalgo aprobó reformas para eliminar el uso de bolsas de plástico, unicel y popotes. Así, tiendas departamentales, farmacias, mercados tianguis y varios tipos de comercios están obligados a no utilizar plásticos e incentivar al consumidor a llevar sus contenedores.

También lo hacen Baja California, Chihuahua, Sonora, Durango, Tamaulipas, Veracruz, San Luis Potosí, Jalisco, Ciudad de México, Nuevo León y el Estado de México.

El gobierno y sociedad deben diseñar mecanismos para el cuidado del medio ambiente. Quizás con multas y una educación pertinente se logrará reciclar y reusar contenedores de larga duración como vidrio, tela y otros biodegradables.