Desesperación y parálisis política en Venezuela

    •    La crisis política se enquista. Maduro no ha logrado anular a Juan Guaidó y éste no consigue desplazar al chavismo del poder pese al apoyo de EU


La crisis humana avanza con más rapidez que la crisis política en Venezuela. El país apenas se va acostumbrando a su nueva realidad: una nación incapaz de producir suficiente electricidad para funcionar, alimento para su población, seguridad para sus ciudadanos. Tampoco suficiente petróleo como hasta hace un lustro.
La pugna política baja el ritmo. Por un lado, Nicolás Maduro mantiene el poder institucional del Estado y su burocracia. El gobernante, no obstante, ha perdido reconocimiento internacional, capacidad para reestructurar su deuda externa o apelar a nuevo financiamiento.
Por su parte, Juan Guaidó es reconocido como presidente interino por más de 50 países, EU puso a su disposición los activos del Estado venezolano en su territorio –incluyendo las estructuras del negocio petrolero– y el BID le brinda espacio de acción a su enviado Ricardo Haussman. Pero aún no logra el respaldo de las estructuras del Estado. Incluso alcaldes y gobernadores opositores han optado por el silencio en vez de reconocer que él es su presidente legítimo.

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