Cumple 48 años el Viacrucis de Cubitos

Entre rezos, reflexión y comida se llevó a cabo la representación del Viacrucis en este barrio pachuqueño

A 48 años de distancia de que se realizara la primera representación del Viacrucis en el Barrio de Cubitos en la capital hidalguense: la fe, las ganas de los actores, y el ánimo de la gente siguen vigentes. Nuevas generaciones se suman año con año, y hoy los que en su momento fueron niños representantes del “pueblo de Jerusalén”, hoy son soldados, o actores que interpretan papeles con mayor responsabilidad.

En esta ocasión la puntualidad fue de gran relevancia, no hubo retrasos en los tiempos, al filo del mediodía el sacerdote católico, Bartolomé Martínez Vera, tomó el micrófono e hizo una pequeña reflexión para que la gente viera en el Viacrucis el más grande acto de amor y sacrificio hecho por Dios a los hombres, señaló la importancia de no ver un espectáculo sino el camino enseñado por Jesús, Dios convertido en hombre.

De igual forma invitó a la reflexión de este pasaje bíblico que culmina con la muerte del hijo de Dios para el perdón de los pecados, por lo que tras emitir su mensaje y realizar una breve oración, dio paso para que el procurador “Poncio Pilatos” y el “Rey Herodes” hicieran su aparición en el escenario y condenaran al galeno a morir en la cruz.

Luego de que Pilatos se lavara las manos, entregara a Jesús a los sacerdotes y estos lo condenaran, el Judas Iscariote se colgó de un árbol luciendo entre sus ropas, la talega de que contenía las 30 monedas de plata que ganó con la traición al maestro aquella noche cuando con un beso en la mejilla lo entregó en la oscuridad a los sumos sacerdotes.

De esta forma, y mientras el Jesús salía de la locación donde estaban Pilatos Herodes, la gente se arremolinaba para continuar el camino hacia el Cerro de Cubitos que en el barrio ya es tradición que este sitio se convierta en el Monte Calvario del momento, el lugar dónde el actor principal, morirá tras interpretar el papel más importante del Viacrucis.

En tanto los comerciantes como cada año hacían su agosto, con la venta de diferentes productos sobre todo comida: chicharrones preparados, quesadillas, filetes de pescado, fruta, helados y nieves, paletas de hielo, garnachas, tacos de guisados (incluso de carnes rojas), y mientras la gente comía, bebía agua o lidiaba con el espacio que a momentos se reducía bastante, un grupo de feligreses cantaba la canción típica del momento “perdón oh Dios mío”, y avanzaban detrás del que sería crucificado y al que los soldados romanos no dejaban de latiguear.

Así fue como se vivió el Viacrucis, representación de alrededor de dos horas y media, que concluyó con la mención de las siete palabras que dijo Jesús de Nazaret Rey de los Judíos (INRI) al estar clavado en la cruz, allá en uno de los cerros que funcionan como “Gólgota” en Pachuca, una ciudad con tradición católica que se manifiesta en Semana Santa.

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