SE LES ACABÓ EL NEGOCIO
Tener una organización que fuera intermediaria entre el gobierno y los pobres era tener una mina de oro, porque si además fortalecían estas minas con acciones de fuerza que llegaban a chantaje, como plantones, marchas o manifestaciones contra el gobernante o responsables de oficinas que tenían dinero, crecían en fuerza y en oportunidades de “negociar” buenas ganancias, generalmente en beneficio de los dirigentes y en detrimento de los representados, que no recibían sino migajas de lo que se recibía de dinero.
El esquema se repetía una y otra vez.
Primero la exigencia de recursos para obras y acciones en favor de ” los pobres” que extrañamente sólo ellos representaban, y la “obligación” del gobierno de entregarles con frecuencia dinero para las obras que ellos decidían, con la amenaza siempre presente de crear desorden social si no eran atendidos, porque mañosamente sabían cuándo hacerse presentes, en tiempos que todos conocían.
Ya se sabía que si venía el informe del gobernador, desde unos días antes iniciaban con alguna reuniones con periodistas, para dar a conocer sus exigencias, con la queja reiterada de que el gobernante no les hacía caso pese a que decían, había el compromiso de hacerlo, y que por esa razón saldrían más de 40 mil a marchar y a iniciar un plantón en la plaza pública.
Ningún político quiere que el día en que junto con los ciudadanos celebra los avances logrados, le echen a perder su fiesta con plantones o marchas y en muchas ocasiones prefieren negociar para que desistan de sus amenazas.
Las visitas presidenciales eran tiempos buenos para este esquema de pesca de dinero, porque ninguna autoridad deseaba desórdenes sociales cuando estaba de visita el jefe de la Nación.
El asunto se ponía más espeso cuando estás organizaciones encontraban el apoyo de personajes grillos, o incluso de partidos políticos que a través de ellos podrían tener un camino de empoderamiento, y hasta de acuerdos para sus ganancias de poder y que se convertían desde luego en otra fuente de ingresos para los que manejaban esos grupos.
SE ACABÓ
El negocio llegó a su fin, se acabó, por decisión del presidente de la República, que lo ha dicho con claridad para que no haya dudas y con nombres, para que no se hagan los distraídos.
El mensaje es directo y contundente: no se entregará dinero a intermediarios, porque sufre moches, se lo roban y la dispersión de recursos y entrega de apoyos será de manera directa para que llegue completa.
“Vamos a entregar los recursos de manera directa, con una tarjeta con el censo de bienestar”.
“PERO NO ENTREGAR RECURSOS A NINGUNA ORGANIZACIÓN…ES QUE SOMOS DE LA EMILIANO ZAPATA O DE LA ANTORCHA MUNDIAL Y NOS VAN A DAR A NOSOTROS Y NOSOTROS LOS VAMOS A DAR”.
Y AMLO dio el golpe mortal a muchos vividores con el cuento de ser los representantes de los pobres: “YA NO… SE ACABÓ, SE TERMINARON LOS MOCHES… SERÁ DE MANERA DIRECTA”.
Decisión que favorece a los más necesitados y que deja sin ganancias a quienes en su nombre todo indica obtenían buenas ganancias.
¿QUIENES?
En nuestro estado resentirán esta política de acabar con intermediarios por los moches que se den (así lo dijo el presidente), organizaciones como ANTORCHA, que incluso informó que marchará en esta semana que inicia con miles de marchantes, para exigir obras en donde ellos dicen que se deben hacer.
La UNTA es otra organización que se verá afectada por esta disposición presidencial, y ni se diga a los Hermanitos CHARREZ, que hicieron de este procedimiento todo un arte que pretendió ser aprovechado en su capacidad de movilización de broncos por el patrón del Congreso.
Súmele a estos profesionales de la pesca millonaria a todos los grillos que armaban focos de presión, para crecer en todos los órdenes para vender caro sus buenos oficios, para detener el problema que ellos mismos hacían nacer.
La orden es: no hay dinero para intermediarios porque se dan los moches en ganancias para los intermediarios.
Se acabó el negocio, cierra la mina.
Si quieren dinero la fórmula es muy sencilla: TRABAJEN.
A ganarse el pan con el sudor de su frente.
Por más corajes que hagan.