PEDAZOS DE VIDA
I
Despertar, estirarse con plenitud en la cama, sentarse, luego ponerse de pie y caminar hacia el baño, dejar que todo salga, mientras la erección matutina se confunde con el instinto que tiene “el amigo” de levantarse al momento de orinar, regresar a la cama con la trusa salpicada y volver a dormir… Así es la fantasía de dormir, cuando el macho se ha alejado de su naturaleza y asume el compromiso que comienza con hacerse cargo de él mismo.
II
Le habían dicho que todas las mujeres y hombres tenían una fantasía sexual. A su edad doña Jovita se había detenido a pensar en el tema, ni siquiera podía imaginarse las situaciones que le habían contado, en una charla, algunas de las nietas, y aunque se auto consideraba como una abuela liberal, la plática del día la había dejado muy pensativa.
“Mi fantasía, mi deseo”, pensaba la señora mientras recordaba su vida sexual, y lo único que se atrevía a imaginar, era el tener sexo bajo las cobijas mientras “Los Panchos” cantaban, ahí a un ladito de la cama, la canción “Contigo”, y tras recrear la música en su memoria, sonrió y se sacudió la cabeza como tratando despejar la imagen que comenzaba a ser incómoda. Los Panchos estaban en paños menores.
III
Una muñeca con cabello, con vestidito y ropita que se puede cambiar, una muñeca de esas que tenían las hijas de Don Félix, era lo único que deseaba Adelina cuando chica. Antes de que se fuera a “hacer vida” con el Gumersindo, porqué a sus 14 años ya se estaba quedando. Una muñeca que la torturó en sueños que se convirtieron en pesadillas…
Y ahí está su muñeca, juntito al cuerpo, fue lo único que pidió antes de morir, para ver si es que se regresaba de allá, no volviera a vivir el infierno que provoca la envidia cuando no se tiene el dinero para comprar una muñeca.