Política de vinagre
• Es política de Ricardo Baptista, hacer esperar a los diputados, citarlos minutos antes de las reuniones sin seguir el protocolo oficial, hartarlos, cansarlos para imponer, para hacer lo que la santa voluntad de su padrino de alas truncas le ordene
Tal vez en más de una ocasión, usted querido lector, ha escuchado esta frase: “como los vinos, entre más viejo mejor”. Algo que tiene mucha lógica si hablamos de procesos que se generan en un ambiente idóneo para almacenar las botellas de vino, ya que cuando no es así, se corre el riesgo de que la bebida se eche a perder y con la acidez se convierta en vinagre.
Algo así sucede con la política que intentaba implementar en el Congreso Local, el diputado ahora presidente de la Junta de Gobierno, Ricardo Baptista González, quién queriendo hacer un buen vino ha hecho vinagre. Pues desde que ha dejado notar que es un pinocho más del amo de las garzas marionetas, a su vino le cayó una de esas bacterias surrealistas “Sosus Nostrum”.
El diputado que se vislumbraba como la pieza clave que daría equilibrio en la Junta de Gobierno y que sería el signo libra entre el Grupo Universidad que encabeza Gerardo Sosa Castelán y el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad Meneses, resultó ser el fiasco del gobierno de la Cuarta Transformación en Hidalgo, porqué entre las declaraciones de broma que hace ante la prensa, las amenazas que emite en contra de las diputadas y los tiempos que deja esperando a la gente que busca su atención, ha perdido el respeto, la seriedad y el oficio que deberían caracterizar a un buen político.
Es política de Ricardo Baptista, hacer esperar a los diputados, citarlos minutos antes de las reuniones sin seguir el protocolo oficial, hartarlos, cansarlos para imponer, para hacer lo que la santa voluntad de su padrino de alas truncas le ordene, por qué ha quedado claro (sin que se conozca el precio) que la dignidad política del diputado ha sido doblegada y se ha convertido en un peón más del ajedrez de la impunidad.
Si el dicho dice “el que con lobos anda a aullar se enseña” aquí en Hidalgo, aplica el que “con garzas anda, a desviar aprende” el vuelo, el vuelo, y la atención (antes de que lloren). Hasta parece que el diputado morenista, se ha especializado en el arte de desviar la atención, ya que no sólo ha intentado censurar a la prensa bajo el argumento de que no se le “debe imponer agenda”, sino que ha implementado la política de la pérdida de tiempo, de desidia, del hartazgo, una política de la violencia psicológica que implica la espera, por la atención del diputado que se siente el amo del tiempo.
El sabor de un vino agrio es lo que ahora experimentan aquellos que creyeron que este diputado haría la diferencia y se han dado cuenta que debajo de esa piel de borrego barbacoyero se encuentra un chacal de la política, un hombre con un colmillo que seguramente como los vampiros ha de saber chupar sangre.
Hoy, Ricardo Baptista, es el diputado del doble discurso, el que nunca dice no pero tampoco dice cuándo. El que cita y no llega, el que dice sumar pero busca restar, el diputado que en primer momento pareciera un vino merlot pero en realidad es un vinagre, un vinagre que huele a traición: no a su gran jefe pluma garza, sino al que impulsa el verdadero cambio con una Cuarta Transformación.