Perpetuo

PEDAZOS DE VIDA

Se cierra el telón de la vida y los aplausos se convierten en llanto, la  actuación acaba de terminar y la leyenda como muchos dirían, “apenas comienza”, sin embargo quién iba a saber que la muerte se hace leyenda cuando no se ha consumado por completo. Que la muerte fue un velo que cubrió una nueva forma de vida a través de la fotografía de la tía Micaela.

Ese retrato a lápiz, hecho tan perfecto que todos creíamos que era una fotografía, por lo bien que se había trabajado, mostraba el mentón de diamante que tenía la tía. Rígido y calavérico. No se veía mal pero daban ñañaras nada más de verlo, siempre había pasado desapercibido hasta que con la muerte de Rosita, el dibujo hecho en grises, comenzó a mirarnos, a espiarnos desde la pared dónde se encontraba.

Después de tanto tiempo, ese retrato dejó de ser la fotografía de Micaela, más bien era “Rosita”, así nos acostumbramos a llamarla, aún sabiendo que no era ella. La tía Micaela había muerto pero Rosita no, justo cuando se tenía que ir por algo se quedó dentro de esa imagen, ella era la única a la que le gustaba ver el retrato a lápiz y a hora que no estaba, pensamos que se quedó adrede para cuidarlo.

Al inicio daba miedo, luego te acostumbras a sentir el frío, a percibir el viento sin que nadie pase por tu lado, ya se quedó, y ahí estará hasta que quiera. El padre que llevaron para bendecir la casa lo hizo, y el cuadro sigue vivió, a veces cuando es noche se ve como mueve los ojos. Ahora ya no da miedo, es más, antes de irnos a dormir cuando pasamos por la sala nos despedimos de Rosita, y el cuadro seguramente nos contesta…

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