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“EL MECO”

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En el barrio del Arbolito, que se encuentra hasta arriba del cerro del “Cuixi”, vivía un cargador chaparrito, greñudo, y se dejaba crecer la piocha como chivo, usaba un  sombrero como tompiate todo mugroso, hiciera calor o frío no se quitaba su saco que le llegaba a las rodillas, y se lo arremangaba hasta los puños, y traía unas chanclotas todas madreadas.

Su vieja era del mismo vuelo, y le decían “La Meca”, a los dos les gustaba el pulque de a madre.  Por las mañanas se bajaban juntos, mientras él se iba a cargar huacales de fruta o de verduras, ella le ayudaba a su comadre a vender gordas de tripas, de chicharrón, y de flor de calabaza, y le ayudaba a lavar los platos.

Al mediodía llegaba “El Meco” y se aventaba un jarro de dos litros de pulque de a madrazo, se comía unas cinco gordas, y se regresaba a las trabajo. Por la noche pasaba por su vieja y subían por la calle de Simón Bolívar para llegar al barrio más rápido, pero ya iban un poco flameados, cuando llegaban a la cantina, “El Relámpago” le decía a “El Meco”:

  • ¡Espérame aquí!, no te vayas a dormir porque te llevan al consejo.
  • ¡Si no soy burra!

Entraba a la cantina y pedía la prueba al cantinero, para saber si no le había echado agua al pulque. Le daba un trago, lo mantenía en la boca, y haciendo gárgaras lo escupia, y protestaba.

  • No mames, este pulque esta mas aguado que tu hermana.
  • ¿Qué te pasa “Meco” si lo acaban de traer del tinacal?

Le mentaba la madre y se salía, le chiflaba a su vieja, y le hacía señas con la mano que lo siguiera.

  • ¿Dónde vamos viejo?
  • ¡Tú sígueme y no protestes, porque te doy de baja!

Entraba a la cantina del “Gran Golpe” saludando a todos los que se encontraban.

  • ¡Quihubole hermano!
  • ¿Hermano? Si no tengo las chiches en hilera.
  • No se como estara tu molendera.
  • ¡Ya callate “Meco”
  • No me jales

Acercándose al cantinero le decía:

  • ¡A ver dame la prueba!
  • ¡Te voy a dar en la madre, por un litro de pulque, quieres de lo mejor!
  • Asi debe de ser amigo.
  • Amigo te hago para que no me muerdas.
  • Entonces sírveme una jarra de dos litros para mi vieja que está temblando como perro.  Se quedó afuera ¿Por qué no la dejas entrar?
  • ¡Ni madres! Está prohibido. Si pasan los inspectores me multan. Luego vienen vestidos de policías, y por lo menos de mordida te sacan un tostón.
  • Bueno ya dijiste, sírveme una para mi. Allá que mi vieja brinde sola.

Le llevó la jarra de pulque a su señora, que estaba sentada como chango en la banqueta, después escuchaba un grito y “El Meco” salía y le entregaba la jarra vacía.

  • ¡Ay vieja, parece que estás apagando cal!
  • ¡Yo vengo a tomar, no hacerme pendeja!

“El Meco” se metió a la cantina, y al oír una melodía en la sinfonola comenzó a bailar, moviendo la cola. Le dijo  “El guajolote”:

-“Meco” hablales a estos gueyes sobre lo que esta pasando.

“El Meco” se echó su jarra de pulque de un jalón y comenzó hablar.

  • Por ahí se están juntando dos grupos, uno por el sur, en Cacahuamilpa, y en Zacualtipan por el norte. Se dice que entraron al Estado de Hidalgo, y llegaron al Chico, y me da la impresión de que van a llegar a Tampico. Los acompaña por el sur el general soba el trozo, y los capitanes Julián y Martín Cholazo, por el norte otro general que es bueno pa la bala, y el cura Melchor de sumo lolote municipio de zanjas meo.

Cuando más entrado estaba, se asomó su vieja y le dijo:

  • ¡Ya vámonos viejo, hace mucho frío, ya parezco española, me castañean los dientes!
  • Aguantame un Round
  • Entonces dame tu chamarra.
  • No me hagas caso, no me tardo.

“El Meco” se metió a la cantina, y como la señora ya estaba borracha lo siguió, el cantinero al verla brinco el mostrador y la jalo del brazo para echarla afuera. “El Meco” se quito el sombrero y le pegó en la cara al cantinero, que lo dejó ciego por momentos, se quitó su reata que llevaba en la cintura, y se la puso en el gañote.

  • ¡Sueltala cabrón o te apachurro el pescuezo!
  • ¡Qué se salga!
  • ¡Qué la sueltes!

El cantinero aventó a la señora a la calle, que salió de cabeza, y rodó en la banqueta, “El Meco” le dio un reatazo en la cara al cantinero, como estaba grandote le quitó el lazo, lo agarró de atrás del saco y lo aventó a la calle, que cayó encima de la señora, y cerró su cantina.

  • ¡Párate viejo que me estas apachurrando!

“El Meco” se levantó con trabajos y con una piedra toco la puerta de la cantina:

  • ¡Abre cantinero traidor , te voy a partir la madre!

Por un tiempo estuvo tocando y le dijo su vieja:

  • ¡ Ya vámonos viejo!
  • ¡Quítate de aquí vieja, que estoy más bravo que un león, no vaya ser que con la piedra, en lugar de abrir la puerta, te abra la cabezota!
  • ¿A mi por qué?

“El Meco” recargó su brazo en la pared, luego recargó su frente y se puso a chillar de coraje. La señora temblaba de frío lo jalo cariñosamente de un brazo:

  • ¡Vamonos a la casa viejito!
  • ¡Ahorita, pero me da coraje, que mi dinero no vale o que!, tu sabes que el “Meco” Trabaja para que la “Meca” gaste ¡Vamonos!

Los dos abrazados, “El Meco y la “Meca” llegaron a su casa, y se durmieron, así eran las briagas que se ponían diario. Al otro dia no se acordaban de nada. Muy temprano se bajaron y comenzaron su misma faena de jodidos. El “Meco” se formó junto al camión, que estaban descargando maíz. Costales de 100 kilos, cuando le tocó su turno, levantó las manos para recibir el costal, y al soltarselo, lo aplastó, las patas se le doblaron.

“El Meco” quedó paralítico, se rompió la espina dorsal:

  • Como seras pendejo por poco y te partes en dos,  pues ya ni modo me toco la de perder y desde entonces la “Meca” trabaja, para que el “Meco” chupe.