Un Infierno Bonito

“REVISIÓN DE CONTRATO”

Corría el año de 1963, la corrupción sindical estaba en su punto, los líderes locales compraban a la mayoría de compañeros mineros, dándoles comida pulque y dinero, para que votaran por ellos. Las asambleas eran arregladas a su modo con acuerdos a su favor.

Sin embargo, los mineros, aparte de no contar con ninguna prestación eran tratados de la peor manera, cargas de trabajo, castigos, y al que se ponía al brinco lo echaban fuera de la empresa.
Se les obligaba a barrenar con más de 15 metros de altura, sin ninguna protección, los hacían barrenar a polvo sabiendo que está prohibido, y los obligaban a trabajar más de 12 horas diarias, les negaban los permisos.
Si alguno de los mineros no estaba de acuerdo era cancelado de inmediato, se iban a quejar al sindicato, y les decían que así decía el Contrato Colectivo de Trabajo, varios compañeros se salían voluntariamente, pero tenían que regresar porque en Pachuca, no había trabajo.
Sin embargo, se iban juntando varios compañeros mineros, y comenzaron a dividir el sindicato, uno de ellos era “El Grupo Unificador Social Minero”, que encabezaba Serafín Macias, otro llamado “El Frente Minero”, que lideraba Lucas Hernández y el grupo fuerte lo tenía en sus manos el ejecutivo del sindicato mangoneado por Leopoldo García, conocido como “El Malayo”, y el diputado Ismael Villegas.
Bueno pues, luego de la comida donde hubo un desmadre en el “Hiloche” se invitaron a los mineros para quitar al “Malayo”. Se acercaba la revisión de Contrato Colectivo de Trabajo que tenía emplazada a la compañía.
En Real del Monte y Pachuca, se realizaron asambleas generales juntándose los grupos, para sacar del sindicato a los delegados de las diferentes dependencias, como lo eran todas las minas y terreros así como la hacienda de Loreto, o Maestranza. Salió una circular para que buscaran a sus líderes honrados y llevaran al Poder Ejecutivo nacional sus ponencias y peticiones.
Como en aquellos tiempos, yo andaba de grillo, me tocó que me escogieran como representante de la mina de San Juan Pachuca, y me enfrentara con toda la honradez con la que hablaba, para irnos a la huelga. Saliendo de la asamblea varios de mis amigos y yo nos fuimos a tomar unas “chelas” para celebrarlo, y me decían:
-Ahora sí, cuenta con todo nuestro apoyo, te pones abusado para sacar a esos hijos de su madre del sindicato, acuérdate que nos tienen como esclavos. Queremos un buen salario digno y que nos devuelvan las prestaciones que nos quitaron.
Salimos en la madrugada y nos despedimos de abrazos, al otro día me tenía que presentar temprano al sindicato para salir a la Ciudad de México, para enfrentarnos al líder nacional, Napoleón Gómez Sada. Eramos 24 delegados y con nosotros en el camión viajaban los odiados Ismael Villegas junto con su compadre “El Malayo”.
Les juro que en el camión iba muy pensativo, ¿cómo iba a respaldar las peticiones de más de 5 mil trabajadores, que los tenían como esclavos?
A veces me distraía de ver mucha gente, camiones, coches, edificios, era la primera vez que viajaba a la Ciudad de México. Llegamos a un edificio de varios pisos que pertenecía al Sindicato Nacional de Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana, donde estaba Napoleón Gómez Sada que nos recibió en la puerta, nos aplaudió y nos dijo:
-Adelante, compañeros, es para mí un honor dar la bienvenida a jóvenes, donde nos van a demostrar como se defienden los derechos.
Ahí fue donde lo vi de cerca, un hombre chaparro, pelón, bigotón, con anillos y reloj de oro, y en su solapa traía un escudo con diamantes, que decía: Sindicato Minero. Al hablar era muy grosero, en cada palabra se le salía una mentada de madre, o algún albur.
-Pero, ¿qué esperan? Pásenle, esta es su casa…
Nos fuimos metiendo a su oficina alfombrada, tenía un sillón reclinable para escuchar y dar vueltas al que le hiciera alguna pregunta era de madera  y giratorio. En su escritorio tenía un escudo del sindicato minero y una fotografía del presidente de la república, Adolfo López Mateos. Estábamos sentados y nos dijo:
-Compañeros, de inmediato planearemos las pláticas de acuerdo con las ponencias, estoy seguro  que le daremos en toda la madre a la Compañía Real del Monte y Pachuca, le sacaremos unos pesos al tabulador y buscaremos todas las formas posibles la manera de mejorar todas las cláusulas, para que ustedes vivan una vida feliz con su familia, y el minero gane lo necesario para vivir bien.
En esos momentos sonó el teléfono rojo, lo contesto…
-¡Sí, señor, a sus órdenes! Lo que usted diga se relizará, de ninguna manera, claro que sí señor. Asi se hara.
Se dirigió a nosotros y nos dijo:
-Compañeros, me acaba de hablar el señor presidente de la República, quiere hablar conmigo urgentemente, yo creo que mañana seguimos platicando lo nuestro, ya veremos como le sacaremos lo mejor para ustedes.
Tocó un timbre y de una oficina salió un señor maduro bien vestido.
-A sus órdenes, señor.
-¿Tienes listo el autobús?
-Sí, señor.
Se dirigió a nosotros.
-Miren compañeros, mi secretario los va a llevar a conocer como es México de noche, y mañana los espero a las 10 de la mañana.
Abrió su escritorio y sacó varios sobres, que nos entregó uno a cada uno.
