#VAMOS DEPORTES
• El Comité Olímpico Internacional ha sido una institución sumamente tradicionalista, ha mantenido el espíritu olímpico hasta donde ha podido y realiza concursos con diversas ciudades para otorgar la sede de la gran fiesta deportiva
Cuando me enteré que solamente la Ceremonia de Inauguración de los Juegos Olímpicos Tokio 2020 costará 118 millones de dólares —40% más de lo que Japón estimó en 2013, cuando el Comité Olímpico Internacional le otorgó la sede—, empecé a recordar lo que significó para México la celebración de la justa en 1968, sin dejar de revisar primeramente las grandes satisfacciones que dio a nuestro país la celebración, la gran fiesta deportiva que tuvimos y la ejemplar participación de nuestros deportistas, quienes otorgaron gran felicidad con cada una de las medallas obtenidas. Todo esto sucedió con la gravísima crisis política entre estudiantes y Gobierno que tuvo su horrible colofón en Tlaltelolco. El nombre de México se mencionaba mucho en las páginas de los principales rotativos internacionales, que se cuestionaban si sería posible la celebración de los Juegos Olímpicos. Ya para entonces, se había hecho una enorme promoción e inversión para preparar a la Ciudad de México. El Comité Olímpico Internacional ha sido una institución sumamente tradicionalista, ha mantenido el espíritu olímpico hasta donde ha podido y realiza concursos con diversas ciudades para otorgar la sede de la gran fiesta deportiva. Pero esto no es un cuento de hadas. Las ciudades —al menos desde la época de México ‘68 y hasta la fecha—, invierten en infraestructura, mejoran sus aeropuertos, construyen instalaciones y estadios deportivos, villas olímpicas, hoteles, crean fuentes de trabajo temporales, gestionan actividades culturales y otorgan presupuestos a las federaciones deportivas para traer entrenadores y que se beneficien los atletas. Se promueve a la ciudad en todo el mundo y, lo que comienza como una gran celebración, se convierte en enorme frustración al terminar con deudas enormes para la ciudad y elefantes blancos que no son utilizados, porque son instalaciones excesivamente grandes. Durante más de un siglo, las ciudades competían por el honor de ser huésped de la gran fiesta deportiva, pero en las últimas décadas, curiosamente los que compiten son países que ya cuentan con la infraestructura deportiva casi lista, como Tokio, Los Ángeles, París, Madrid, Londres y Toronto. El Comité Olímpico se deja consentir por las ciudades que desean contar con los JJOO y se gasta más dinero en presentaciones y fiestas que en desarrollo para la juventud, instalaciones, preparación para entrenadores y ayuda a los atletas, para que permanezcan con ese espíritu olímpico que trató de difundir el Barón Pierre de Coubertin desde que reanudó los modernos Juegos Olímpicos en Atenas 1896. De acuerdo con Toshiro Muto, CEO de los Juegos Olímpicos Tokio 2020, el presupuesto para realizarlos rebasará los 25.5 billones de dólares. Creemos que es tiempo de que el Comité Olímpico Internacional sacrifique sus ganancias, se reinvente y termine con antiguas formas de selección de ciudades, si desea seguir subsistiendo y siendo del agrado de los aficionados en el mundo entero.