-Diviertanse compañeros, olvídense en este momento de todo, y hay que gozar porque el mundo se va a acabar.
El representante de nosotros, estirándole la mano le dio las gracias, y le dijo que entonces nos veíamos mañana.
La curiosidad logró que casi al salir de su oficina, la mayoría discretamente abría el contenido del sobre, que contenía mucho dinero, billetes de aquel tiempo de 5, 10, 20 y 50 pesos. Los conté y eran la cantidad de 3 mil pesos, que en mi vida jamás los había visto juntos, todos nos miramos y echamos una risa de satisfacción.
Cuando íbamos en el camión nos salió “El Malayo” y nos dijo:
-Compañeros, ustedes han comprobado que Napoleón es un gran hombre.
Nos llevaron a una casa muy elegante con mujeres hermosas y muy elegantes,  perfumadas, parecían artistas de cine, jamas me imagine que fueran putas. Comenzamos a bailar y a tomar con ellas, estábamos tan contentos sin acordarnos que habíamos ido con la misión de defender los derechos de miles de trabajadores, que nos habían depositado su confianza,
Pero eso nos valió madre, nos divertimos como nunca, ya era de madrugada la mayoría estábamos hasta la madre de borrachos, y no se querían salir.
Eran las 7 de la mañana cuando abordamos el autobús que nos llevara al hotel, porque teníamos que estar con el viejo a la 10 de la mañana, Nos bañamos rápido, y nos presentamos frente a él, muy sonriente nos recibió al mismo tiempo que nos preguntaba, como la habíamos pasado, por nuestra parte estábamos temblorosos por la cruda, y nos poníamos la mano en la boca al hablar para que no le llegara el tufo del alcohol, porque a metros olíamos a borracho. Y nos dijo:
-Compañeros, nuevamente me disculpo con cada uno de ustedes, pero tengo que salir a la Secretaría del Trabajo, para citar a los representantes de la compañía. Pero mañana nos vemos con noticias agradables para ustedes.
Echó mano a su cartera y nos dio mil pesos a cada uno de nosotros.
-Para que se la curen a mi salud.
Se llevó al Malayo y al diputado Villegas, y como en el edificio donde estábamos también había bar, bajamos a curarla, algunos se quedaron a seguirla pero yo me subí a dormir.
Al día siguiente, ya estábamos en condiciones físicas y mentales, para enfrentarnos ante Napoleón, y nos dijo:
-Compañeros, estuve en la Secretaría del Trabajo examinando nuestra situación, ahí la empresa mostró documentos firmados por la Junta de Conciliación y Arbitraje, mostrando que tiene perdidas económicas grandes, y nos amenaza, con la quiebra, de cerrar sus empresas de Pachuca; nos ofrecen un aumento de 15 centavos al tabulador sin reformar ninguna cláusula del contrato colectivo, así que con mucha tristeza les digo que regresen a Pachuca e informen lo que les dije.
Ya no tuvimos palabras para contestar, salimos de la oficina preocupados, y nos preguntábamos “¿ahora con que mamada le vamos a salir a más de 5 mil mineros, que depositaron en nosotros su confianza?”.
Como teníamos comunicación con los agremiados al sindicato les dijimos, que nos veíamos en la Arena Afición a las 6 de la tarde, para informarles lo que arreglamos. Cuando llegamos el que iba a la cabeza de nosotros, el compañero Jesús Rodríguez, informó.
-Compañeros, llevamos tres días de diálogo con la compañía, no hemos llegado a ningún acuerdo por la negativa de la empresa y solo nos ofrece 15 centavos de aumento.
Se armó un gran escándalo a chiflidos y voces, nos mentaban la madre, algunos se subieron al ring a tratar de golpearnos, otros rompieron las butacas, y nos aventaban los pedazos. Uno de ellos se subió a hablar.
-No nos dejemos engañar por estos jijos de su chingada madre, vendidos cada revisión de contrato nos dicen lo mismo, si la compañía quiere cerrar, vamos ayudarle y nosotros la cerramos vamos a huelga compañeros.
Al escuchar eso, “El Malayo” tomó la palabra.
-Compañeros, compórtense, por favor. Guarden silencio, es de justicia aceptar lo que nos dan, no hay otra, compañeros. Reciban un saludo del compañero Napoleón Gómez Sada.
Al grito de “chinguen a su madre”, comenzaron a romper las butacas.
De momento se subió un joven y dijo:
-Compañeros, bajo el punto de vista reglamentario y legal como lo dicta el artículo 44 de nuestros estatutos, estamos cayendo en un error, que puede derrumbar nuestro pedestal que fue levantado con muchos trabajos. Yo fui hijo de minero y llegue a comprobar que la compañía minera está trabajando con números rojos, los recursos minerales se están agotando y la compañía está apunto de irse a la quiebra, en memoria de mi padre les prometo que no dejaré de visitar la Secretaría del Trabajo, y entonces le haremos la guerra a la compañía con armas más poderosas que la de ellos.
En menos de 10 minutos y con un cobro de 60 mil pesos, el famoso licenciado convenció a los 5 mil mineros, que quedaron conformes con el 15 por ciento de aumento, me presenté a mi trabajo y no me bajan de gato comprado y algunos me buscaron pleito, que tuve que darme en la madre con ellos. Les contó lo que pasó a sus compañeros.
-Yo no me gasté todo el dinero que me dieron si quieren para que no estén chingando toda la semana, les disparó el chupe.
Le dijo el Petronilo.
-Pinche “Gato Seco”, no es tan pendejo… nos invita para que cuando le mienten la madre también nos toque a nosotros.

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